Capítulo. 8 (No vuelvas a hacerme esto nunca más).

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Ya habían llegado casi todos los invitados y Esteban estaba buscando con la mirada para ver si veía a María y los demás, cuando Fabiola se le acercó por detrás.
F: buenos días mi amor (lo besa en el cuello).
E: ¡Fabiola por favor! Tú y yo ya no tenemos nada más que decirnos ¡Déjame en paz de una vez!
F: eso lo has decidido tú, no yo.
E: mira Fabiola, amo a esa mujer por entre todas las cosas y no voy a permitir
F: (sin dejar que Esteban terminase de Hablar). ¿No ves lo bonita que me he puesto para ti? Todos me miraron menos tú.
E: yo sólo tengo ojos para María.
De pronto, todas las personas del sexo masculino que se encontraban en ese lugar, miraron hacia donde se encontraban Esteban y Fabiola.
Esteban, no sabía que pasaba, pero al ver la cara de ira de Fabiola, mirando por encima de su hombro, su instinto le hizo voltear la cabeza.
María llegaba radiante, femenina. Su belleza dejó a todos los presentes sin habla. Los hombres la miraban con deseo y las mujeres con envidia, pero nadie pudo dejar de mirarla.
María, al ver a Fabiola tan cerca de Esteban, pasó por delante de ellos.
M: (mirando por el rabo del ojo). Buenos días. (Pasó de largo indiferente).
RR: (se acerca y la abraza). ¡María mi pequeña, estás preciosa!
Todos los chicos presentes allí se acercaron a Rubén.
X1: ¿Rubén conoces a esa chica?
X2: tienes que presentarme a esa chica.
Así uno tras otro. Mientras Esteban no retiraba la mirada de la escena, Rubén fue presentando a cada uno de sus amigos y a los hijos de sus amigos a María.
Los más mayores le besaban la mano y los más jóvenes las mejillas.
Mientras se producían las presentaciones, María, no quitaba los ojos de Esteban. Él, había cambiado de color y los celos lo estaban devorando por dentro. Un volcán de sensaciones bullía en su interior y se fue, salió corriendo de allí. María lo vio salir de allí y fue tras él.
M: Esteban, ¡Esteban!
Pero él no paró hasta entrar en su camarote, se disponía a cerrar la puerta cuandoMaría entra y cierra la puerta tras de sí.
M: por favor, mírame.
E: (se volteó llorando) ¿Por que me haces esto?
M: lloras, ¡lloras por mí!
E: si, lloro por ti, por que te amo, te amo como nunca había amado a nadie, por que eres lo que me hace seguir viviendo, lo que me hace respirar. Tú sabes eso, tú sabes que te amo de esa forma y ¡mira lo que me haces!
M: (no podía soportar ver a Esteban llorando como un niño y decide terminar con la broma). Yo también te amo Esteban, tú eres lo más importante en la vida para mí. (Lo abraza).
E: (inspira profundamente para calmarse un poco). No vuelvas a hacerme esto nunca más, por que soy capaz de matar a cualquier hombre que vuelva a tocarte. (Se tranquiliza) Y ahora vamos que va a empezar la ceremonia.
M: bueno, y ¿Qué vamos a hacer con mi aspecto? Aunque no te guste, no tengo otra cosa que ponerme para la boda.
E: y ¿quién te ha dicho que no me guste?, sólo que creí que ya no me amabas y que cualquier otro podría enamorarte, pero ahora que se que me amas sólo a mí, quiero que todos sepan que la mujer más hermosa y sensual de todo el barco es mía. (La besa).
Su boca sabía fresca, vibrante, llena de promesas, como el más exótico de los frutos de un jardín que solo él podía saborear.
M: (sin ganas de dejar de besarle y con los labios pegados a los de Esteban) ¡mm tenemos que irnos o nos perderemos la ceremonia!
E: (de la misma forma) ¡mm que se vaya al infierno la ceremonia! (la atrae hacía sí con más fuerza).
Al atraerla hacia sí, sintió la suavidad de sus senos apretados contra su pecho, las caderas de ella apretadas contra las de él, haciéndole hervir la sangre.
Empezó a acariciar su espalda desnuda con ambas manos.
E: (pensando). Tiene la piel tan suave como el terciopelo.
Y Ya, no pudo soportar esa femenina atracción, la tomó en sus brazos, la recostó sobre la cama y se dispuso a amarla, a tomarla por completo, a beber su néctar, a hacerla suya en todo el sentido de la palabra. Se recostó encima de ella, sintiendo todo su cuerpo presionado bajo el de él y empezó a besarla sin miedo, con pasión, con deseo. María se aferró a él, recibiéndolo con profunda curiosidad, con un apetito que la hacía estremecer. Esteban sintió que una sensual electricidad recorría el cuerpo de ella y eso alimentó aún más sus propios deseos ya no podía parar, había perdido el control. Dejó de saborear su boca, para besarle el cuello, después empezó a besar todo el camino desde el centro de su barbilla hasta su vientre. Ni una mínima parte del vientre que ese vestido dejaba al descubierto quedó a salvo de los besos de Esteban.
Entonces ella reaccionó y de un salto se levantó de la cama y se alejó de él.
M: esto no está bien, no está bien.
E: pero María, tú también lo deseas.
M: pero no así, ¡así no!
E: ¿pero a qué le tienes miedo? Yo te amo y tú me amas
M: mira Esteban, sí, te amo, pero soy de esas mujeres que piensan que estas cosas no se hacen hasta después del matrimonio.
E: hay mi amor, ¡no dejas de sorprenderme! ¿Sabes? Lo prefiero así.
M: bueno, entonces voy a acercarme a mi camarote a arreglarme un poco.
E: está bien, me doy una ducha fría y te recojo en 20 minutos.
Esteban le abre la puerta y María sale.
M: hasta ahora (lo besa en los labios).
E: (divertido). ¡Vete ya anda! Enseguida paso por ti.
Mientras Esteban se duchaba, se prometió que sería paciente con ella, que la esperaría, la esperaría todo el tiempo que fuese necesario.
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Uno más
@StacyHernandez8

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EL CASTIGÓ DE AMARTE Where stories live. Discover now