Confesión

115 15 29
                                    

Después de que Ben decidiera hablar, le dije al mesero que todo estaba bien, y aunque en realidad se veía escéptico, se fue.

Entonces, agarré mi adolorido brazo, intentando calmar el dolor que Ben me había producido, y lo miré furiosamente, ya que no tenía razón para asirme de esa manera.

–Lo siento –dijo, mientras se acercaba a mí. Luego tomó mi brazo y lo besó una y otra vez. Mientras hacía eso, me miraba a los ojos, y podía ver que los suyos estaban llenos de pasión, como lo estuvieron muchas veces, hace ya tanto tiempo. Me sentí sucumbir a sus besos una vez más, pero todavía quería conocer la verdad, así que jalé mi brazo hasta que ya no estuviera en sus manos. Ben estaba sorprendido ante mi reacción, pero le dije que lo único que quería de él era la verdad, y nada más.

Después de ello, me senté nuevamente, igual que él. Ahora estábamos uno frente a otro, mirándonos fijamente a los ojos, y mientras yo buscaba respuestas, él no quería hablar.

Pude observar como Ben se ponía nervioso ante mi mirada, mientras silenciosamente esperaba que hablara. Sus dedos se movían inquietamente sobre la mesa, sin saber qué hacer, así que tomó una copa y bebió algo de vino. Luego hizo una pausa, me miró, y aclaró su garganta, para luego decir:

–¿Qué quieres saber?

–Todo –contesté.

Aquella palabra le hizo fruncir el ceño. Parecía estar ocultando más información de lo que pensaba.

–¿Dónde debería empezar? –preguntó de nuevo.

–¿Qué tal por el comienzo? –dije sarcásticamente.

Ben suspiró y alejó su mirada de mí, para después tocar su barba, intentando así calmarse. Suspiró de nuevo, sonando exasperado, y finalmente dijo:

–Solo... Solo pregunta, y yo contesto.

–Está bien –respondí. Quería saber todo lo que estaba escondiendo de mí–. ¿Cómo me encontraste?

–Esa... Es una larga historia –Exhaló.

–Bueno, pues aquí estoy, y no me voy a ninguna parte, tal y como lo deseaste –dije ofuscada, esperando respuestas.

–Está bien –comentó. Luego aclaró su garganta nuevamente, intentando encontrar de alguna forma las palabras correctas, como si eso fuera posible.

–La cuestión es... –dijo él, mientras miraba hacia abajo–. Yo no sabía que la estabas pasando tan mal desde que todo terminó entre nosotros.

Su comentario me hizo sentir cohibida. En ese momento era yo quien había decidido mirar hacia abajo, sintiéndome expuesta, puesto que Ben ya sabía todo lo que había ocurrido conmigo, gracias a Diane.

–Yo... Yo pensé mucho en ti... Después de que me fui.

Cuando dijo aquellas palabras, noté que le fueron difíciles de expresar, ya que no pudo mirarme a los ojos cuando las pronunciaba. Tampoco fue fácil para mí oírlas, puesto que no sabía que aún pensaba en mí. Yo creí que simplemente se había marchado y olvidado completamente de lo nuestro.

Luego continuó: –La verdad es que...siempre estuviste en mi mente. Me la pasé pensando en ti y teniendo sentimientos por ti desde que te conocí, pero todo mundo me decía que me alejara, que desapareciera de tu vida, y eso hice. Decidí escucharlos a ellos en vez de a ti. –Exhaló, como quitándose un peso que tenía encima–. Siempre pensé que con el tiempo me olvidarías, y que tendrías una vida feliz con alguien que no fuera yo.

Aquellas palabras, aquellas últimas palabras... ¿Por qué dijo eso?

–Pero, me estoy alejando del tema –dijo, interrumpiendo mis pensamientos.–. Yo... Yo pensé que, ya que nunca respondiste mi último correo, no querías volver a saber de mí.

Lo InesperadoWhere stories live. Discover now