15. Padre e hijo

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–Pierre... Yo soy tu papá.

El niño se le quedó mirando atónito y, en apenas un susurro, balbuceó con cierta incredulidad:

–¿Mi... papá...?

El Agreste asintió lentamente sin apartar la vista de su hijo mientras su corazón bombeaba la sangre por todo su cuerpo a una velocidad vertiginosa esperando, con un alto grado de nerviosismo, la primera reacción del pequeño.

Pierre giró el rostro hacia su madre como buscando su confirmación a las palabras de su presunto papá y, cuando la Bourgeois se lo verificó con un sutil movimiento afirmativo de la cabeza, el infante soltó un excitante grito de alegría. Se deshizo del abrazo de Chloé y fue corriendo hacia Adrien con una expresión de júbilo y felicidad en sus facciones.

–¡Papááá! –chilló como un loco a la vez que se lanzaba a sus brazos ante la atenta mirada de la rubia.
–Hola mi niño –le musitó al oído cuando finalmente lo tomó y lo alzó contra su pecho en su afectuoso achuchón–. No sabes las ganas que tenía de conocerte.
–Yo también –respondió el pequeño sonriente provocando que Chloé desviará sus ojos de esa tierna escena entre padre e hijo; pues ella era la responsable del distanciamiento entre ambos y ahora, viéndolos juntos, surgía el remordimiento y las dudas pensando en si quizás aquel día se equivocó al tomar aquella decisión–. El abuelo Gabriel me dijo que no podías venir a verme porque tenías mucho trabajo, pero que muy pronto te reunirías conmigo.

La Bourgeois se volteó como un resorte hacia su hijo sorprendida al escuchar sus palabras.

"¡¿Cuándo le dijo algo así a Pierre?!" se cuestionó intrigada.

La mujer era consciente que Gabriel Agreste siempre había abogado por que Adrien y Pierre pudieran conocerse. Sin embargo, llevar a cabo tal declaración...

"¿Cómo podría saber que se reunirían pronto?" se preguntó exasperada. "A no ser..." entonces una idea apareció de repente en su mente. "¡Qué él tenga algo que ver con esas malditas fotografías para intuir que esto ocurriría!"

Apretó los puños furiosa mientras percibía como toda su sangre ardía en su interior como el fuego del mismísimo infierno debido a la cólera que sentía. Sabía que no lo podría demostrar nunca pero, después de la inocente confesión de Pierre, no tenía ninguna duda que el mayor de los Agreste había sido el artífice de toda aquella situación.

"En el fondo, siempre supe que no podía fiarme de ese hombre" pensó rencorosa.

Adrien, por el contrario, agradeció que su padre lo hubiera estado encubriendo durante todos esos años. Así que siguiendo la coartada de su progenitor admitió:

–Lamentablemente, el abuelo tenía razón Pierre.
–Y ahora que estás aquí, ¿te quedarás con mamá y conmigo? –le preguntó esperanzado.

Sus ojos brillosos lo observaban anhelantes a la espera de una respuesta afirmativa. El Agreste echó un rápido vistazo a la rubia quien desvió inmediatamente la mirada incómoda. Así pues, ante el silencio de Chloé, el modelo emitió un suspiro resignado y volviendo a centrarse en su hijo le dijo:

–Me temo que no puede ser Pierre.
–¡¿Qué?! –exclamó estupefacto. El tono de decepción en su voz fue más que evidente–. ¿Por qué?
–Por el trabajo –fue lo único que pudo contestarle Adrien.
–¡Los papás de los demás niños también trabajan y viven con ellos! –le recriminó–. ¿Por qué tú no?¿Por qué yo no puedo estar con mi papá?

Ni contigo, ni sin ti [Adriloé]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora