Primera vez que Temo usa la tanga amarilla

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Temo caminaba nervioso de un lado a otro en su habitación mientras miraba con recelo la prenda amarilla que estaba en su cama.

Años atrás, Ari no dejaba de molestarlo para que la usara, le había provocado incontables sonrojos en su adolescencia, incluso ahora que ya llevaban más de un año viviendo en la ciudad, el rizado mencionaba de vez en cuando aquella prenda.

Es por eso que decidió que hoy le daría una pequeña sorpresa.

Temo ya se sentía más seguro con su cuerpo, aún se avergonzaba un poco pero al menos, cuando estaban haciendo el amor, el pudor se iba por el caño. Claro que esta vez era diferente. Usaría esa diminuta prenda frente a su novio, a plena luz del día. Aprovecharían para usar la piscina de Pancho y Susana, estarían los dos solos porque al parecer, tanto su papá como él mismo habían tenido la misma idea. Sorprender a su familia con una visita. 

Ahora mismo, Pancho, Susana y los niños estaban en la ciudad mientras que ellos dos estaban en Oaxaca así que estarían solos hasta mañana. 

"¿Aún tardas, tahi? ¡Ya quiero entrar a la alberca!" preguntó Aristóteles del otro lado de la puerta, Temo corrió a esta, poniéndole el pestillo.

"A-adelantate, es que no encuentro mi traje de baño"

"Pues si te vienes desnudo mejor para mi, amor" Temo sonrió, imaginándose a a la perfección la sonrisita coqueta que apostaría que estaba en el rostro de su novio en este momento.

"Si te vas ya tal vez me lo piense" respondió.

"¡Adiós!" de inmediato se escucharon los pasos del rizado alejándose de su puerta, provocando la risa del castaño.

Un poco más tranquilo con esa charla, se sacó la ropa y se colocó la diminuta prenda. Evitó verse al espejo, ya que si lo hacía estaba seguro de que se acobardaría.

Caminó por la casa vacía, descalzo, hasta salir al patio. Ari ya chapoteaba en la piscina, sumergiéndose y nadando de aquí para allá. Por un momento se quedó embelesado mirando la fuerte espalda de Aristóteles cubierta de agua. Casi jadea cuando el rizado se echó el cabello para atrás, aún dándole la espalda.

Se acercó, con los nervios multiplicándose a cada paso que daba. "Ari" llamó en voz baja, mordiéndose el labio.

"¡Ya era hora, tahi! Entra ya, el agua está- " Aristóteles finalmente giró y casi se ahoga al ver a su novio parado fuera de la piscina.

Temo lo miraba avergonzado aunque secretamente complacido por la reacción de su novio.

Ari recorría lentamente con la mirada el cuerpo del menor, desde sus labios, los cuales mordía, pasando por su cuello y clavícula, deseando dejar unas cuantas marcas en su preciosa piel blancuzca, miró su pecho, admirando los dos botoncitos y luego bajando hasta ver su cintura, estrecha y en donde sabía que sus manos se amoldaban a la perfección, finalmente llegó a la prenda amarilla, que abrazaba la cadera de su novio de una manera deliciosa, su bulto se marcaba a la perfección y su trasero lucía incluso más grande que con su ropa regular. El color amarillo resaltaba el color de piel del castaño.

"Dios mío, Cuauhtémoc, un día de estos vas a matarme" habló Ari por fin, nadando hasta la orilla para poder salir. Caminó hacia su novio, empapando el camino hacia él y, cuando lo tuvo enfrente, tomó su cintura y lo atrajo bruscamente contra su cuerpo, besándolo con fuerza. Sus dientes chocando y lenguas enredándose.

Temo gimió en medio del beso y se separó, jadeante y sonrojado. "Si me ibas a besar así me hubiera puesto la estúpida tanga hace años"

Ari se rió, bajando las manos hasta darle un apretón a las nalgas cubiertas de esa tela amarilla. "Pues deberías usarla siempre. Te ves bien, tahi"

Primera vez || AristemoWhere stories live. Discover now