Han pasado 15 años desde el estreno de Stranger Things y sus productores lo quieren celebrar a lo grande: con una nueva temporada que reencuentre a todos sus actores. Pero esto no será una tarea fácil, pues su principal protagonista, Millie Bobby Br...
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No debió volver.
No tenía que volver.
Eso era lo que la mente de Millie le repetía una y otra vez sin parar. Se encontraba completamente encerrada en la habitación de invitados de Paige desde que le dieron el visto bueno para volver a ser Eleven. Todos en la habitación la habían felicitado y Carmen le había dicho que le harían llegar el contrato mediante su representante y fue en ese preciso instante que el mundo se le vino abajo. El golpe de realidad de que estaba de vuelta en Hollywood fue más grande que su fuerza de voluntad y le vino como patada en el estómago. Paige estaba preocupada, Millie apenas salía de la habitación a comer, estaba incluso más apagada y reservada que cuando volvió y las esperanzas de recuperar a su antigua hermanita, la chispeante, abierta y cariñosa Millie que encantaba a todo el mundo con su dulzura y preocupación, desapareció.
Millie sentía el cuerpo adolorido, tieso, se sentía mareada y cansada, pero por sobre todo se sentía tonta e inútil, como si todo lo que había avanzado en años se hubiese ido a la basura de golpe. Ver a Finn de nuevo había sido doloroso, en primera instancia reaccionó estando a la defensiva, pero ella no era así: no era fuerte, no era ruda, lo que había hecho no era una barrera de defensa que pudiera mantener en el tiempo porque su cuerpo ya no resistía como antes. Tenía pena de haber llegado a pensar que estaba recompuesta, porque en realidad se sentía completamente rota y no estaba lista para empezar desde cero. Fue así como pasó días aferrada a una almohada llorando en silencio, añorando la seguridad y calidez de Turquía, la confianza que Mary le inspiraba y extrañaba su voluntad de querer cambiar las cosas.
Se odiaba por estar ahí, por abrir viejas heridas que no quería volver a vivir ni sentir, odiaba pensar los cuchicheos que debían existir desde ya en el estudio. Era tan tonta, ¿cómo siquiera se le pasó por la cabeza que podía volver a ser protagonista de una superproducción sin que todo el mundo se enterara de que había vuelto? El estrés la estaba destruyendo, y junto a eso la soledad, sabía que el tiempo corría, que la productora ya esperaba respuestas y que, por lo tanto, no podría seguir escondiéndose.
—Ya fue suficiente Millie —el sonido de la voz de su hermana la trajo de vuelta a la realidad —tenemos que hablar.
Paige fue la primera en romper la burbuja en la que se había estado encerrando, sonaba preocupada, incluso algo acongojada, en el reflejo de sus ojos se podía ver un atisbo de angustia, ella no acostumbraba a ver a Millie así e ignoraba por completo que, en realidad, lo que estaba viendo, era lo que había sido la menor la mayoría del tiempo que estuvo lejos: un fantasma, una sombra.
