Día 0

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Abril 2011

El día en que conocí la luz:

Usualmente caminaba todas las mañanas para llegar a la escuela. Como me quedaba bastante lejos salía cuarenta y cinco minutos antes para no ir contra el tiempo. Correr e improvisar no era mi estilo, me gustaba la rutina y el orden, pero ese día por primera vez en mucho tiempo me quedé dormido, eran las siete menos cuarto y entraba a las siete en punto a la escuela. El día anterior llegué tarde a casa porque me retuviste después de la fiesta. Me hablaste por tres horas completas de ti, de tu familia, de tus sueños, me contaste querías ser actor —lo cual era impresionante para alguien de este pueblo—, me contaste que tenías miedo a la oscuridad y miedo a morirte sin cumplir tus sueños. También me preguntaste acerca de mí, no tenía mucho que contar, pero lo poco que te dije lo escuchaste con atención, estaba conmovido, pero no te lo hice saber, nadie antes se me había interesado tanto por mí.

Para cuando llegué a casa eran las tres de la mañana, mi madre me esperaba enojada, aunque vivíamos en un pueblo y no había peligro, no era normal que un niño de catorce años llegara a esa hora. Después de un largo regaño me cepillé los dientes y me fui a dormir con una sonrisa —o bueno eso intenté— porque no dejaba de pensar en lo extraño e interesante que me resultabas.

Llegaste a mí sin ningún motivo, y me hablaste como si me conocieras de toda la vida. Luego de pensar una hora más en ti finalmente dormí feliz, pensando que por fin había hecho un amigo.

Las mañanas en el pueblo eran frías, contradictorio al clima horriblemente caluroso que hacía después de las ocho de la mañana.  Yo iba corriendo tratando de llegar a la primera hora, el sonido de una bocina me detuvo, un auto negro se detuvo a mi lado y una cara familiar salió desde el asiento de atrás.

—Hola, ¿quieres que te lleve?— Me saludaste con tu alegre voz. Yo dudé por un momento, pero insististe. — vamos, es tarde—  Subí al auto y olía a canela, bueno no el auto, tú olías a canela, ayer lo noté, me gustaba tu olor.

Cuando llegamos a la escuela te despediste de tu hermano Joss que era 3 años mayor que tú, y te bajaste del carro, en ese momento pensé que te avergonzaba y no me ibas a hablar durante las horas escolares, pero cuando me bajé esperabas al lado de mi puerta.

— Las horas de matemáticas a primera hora deberían ser ilegales, ¿no lo crees?

Yo sonreí tímidamente, aún no me acostumbraba a tu espontaneidad —A mí me gustan las matemáticas— dije

—Ohhh, eres un total nerd, en serio— te burlaste.

— Me gustan, pero no creo que deban ponerlas en la primera hora.

Álzate tus dos pulgares en aprobación y me diste una amplia sonrisa.

Esa fue la primera mañana juntos, yo estaba tan feliz de tener un amigo que ni siquiera presté atención a las clases. De un momento a otro mi mundo solo y oscuro se pintaba de colores  y yo no podía creerlo. Tenía miedo que no fuera real, así que todos los días durante la escuela cada tanto volteaba hacía tu lugar y si contaba con la suerte de que te dieras cuenta de que te miraba, me sonreías y yo me tranquilizaba al saber que estabas ahí, que no era un sueño.

El camino para llegar a ti.Where stories live. Discover now