Capítulo 28.2

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David paró de caminar más o menos en mitad del callejón, donde apenas entraba la luz y olía verdaderamente mal. Darren se acercó a él con gesto dolorido. Le dolía andar. David no entendía que era lo que pasaba pero no iba a tardar en averiguarlo. Cuando Darren se le acercó David sacó su propia pistola y se la colocó en la frente apuntándole con ella. Darren no mostró miedo, sino alivio, y eso sorprendió profundamente a David. Fuese lo que fuese lo que le hubiesen hecho, Darren deseaba estar muerto, y eso era algo que David no le deseaba a pesar de todos los problemas que le había causado.

—Hazlo. —le pidió el chico rubio, y eso bastó para que David retirase su arma lentamente y la guardase.

Darren fue incapaz de mantenerle la mirada y la desvió al suelo al tiempo que se llevaba una mano a los ojos. David se mordió los labios e hizo algo que jamás en su sano juicio habría sido capaz de hacer y que pilló a Darren totalmente fuera de juego. El chico de fuego miró a ambos lados del callejón y también hacia el cielo por si había alguna ventana, pero no había ninguna ni tampoco nadie en donde se encontraban cuando David se acercó a Darren y le puso una mano en el hombro atrayéndolo hacia él.

—¿Dónde están los hombres de Baref?

Darren se encogió ante el tacto de David y dio un paso atrás.

—No pienso decírtelo. Aunque lo supiese, no te lo diría.

El joven rubio parecía confuso y el de los ojos grises se dio cuenta de ello. David apretó los dientes. Ya sabía perfectamente lo que había pasado.

—Puedo ayudarte.

Darren dio una carcajada y retrocedió aún más.

—No puedes. Y aunque pudieses, no quiero nada tuyo Cobra. Solo eres un cretino.

David resopló levemente. Si lo que creía era cierto, no quería que Darren se pusiese aún más en su contra.

—En eso estamos de acuerdo.

Aquella afirmación pilló a Darren tan fuera de juego, que David aprovechó para insistir:

—Necesito información, y con Maek muerto y Baref fuera, debemos de cubrirnos las espaldas antes de que nos coman.

Darren bufó, recuperando la compostura. Seguía a la defensiva y precisamente por eso David estaba aplanando el camino entre ambos como podía. En otra ocasión no habría consentido nada de lo que Darren le decía, pero en ese momento, veía en él a un pilar importante en la red de contactos que quería tener. Que necesitaba tener.

—¿Quién coño te dice que estoy de tu lado?

David se encogió de hombros. Darren se lo había dejado fácil.

—Es sencillo. O estás de mi lado o lo estás de quien quiera que sea quien te haya violado.

David volvió a ponerle la mano en el hombro al joven rubio. Darren trató de alejarse, pero David se mantuvo quieto donde estaba y con un solo brazo le bastó para obligarlo a quedarse firme en el sitio. Darren jamás se habría permitido a si mismo tocar a otro hombre. Ni mucho menos acercarse a David, a Cobra, a su peor enemigo. Ese joven que siempre iba un paso por delante de él en todo. En ocasiones más de uno. Darren negó con la cabeza, pero en ese momento estaba tan roto y las palabras de David habían dado tanto en el lugar exacto donde dolía hondo, que no pudo hacer otra cosa que venirse abajo. David vio como los ojos de Darren se llenaban de lágrimas al tiempo que crispaba el rostro y como contenía el aliento por los sollozos. Darren, al fin y al cabo, también era un joven que a veces tampoco sabía como solventar situaciones. Nadie le había enseñado.

CIUDAD DE FUEGO© (3)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα