1.

426 51 2
                                    

“Un día puedes estar de lo más tranquilo, estar en tu casa, gozar de la vida... Pero al siguiente día, tu vida puede cambiar en un chasquido de dedos. ¿No te ha pasado?. ”

Me encontraba de lo más tranquilo, sentado en la banqueta enfrente de mi nueva casa, me había mudado recientemente con mi abuelo debido a las continuas ausencias de papá, pues al ser militar, su trabajo lo requería por lo que no pasaba mucho tiempo conmigo, por ello propuso que me mudara con mi abuelo. Ya saben, algo de compañía nos vendría bien a los dos, tendría una escuela cerca de casa, el pueblo era chico por lo que no habría problema en ir y venir a casa o pasear por los alrededores.

- ¿No es muy tranquilo aquí?. - Mi padre está a mi lado, solo por los próximos 20 minutos, pues ya venían por él. - Si quieres podemos reconciderarlo, ya veré como... -

- Estoy bien. - Le interrumpo con una sonrisa, palmeo su espalda, indicándole que puede ir tranquilo, yo estaré bien, por Dios soy hijo de uno de los mejores soldados, nieto de uno de los más excepcionales arqueólogos, así que estaré bien.

- Pero... -

- Mi abuelo cuidara de mi y yo de él. - Vuelvo a interrumpirlo y le sonrió. - Nos cuidaremos la espalda. -

Él suspira, no esta muy convencido de hacer esto, pero yo sí.

Por fin un auto de grandes proporciones y ostentoso se para enfrente de nosotros, han llegado por él.

Él se para, yo igual y me abraza, besa mi coronilla y palmea mi espalda y siento que algo mete a mi chaqueta.

- Mandare cartas. - Me dice.

- Las estaré esperando. - Respondí despegandome de él. Él se sube al auto, se despide con la mano y yo igual y el auto arranca.

Por fin bajo mi mano, suspiro y meto mi mano a la bolsa de mi chaqueta y de ahí saco un par de llaves junto con una nota que solo dice "Garaje".

Se lo que significa, pero el hecho de que tenga un auto-semi nuevo esperando por mi para ir al instituto, no me emociona para nada. Deseaba con todas mis fuerzas poder cambiar ese auto por algo que realmente me hiciera feliz; mi familia.

Ya no importa. Solo quedará como un deseo inalcanzable.

Miro la hora en mi reloj de mano, son las 7: 00 en punto de la mañana, si, me había levantado muy temprano para despedir a mi padre y para desayunar con mi abuelo, arreglar mis cosas e ir directo al colegio.

Solo me quedaban 30 minutos de sobra, los cuales los había implentado en mecerme en el columpio que tenia mi abuelo en el jardín, aun no puedo creer que lo tenga y que siga en una pieza, aun después de tanto tiempo que no se usa.

Me pregunto cuánto tiempo tendrá, desde que tengo memoria, mi abuelo me dijo que compro la casa antes de que yo naciera. Se la compro a una pareja que había perdido a su hijo, por lo que mudarse e iniciar una vida nueva era lo correcto.

Un día le pregunté a mi abuelo por qué había comprado la casa, no era muy de su estilo, al siempre le gustaron las casas en las montañas, pero, ¿por qué aquí?, ¿por qué en este pueblo?, le pregunté, pero jamás me respondió, es más siempre evadia el tema... O tal vez si me dijo y ya se me olvido.

En fin.

Cuando visite a mi abuelo, unos días antes de mudarme con él, escuché a las malas lenguas rumorear que la casa mi abuelo estaba embrujada y que por la noche por eso de las 12:00 de la noche en adelante se escuchaba a un joven llorar, lamentándose por su trágica muerte y que por el pasar del tiempo ya era una leyenda por el pueblo.

Yo era en parte creyente de las cosas paranormales y esas cosas, pero también era un poco escéptico, pues jamás e visto un fantasma ante mis ojos. Así que me mantenía neutral ante el tema.

Volví adentro de la casa, mi abuelo se encontraba en el sofá leyendo un viejo libro del antiguo Egipto, en cuanto me vio, bajo el libro se quito sus lentes y me sonrió.

- Me supongo que ya tienes edad suficiente para irte tú solo al colegio . -

- Supones bien. - Dije con una sonrisa, tome mi mochila que reposaba a su lado y fui hasta el garaje, mientras escuchaba a mi abuelo a mis espaldas.

"No te vayas a chocar."

Por supuesto que no, tenía mis precauciones al conducir, después de todo aprendí a conducir cuando tenía 16 años.

Ya era mayor de edad, tenía mi licencia  de conducir, un historial limpio con la policía, soy un chico bueno.

Frente a mi un porsche de color azul cielo, yo lo hubiera preferido negro, pero mi padre me dijo que cuando volviera del trabajo lo pintariamos juntos.

Claro, y yo sigo creyendo en la hada de los dientes.

Mi sarcasmo era típico de mi y la crueldad en mis palabras también, pero solo hacía eso cuando ya estaba hastiado.

Me subí al auto, lo encendí mientras las puertas del garaje se abrían para mi, pensaba en lo emocionante que sería el primer día de mi tortura.

*Continuará...



GHOST.Where stories live. Discover now