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Una gota cayó en su cabeza.

El soviético volteó su mirada hacia el cielo, deteniendo su paso repentinamente. A causa de esto, su acompañante se detuvo también.

一¿Pasa... Algo?

Quien le acompañaba en el camino no era nada más ni nada menos que Third Reich, el nazi que en su momento había odiado con toda su alma (y tampoco es como si ahora fueran los mejores amigos, pero se toleraban).

一Creo que va a llover.

El de esvatica ladeó el rostro ligeramente, rascándose la mejilla derecha en señal de confusión.

一Pero hace ya como diez años que no llueve aquí, ¿no crees que sería algo demasiado repentino? 一el nazi miró al cielo, entrecerrando los ojos para observar一. Además, mira, no hay nubes hoy...

El soviético asintió resignado a aceptar que sus palabras parecían imposibles en ese momento.

一No olvides que puede llover con sol, Nazi.

一Oh, claro que no lo puedo olvidar. ¿Me crees tonto o que?

一¿De verdad quieres que responda?

一Idiota...

〰🍁〰

Sus pasos resonaban en el asfalto.

La tranquilidad de una tarde silenciosa recorría todo su cuerpo con una corriente de paz. Se sentía en armonía con respecto a lo que a su alrededor sucedía, con la ausencia de animalitos u otras personas; se sentía poderoso e invencible.

Miraba a todas partes; ni un alma nueva podía visualizar. Y sin embargo, se sentía como si estuviera acompañado por alguien más. No se sentía del todo solo.

Pero eso estaba bien.

En el silencio, dos voces que el reconocía como una suya y la otra ajena, empezaron a hablar.

一¡Cuando yo sea grande...!

一¿Qué serás?

一¡...Seré el mejor país que haya visto el mundo! Seré una potencia mundial, me enriqueceré, y luego daré a mi mamá todo lo que ella necesitó cuando estuvo en el poder.

一Ese es un sueño muy grande.

一Pero claro que lo puedo lograr, ¿no es así, papá?

Y allí se detuvieron las dos voces.

Y paró su paso, mirando fijamente sus manos con confusión. Se detuvo a pensar en ello un segundo, con el corazón congelado y la mente llena de escepticismo.

一¿Cuándo pasó eso?

Si bien su cabeza estaba vuelta un lío de pensamientos, y con la llegada de ese flashback habían empeorado sus ganas de tirarse de un puente por la molestia de no entender completamente lo que pasaba, su objetivo no iba a ser detenido en ese momento.

Negó con rapidez, auyentando ese recuerdo que no sabía de dónde había llegado, y siguió su camino.

Al rato, los límites se alzaban frente suyo.

Allí, al final de la carretera, el sitio que había sido advertido por su ahora jefe condicional. El valle de hermoso esplendor y nubes blancas seguía en el mismo lugar, con la misma calidez llamativa que le incitaba a cruzar sus puertas a un futuro incierto.

Sin embargo, no se detuvo a pensar en ello. Siguió caminando, admirando el lugar, pero no cruzó esa barrera invisible al llegar al frente. Podía ser tonto, pero no un idiota que se lanzará así de la nada a lo desconocido. Siguió de largo, doblando justo en el límite de la ciudad, y se puso a caminar hacia la izquierda.

Quería ver que tanto se extendía la ciudad; investigar el perímetro por pistas.

¿Pistas de qué? No lo sabía con certeza. Pero luego de pensarlo un poco al salir de la cafetería del polaco, había elegido mejor no confiar con plenitud en el juicio del Imperio Japonés, ¿quién sabe si encontraba algo más? Polonia tampoco le inspiraba total confianza todavía. Quizá era cosa de la historia que sabía de ambos países lo que le impedía creer ciegamente. Sabía que de ellos saber la suya también dudarían.

...Son horrores de los que poco quieres saber...》

El recuerdo de aquellas palabras le hizo temer por un segundo. Pero solo fue eso, un segundo sin más dilaciones, el cual no hizo demasiada diferencia en la forma de pensar que el de tres colores se había propuesto.

Curiosamente, una carretera era la que rodeaba completamente la ciudad y separaba el terreno común del límite invisible. Caminó lentamente, observando todo con atención.

Cuando le pareció ver la misma lámpara por quinta vez se detuvo.

¿Por qué todo parecía repetirse una y otra vez? Tenía la sensación de estar dando vueltas y vueltas en la misma dirección, y eso lo empezaba a marear de una forma que no podría explicar con palabras racionales. No había durado el tiempo suficiente para caminar alrededor de toda la ciudad y volver al mismo lugar, era demasiado grande el terreno para ser recorrido su perímetro en tan corto tiempo.

Se quedó mirando el valle.

Se sentía atraído por una fuerza ajena a su conocimiento, era casi como si aquella hermosa vista le llamara, como si le hipnotizara y seduciera con hermosos deseos de muerte. Y así mismo era; no pensaba en nada más que esa promesa pacífica que se visualizaba frente suyo.

Para cuando volvió a ser consciente de si mismo y de sus acciones, estaba al borde.

一¡N-no!

Se hizo para atrás asustado por lo que estaba a punto de hacer.

La voz del Imperio Japonés y Polonia contándole acerca de ese lugar resonaron en su cabeza. Advertencias desesperadas eran y lo sabía bien, y temía por la razón de que se mostrarán tan abiertamente desesperados porque no fuera hacia ese lugar, temía a lo que pasaría. Su terror aumentaba, siendo opacada así la curiosidad que en momentos parecía querer dominar.

Podía ser idiota, pero no estúpido.

Porque por mayor que fuera su curiosidad, eso no dejaba de volver la idea de cruzar esa pared invisible una descabellada. Aun habían demasiadas cosas que ver con respecto a la ciudad y sus habitantes, aun había mucho que preguntar con respecto a la aparente vida que llevaban aquellos que una vez hicieron la guerra.

No era el momento de dejarse llevar... Todavía no.

Sueños Eternos En Noches Efímeras [Countryhumans]Where stories live. Discover now