iv. Duff McKagan.,

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SO FINE

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SO FINE.

-¿Cómo es que ella puede verse tan genial?- pregunté, dándole un trago a mi cerveza.

   Maggie estaba en el escenario improvisado cantando la última canción de la noche. Era de The Doors, su banda favorita. Luego terminó y la banda recogió sus cosas.

   -No lo sé, hermano- me respondió Izzy, mi mejor amigo.

   -¿Cómo es que se puede ver tan bien después de...?- dije al recordar cómo estaba feliz cantando. Con su vestido verde hasta las rodillas y su cabello rubio también corto que se movía al mismo ritmo. De igual manera, recordé cosas que prefiero olvidar.

   -Shhh, no lo digas- me calló-. Viene para acá.

   Al escuchar eso, rápidamente me puse alerta, arregle mi cabello y mi ropa de una forma rápida, quería verme presentable.

   -Ni lo intentes- me dijo el de cabello negro-. Nada va quitarte tu pinta de drogadicto.

   Le saqué el dedo del medio y espere
a que llegará.  Solo se acerco con nosotros y sonrió, no dijo nada. Izzy y yo estamos tan acostumbrados a eso que lo interpretamos como un saludo.

   -¿Qué han hecho?- preguntó tras un rato donde únicamente se dedicó a darle tragos a su bebida azul.

   -Lo mismo de siempre...

   -Ya sabes, trabajar en...- no me dejo terminar porque me interrumpió.

   -¿Es broma, verdad?

   -No, no lo es... ¿Por qué lo sería?- a ella nunca le gustó que trabajara como obrero en esa fábrica.

   -¡Te dije que lo dejaras!- dijo molesta-. Ya no tiene caso, McKagan. Solo haz lo que te gusta. Toca el bajo y convierte en esa estrella de rock que siempre quisiste.

   -Simplemente es la historia de un hombre que intenta ganarse la vida- trato de bromear Izzy para aligerar el ambiente. Maggie le dio una mirada de enojo- yo... me voy- y se fue.

   -Trabajo todo lo que puedo... ¿No puedes apoyarme aunque sea una vez, Margaret?

   -No me llames así- me respondió entre dientes.

   -Muchas veces me han tirado de tonto, Maggie.

   -Lo siento, Duff... pero no puedes seguir así, no quiero que arruines tu vida.

   - Lo hago por nosotros, Maggie.

    -Ya no hay un nosotros- se fue. Se fue de la misma manera que lo hizo hace algunos meses. Y lo aún así, me volvió a dejar con el corazón roto y un nudo en la garganta. Izzy se percató y llegó hacía mí. Me dio un par de palmadas en la espalda y suspiré.

   -Vamos, hermano- me dijo.

   -¿Cómo es que puede verse tan bella?... ¿Cómo ella pudo ser mía?

   -Te juro que no lo sé.

   Izzy siempre estuvo ahí para apoyarme, y lo va a seguir haciendo así como yo con él. Siento que le debo un favor porque mis amigos siempre están ahí para mí.

   La siguiente vez que la vi luego de eso fue dos semanas después. Pero solo la vi. No quise hablar, no pude hablar. Pero recordé. Lo hice aún con amargura.

   Nunca les agrade a sus padres. Yo, para ellos, soy "demasiado sin futuro". Con mi estilo punk, con mi banda, con mis sueños, decían que arruinaria a su hija. Si supieran cómo la conocí. Si supieran que ella es la vocalista de una de las mejores bandas de la zona. Por eso hicieron lo posible para separarnos hasta que un día lo hicieron. Ella y yo ibamos a casarnos, solo casarnos, sin una boda, solo los dos. Ibamos a huir de Seattle y viviríamos en Los Ángeles para probar suerte en la música, pero jamás lo logramos. Por eso les prometí a toda su familia y a mí mismo que iba a trabajar tan duro como pueda para poder darle el futuro que ella merece aunque sé muy bien que ella se lo puede dar sola. Pero así como soy parte de su pasado, quiero estar en su presente y futuro.


    Su casa es grande. Es blanca y totalmente lisa con el techo rojo. Su casa tiene muchas ventanas. Su habitación tiene un balcón. Yo puedo subir por ahí y verla. Yo estaba esperando. Cuando por fin las luces se apagaron realmente me alegré. Pude subir y ella también se puso feliz. La abrace como nunca lo había hecho y aspire el aroma de su cabellera rubia.

  -Te extrañé - susurró en conjunto a una sonrisa genuina.

   -Yo más-. Le respondí para tomarla de la cintura y besarla. Esta es de nuestras mejores noches, lo sé.

    -¿Cómo están todos?- me pregunto tras un rato sin separar nuestros labios.

    -Muy bien, pero hiciste mucha falta. Fue un mes largo sin ti- le confesé.

   -Te amo, Duff, te amo para siempre.

    -¿Sabes? Antes miraba al cielo en la noche y lo único que podía ver era oscuridad- ella me volteo a ver y me observó con anhelo y atención-. Pero ahora que tu estás, puedo ver las estrellas y quiero alcanzar una para ti.

   Los dos siguientes meses fueron mejores. Aunque no la podía ver diario ella ya no estaba a miles de kilómetros, porque por fin había salido de vacaciones. La noche que terminamos fue terrible. Ambos lloramos y nos dijimos cuánto nos amamos. Ahí fue cuando hice mi promesa que ya tenía planeada con anterioridad.

   -No es justo- le dije enojado, pero nunca con ella-. Cuando por fin las cosas van bien, cuando la historia se está haciendo el libro se quema y nos deja desechos-.

   Fue lo que le dije esta vez con lágrimas para después salir por la puerta aunque ella aún tuviera mi corazón, ese que siempre le va a pertenecer.

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