Parte 4 Gale y una flor naranja

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Nos despedimos y acordamos vernos en clase. No estaba nada entusiasmada pero había tomado una decisión y estaba dispuesta a cumplirla. Como no había ido nunca aún, me costó un poco encontrarla ya que siempre había evitado esa zona. Cuando llegué Gale estaba sentado en la primera fila e identifiqué a Peeta sentado dos filas más atrás. Como entré tarde, todo el mundo se giró para verme entrar. Me puse muy nerviosa y me senté en la última fila, ni con Peeta ni con Gale, en una posición neutral. La gente volvió la vista hacia adelante pero vi a Gale sonreírme e indicarme con la mirada el asiento vacío a su lado. Le di a entender que más tarde, no quería volver a levantarme.

Cuando terminamos nos fuimos los tres a ver a Coin. Cuando supieron de nuestra colaboración se pusieron muy contentos, sobretodo Plutarc (de hecho a Coin no le hizo mucha gracia ver que finalmente me unía, pero se alegraba por tener a Peeta en el equipo). Rápidamente organizaron una sesión de grabación para mañana y nos dijeron que nos mantuviéramos a la espera. Me contaron que Cinna había diseñado mi traje y no pude evitar emocionarme. Peeta no tenía traje pero utilizarían el mismo patrón y nos harían un conjunto a juego.

- Me temo que Cinna... –dijo Plutarc, insinuando su muerte. Yo asentí.

- Lo sé, justo antes de entrar a la arena se lo llevaron a rastras.

- No sabía eso –dijo Peeta preocupado. Yo asentí con tristeza.

- Lo castigaron por el traje de Sinsajo y para desestabilizarme a mí le dieron una paliza cuando entré en el tubo –me puso una mano en la espalda para animarme.

- Estoy bien, no pasa nada. Ya había asumido que... –no pude terminar la frase.

- Te llevabas muy bien con él, ¿verdad? –preguntó Gale. Claro, él no sabe nada de mi vida en el Capitolio. Él solo sabe lo que salió en la tele, que ya es muy traumático de por sí, pero no se imagina qué otras cosas vivimos.

- El Capitolio encuentra muchas formas de torturarte –decidí no contarle lo del avox del distrito 12, pero si, no se podía hacer a la idea de lo que habíamos pasado.

Todo el buen humor de la mañana me desapareció. Vivíamos en un mundo demasiado cruel. Salí de la sala apesadumbrada.

- Oye, ¿por qué no aprovechamos la concesión de caza para salir y animarte un poco? –me propuso Gale. No era mala idea porque me sentía francamente mal.

- ¿Te apuntas Peeta? –supe al acto que eso debió fastidiar a Gale, pero lo ocultó muy bien.

- No soy bueno para ir a cazar, ya sabes que hago mucho ruido. Id mejor vosotros y yo de mientras aprovecho las pinturas –eso fue muy amable de su parte pero supongo que después de haber dormido conmigo tenía cierta confianza en sí mismo. Me obligué a alejar ese pensamiento de mí.

No puedo describir lo que sentí cuando el aire fresco me tocó la piel. Gale evitó hablarme de "trabajo" y disfrutamos de un día soleado al aire libre. Sin embargo, no pudo evitar no sacar el tema de Peeta.

- ¿Así que ya no sigues enfadada con él?

- ¿Por qué preguntas eso? –pregunté a la defensiva.

- Estos días lo evitabas pero hoy ya has hablado con él con naturalidad –me revolví un poco inquieta encima de la roca en la que estaba sentada.

- Muy observador.

- Me alegro que estéis más animados. Costó mucho sacaros de ahí así que es mejor que estéis a buenas por lo menos.

- Tenemos personalidades muy diferentes, además que yo soy muy difícil de tratar –dije sin querer profundizar en el tema y revolviendo el manto de césped bajo mis pies. Cogí una pequeña flor de color anaranjado. No me parecía bien hablar de Peeta a sus espaldas.

Juntos en el 13 (Juegos del Hambre)Where stories live. Discover now