Capitulo 44

2.7K 210 5
                                    

POV Aleksey
-Me conoces Derek, sabes que no haría una denuncia si no fuera necesario.- el policía de mi edad me observo dudoso.- esa loca ha invadido mi propiedad sin permiso y ha matado a mis animales. Si yo hubiese estado allí también me hubiese disparado ¡Y luego quiso quemar mi casa!- grite.
-Pero es de los Fischer...- dijo con miedo, como que si al nombrar ese apellido iba a invocar a algún demonio o algo.
-¡Me importa una mierda los Fischer!- golpeé el escritorio con la palma de mi mano.- dame esos papeles Derek o me veré obligado a hablar con tu superior- dije perdiendo la paciencia. Él no quería que hiciera la denuncia, sabía que si lo hacía, primero yo tendría problemas y él también por encerrar en un calabozo a Wanda. Me alcanzó los papeles con la mano temblorosa, como si estuviese muy nervioso. Los tome bruscamente y los arrugué un poco sin darme cuenta. Rellene los mismos con un bolígrafo tan rápido que hasta yo me sorprendí. La rabia que tenía había llegado a un límite que jamás conocí. Esa mujer había llegado muy lejos y la iba a detener. Estaba enojado también por haber recurrido a ella, si tan solo hubiese pensado un poco más no hubiese perdido ni a Leyna ni a mis animales, ni la puta paciencia ahora mismo.
Termine de llenar todo y se los entregue. Sabía que a partir de ahora le había declarado la guerra a los Fischer, pero me importaba poco.
Derek los puso sobre su escritorio y comenzó a redactar el expediente, era una denuncia penal, iría a juicio y presentaría todo lo necesario para ganarlo.
Ya en mi coche nuevamente, traté de tranquilizarme. Meyer y Ancel me observaban pero no hablaban, porque sabían que si decían algo los iba a mandar al demonio.
Trate de respirar profundo y de repente una gran angustia me inundó, era tan grande que se me llenaron los ojos de lágrimas pero no quería llorar adelante de mis compañeros.
Pensaba en mis animales, joder, los quería, los había criado desde que eran pequeños, eran la única ayuda que tenía cuando trabajaba y me había encargado de ponerle nombres a cada uno de ellos. Mi madre me había ayudado a comprarlos, hicimos muchísimo esfuerzo para tenerlos y ahora ya no estaban. Encendí el coche lentamente, como cuidando que mis demonios interiores no salgan de mi de repente.
-¿A donde vamos?- pregunto Ancel
-A mi casa, necesito ver cómo quedó todo.- ellos dos se miraron entre ellos y no dijeron nada, supongo que entendían la situación.
Recorrí el camino de siempre, pero ahora con mucha nostalgia, sentía que poco a poco iba perdiendo todo lo que tenía. Pensaba en cómo en cuestión de poco tiempo se había vuelto todo un caos y me sentía sobrepasado por todo.
Cuando llegue no pude evitar soltar algunas lágrimas sin que me vieran, todo estaba hecho mierda. Mi casa tenía manchas de gasolina y había sangre por todos lados.
-No hemos podido limpiar mucho porque deben venir los peritos policiales para sacar pruebas.- asentí mientras observaba todo.
-¿Donde han puesto a los demás animales?- pregunte.
-Los hemos llevado con tu vecino, solo han quedado cinco ovejas, dos vacas y un caballo. Necesitaban de alguien que los cuide.- respondió Meyer. Sonreí sin gracia. Tenía más de cuarenta animales y solo ha quedado eso, no entendía como Wanda había llegado a tal punto de locura.
Revise las paredes de la cabaña, olía a combustible, se había impregnado en la madera con la que estaba hecha, una sola chispa y todo se incendiaría.
-Herman le ha tirado tierra alrededor para neutralizar la gasolina.- dijo Ancel detrás de mi. Observe todo a mi alrededor, mis plantaciones ya estaban marchitas, no había animales, los árboles frutales estaban apestados, todo se había ido a la mierda. Meses atrás esto era un paraíso y ahora no es nada, hasta da lástima. Unas lágrimas cayeron por mis mejillas, había sido trabajo de años, me había criado aquí, mi madre vivió aquí desde joven, todo esto era parte de mi vida.
Entre a la casa, tome un bolso y metí dentro todas mis pertenencias, no eran muchas y después volvería a por más.
-¿Que haces?- pregunto Meyer.
-Me voy, no pertenezco más aquí. Todo lo que conocía ha desaparecido.
-Pero.. ¿te lo has pensado bien?- pregunto esta vez Ancel.
-Si, me lo he pensado bien. Este ya no es mi lugar, tengo que buscar otro.- hable convencido.
-¿Estas seguro?- dijo Meyer.
-¡Basta ya! ¡Si he decidido irme lo haré y punto!- grite. Ellos guardaron silencio. Lo último que puse dentro del bolso fue una foto con mi madre, la única que tenía de hecho, a ella no le gustaba sacarse fotos. Suspire y camine hacia afuera, una etapa había terminado aquí y no me resistiría al cambio.
Mis amigos me siguieron y en silencio nos retiramos del lugar.
-Viviré en el destacamento unos días, si no te molesta.- le avise a Meyer.
-Claro que no me molesta, sabes que es tu segunda casa.- dijo comprensible.
-Si necesitas algo cuentas conmigo, inclusive si quieres quedarte en mi casa.- hablo Ancel, asentí con tranquilidad. Le preste atención al camino que había delante de mi, probablemente sería una de las últimas veces que lo recorra.
Tendría que replantearme la vida otra vez, planificar que haría a partir de ahora. Tenía que seguir adelante, volver a recuperarme del todo. Quería darme otra oportunidad con Leyna, hacer las cosas bien con ella. Quien sabe en un tiempo poder darle un hogar y formar nuestra familia. No sabía lo que el tiempo tendría guardado para mi, pero lo averiguaría. Necesitaba darle un nuevo rumbo a mi vida, y lo haría cuanto antes. Estaba cansado ya de pasarla mal. Si sabía que esto era una prueba más de la vida y que debía superarla lo mejor posible.

ALEKSEY - Terminada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora