La tercera es la vencida

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Está escrito con canciones de Pxndx de fondo, imaginense la calidá
Inicia en el dia que no paso y de ahí, se pierde el rumbo.
No indispensable, pero deseable haber leído Mortífago de Metanfetamina para entender esta historia. 


La noche anterior era solo una bruma espesa en tu cabeza, tienes esa sensación pastosa y amarga en la boca; como si hubieses pasado dos horas en el dentista con la boca abierta, pero el sufrimiento de tus músculos descartan por completo esa teoría. Un incipiente martilleo en el cráneo se apodera de tus sentidos mientras una incesante e inevitable pregunta te ronda por la cabeza como un fantasma ridículo ¿Qué pasó ayer?

Un grito grave taladra tus oídos y te hace abrir los ojos mas a fuerza que de a ganas y es ahí cuando el aliento se te congela sin saber por qué, no reconoces al hombre que sale por la chimenea envuelto en un torrente de llamas verdosas. Va gritando un nombre que crees recordar vagamente "Blaise", repite una y otra vez mientras se queda parado frente a las llamas, de sus manos cae un líquido viscoso que se te asemeja a la sangre.

No te ha visto, algo bastante difícil si a mi me preguntas, tu tamaño nunca ha pasado desapercibido. Pero tu si que has podido observar su perfil durante el minuto en que ha gritado como un desquiciado, tiene el cabello negro aplastado en la frente por el sudor, la piel blanca y su abrigo están manchados por la misma substancia que sus manos y al final descubres que tiene los ojos más azules que has visto en la vida.

Lo has averiguado porque ha clavado su mirada en la tuya, tiene la misma expresión acelerada que te devuelve el espejo después de una misión suicida para salvar el mundo; pero al mismo tiempo es diferente, distante y helada. Está a punto de abrir la boca, tal vez para preguntar quien eres o qué haces ahí, cosas que ni tu mismo podrias responder cuando un hombre alto enrollado en una bata mal puesta aparece; con tu hermano aún más desnudo caminando detrás.

El hombre de la chimenea no se olvida de ti, su mirada sigue fija en tu torso desnudo y por una vez, no intentas ocultarlo. Klauss camina hacia el sillón donde has pasado la noche con una sonrisa que no le cabe en la cara mientras su acompañante mira al que supones es su amigo de arriba a abajo, juzgandolo; reprochado que sea un maldito desconsiderado y psicópata. Cuatro carraspea para llamar su atención y hacerles saber que los está escuchando.

El tiene mayor experiencia que tu para lidiar con las resacas, las drogas y todas las cosas que estás seguro probaste por primera vez la noche anterior, pero realmente no recuerdas. Lo único que has entendido de lo que han hablado es que efectivamente ese hombre está cubierto de sangre, pero el embotamiento te impide alarmarte. La mirada del chico con el que tu hermano ha pasado la noche se ilumina al volver la vista hacia ustedes, ensancha la sonrisa hasta parecer un tiburón; sus gestos son tan calculados que se te antojan misteriosos. Intenta mentir.

Klaus lo interrumpe desestimando sus palabras, propone una solución al problema: tu. Y para cuando eres un poco más consciente de lo que sucede a tu alrededor ya tienes el abrigo puesto, tu hermano parece un gato acurrucado en el sillón y le estas dando la dirección de la Academia a un perfecto desconocido con el que tu hermano durmió la noche anterior.

Un sonido gutural de impaciencia los interrumpe, el tiempo al parecer se les agota y deben salir corriendo de allí, Blaise, cómo relacionas se llama el dueño de la casa, levanta un palito de madera en dirección a su amigo y desaparecen las manchas en un segundo. Quisieras cuestionar lo que acabas de ver, pero tu mismo nacimiento fue un acontecimiento imposible de explicar para todo el mundo y callas.

Mientras el otro promete mantener un perfil bajo, los segundos pasan y tu mente intenta comenzar a trabajar, sin mucho éxito aunque algo en el fondo intrínseco de ti dice que lo que están haciendo es una pésima idea, una terrible idea, pero te vuelves a perder en la figura de ese que apenas te llega a los hombros y en un instante de imprudencia contra toda razón decides hacer lo incorrecto por tercera vez en la vida, esperando que esta vez la tercera si sea la vencida.

Y es que verlo salir de esa chimenea fue como un bote de pintura cayendo salvajemente sobre una alfombra blanca e impoluta, ajeno al destrozo que ese evento causaría en tu existencia caminaste hacia la salida esperando que te siguiese el asesino y rogando reconocer el camino a casa. 

So Fuked UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora