Capítulo 02

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Narrador

13 años después

Slim. El doctor Michaels siempre la llama así desde que era cría y cuando estaban solos. Le traba bien, él siempre revisaba su cuerpo desnudo sin esa mirada grotesca que otros tenían al verla. Andaba desnuda desde que tiene memoria, la ropa le incomodaba pero al doctor le incomodaba más verla a ella de esa forma. Cada vez era más grande según él y su cuerpo ya era perfecto para aparearse. Él le habia explicado siempre lo que ocurría con su cuerpo y cual sería su finalidad.

Concebir una nueva especie superior... Tal vez, algún día.

No lo entendía. ¿Una cría? Porqué querría tener una cuándo apenas acaba de dejar de ser una hace un mes.

Era una hembra joven desde su primer celo hace un mes, la temperatura de su cuerpo fue insoportable y la humedad en sus muslos mucho peor, una experiencia que había sido muy incomoda para ella, el doctor Michaels la había mantenido más en esa extraña sala de enfermería para hacer pruebas con su sangre y otras sustancias.

También la había convencido de que mantuviera la calma cuándo llegaron muchos desconocido para ver qué su hermana y un macho especie nuevo se uníeran en una sola celda que parece haber terminado mal.

Ella pocas veces había visto a un macho especie. El doctor le había dicho lo que pasaria entre el macho y su hermana pero una de las hembras especies de las celdas le había explicado el acto de apareamiento de una forma más explícita y algo grotesca.

Le asusto. Slim no dejaría que un macho la monte sin su consentimiento.

Tiempo después de que su hermana y el macho estuvieran encerrados se había escuchado sus gritos de terror, ese macho había querido matarla pero la salvaron antes de perderla.
Su hermana era la hembra más especial aquí pero desde ese día dejaron de confiar en ella, primero ella había sido preñada hace un año cuando inició su celo para comprobar su fertilidad en acción, pero perdió a su cachorro y tres intentos más después le había pasado lo mismo, esperaban que este macho traído de Rusia pudiera ser lo suficientemente bueno para preñarla y que ella ahora si pudiera alumbrar a una cría viva. Pero no funcionó.

Los tipos desconocidos que habían llegado para ver a 23, estaban descontentos y en sus recorridos por las celdas habían aprovechando para ver las demás hembras y a ella.

Miraban su cuerpo a detalle, era incomodo como lo hacían, sentia sus toques sucios en sus redondos pechos, pequeños pelliscos en sus nalgas y sus horrendas declaraciones de lo que le harían si no fuera un animal retrasado. Hubo un par de hombres humanos que no la tocaron, ese teniente que ponía mala cara y la ignoraba al verla, y un hombre más robusto con muchas decoraciones en su uniforme militar, este parecía el jefe de todo, ya que les grito a todos los hombres que eran degenerados al desear un animal. Este señor General  la veía con intensidad y rabia al mismo tiempo como si quisiera algo de ella pero lo reprimia, cuándo el malo teniente le dijo que ella sería su regalo por los contratiempos, el otro dijo que ya tenía un gato entrenado en casa y que no estaba interesado en entrenar otra, pero aún podía cambiar de opinión... Tal vez.

Era una retrasada para todos porque no podía hablar, tal vez esa era la razón de su rechazo pensó la felina. Pero en realidad los entendía bien, más no podía responder para defenderse, simplemente el habla no era algo importante para ella, lo que sí podía hacer era bufar y arañar como su instinto lo indicaba.

Ahora estaba encerrada en una fea celda de castigo, olía mal, estaba húmedo y frío, el choque eléctrico que recibio de su querido doctor Michaels le impidió moverse por mucho tiempo. No recibiría comida hoy, tal vez tampoco mañana, por no querer aparearse con dos de los hombres humanos a los que el  teniente Ivannova "prestó un rato".

A veces maldecia haber nacido hembra pero lo olvidaba cuando Michels entraba a su celda a darle golosinas en secreto porque era su pequeña, él le hablaba con cariño mientras cepilla a su largo cabello después de su baño diario, siempre esperaba que ella dijera algo. Quería oír su voz algún día, que dijera más de una palabra.

Imposible, lo había intentado pero las palabras... El sonido no salia de su boca. Hasta que un día había dicho NO, a una inyección. Michels siempre decía NO cuando hacía travesuras como quitarle los lentes y corren esperando que la atrapara, algo casi imposible para el viejo doctor.

Michaels siempre le decía que debía portarse bien, ya llegaría en día en que ella podría hacer lo que quisiera fuera de una celda. Le creía. Algún día sería libre, cómo él lo había prometido.

Pero lo más importante es que no tendría que ser un experimento de concepción para el beneficio de otros, tendría una vida y la disfrutaría.

Por ahora solo podía soñar tras las rejas. Pronto entraría en celo y la idea era que ese día se la darían a ese General Hunter pero él ya la había rechazado temporalmente hoy así que Ivannova pensaría que hacer con la hembra que consideraba inútil.

Ella le tenía miedo a ese teniente, los hombres humanos eran más fuertes que ella y tenian esas armas eléctricas que la lastimaban, pero no se rendiría.

—Pequeña... Come esto.

Michels, traía una bandeja con atún y agua. No estaba molesta con él por el choque eléctrico que recibio de sus manos, entendia que ambos no debían tener relación alguna. Que debía odiarle, pero no, el dulce anciano estába ahí procurando que estuviera bien.

—Menudo problema en que me has metido, Slim.—mencionó mientras deslizaba la bandeja en el piso. — El teniente está sobre mi cada que haces algo. No me mal entiendas estuvo bien que te hayas defendido de esos hombres pero no debías herirlos. Ivannova es furioso y quiere que..., dijo que debía entregarte a los demás machos o...

No pudo terminar, él no podría asesinar a Slim jamás.

—No —ese fue es intento invaloro de Slim por comunicar su desacuerdo al apareamiento con un macho.

— No hay nada que hacer. Siento que ya no podemos retarsar esto más. Lo he intentado pequeña, pero ya no puedo hacer más.

— ¡No! Agh..., No

Él, la observa, ve el miedo y fragilidad.
No podía quedarse de brazos cruzados. Michels había pensado en la posibilidad de que ella tenga que aparearse con algun macho peligroso o todos en general. Le partía el corazón imaginar que la obligaría a reproducirse como un animal sólo para observar y restristar lo que pase.

Era la única hembra fértil que no había sido probada ahí, aún sabiendo eso el teniente no le tuvo fe ni una vez y creía que sólo sería una pérdida de tiempo. Pero ahora el hombre estaba desesperado y temia que se tragaria su orgullo y le entregará a Slim al nueva especie que llegó de Rusia y rechazo a 23. Fue un alivió cuándo el general Hunter había rechazado a Slim como regalo pero ahora nada le daba inmunidad, ella ya no tenia un propósito para el teniente, así que la usaría para cualquier cosa.

El macho aprobado traído de Rusia estaba registrado como 810, este era el nueva especie que debía fecundar a la hembra aprobada por ellos, el único problema era que ya no tenían una. 23 fallaba todos sus embarazos desde que comenzó a cópular. Fue más nefasto cuándo la unieron a 810, él la ignoro por horas y cuando ella se mostró respectiva al apareamiento el macho mostró indicios de querer asesinarla. 810 no acepto a nuestra hembra aprobada así que estamos en la nada.

Michaels estaba contra la espada y la pared: Darle a Slim una muerte sin dolor con sus manos o dejar que muchos machos  especie abusen de ella y posiblemente la maten... Tal vez no moriría si eligiera lo segundo, ella podía resistirlo, tal vez Slim no tendría que cópular con todos los machos aquí, tal vez... Tal vez 810 aceptaría a Slim y ella a él sin violencia de por medio.

Si, tal vez haría algo de tiempo hasta que pudiera lograr que Homeland la rescatara. Estaba decidido, solo quedaba lograr que el teniente aceptará su unión de apareamiento y que 810 cooperara con él y no mate a Slim hasta entonces.

Especies Alteradas Where stories live. Discover now