Sexto baile

243 50 6
                                    

Perdió el equilibrio y cayó al suelo. Jadeaba cansado. Estaba exhausto, estaba seguro que no podría levantarse o caminar bien por un par de días. Llevaba horas practicando, sin descanso alguno. Tres días ininterrumpidos le estaban pasando factura, se levantó y salió del sótano.

Llegó a la habitación de su hermano menor y se dejó caer sobre la cama. Aunque recibía las llamadas de su hermano y lo feliz que se sentía estando con la familia Min, él la estaba pasando horrible. Y se encontraba airado con sus padres pues ellos para evitar volverse el centro de atención en algo que los perjudicaría de manera muy notable. Habían resuelto en que la desaparición de JiMin era para llamar la atención y por lo tanto al no tener nada tarde o temprano regresaría.

El mismo observó a sus padres con odio, su madre volvió von sus amantes y su padre de nuevo a esos viajes largos donde ni siquiera daba una llamada para preguntar como estaba.

Al darse cuenta de la hora, sabía que debía seguir estudiando. Para él fue fácil hacer la transferencia de la educación de JiMin, no fue nada complicado hacer que sus padres firmaran a lo ciego, sin darse cuenta. Él solo dijo que quería una tarjeta nueva, aunque ni siquiera use la que le habían dado cuando cumplió quince.

Llevaba su bocina pequeña, su ropa para bailar, que solo consistía en unos jeans rasgados, una camiseta negra, su cubrebocas y una gorra. Salió de su hogar y aunque el chófer lo vió y le llamó para que subiera al auto se negó. Expresando que quería caminar un poco, y que no se molestara en ir por él, regresaría con unos amigos.

Las clases para él eran un suplicio.
SeokJin notó de inmediato el estado de animo de HoSeok. Había pasado una semana desde lo ocurrido, y su amigo castaño ahora apenas podía estar despiero en clases. Incluso, HoSeok no es alguien que tenga la costumbre de beber, pero hace dos días llegó a su casa con varias latas de cerveza, que se acabó en menos de dos horas. Caminaron hasta el jardín trasero de edificio, para hablar, sobre todo SeokJin quien estaba preocupado por au amigo.

- HoSeok, no debes descuidarte de ese modo- SeokJin le dijo preocupado- Entiendo que te sientas atrapado pero así no lograras nada...

- Lo sé, Seok, pero debes saber que solo quiero olvidar su ausencia...- dijo HoSeok sin emoción, aunque su rostro se veía cansado, no era el HoSeok de antes que sonreía- A ellos ya se les olvidó y duele hacer creer indiferencia cuando me hace tanta falta...

- Escucha, JiMin odiaría verte en este estado- SeokJin le dijo serio y autoritario- ¿Lo sacaste de esa casa para que no te viera tan destruído? Piensa en él HoSeok, le prometiste algo a JiMin, demuestraselo...

HoSeok lo pensó por un momento.
Él le había prometido a su hermano que los sueños se cumplían, que para eso eran. Para cumplirse y hacerlos realidad, no eran para dejarlos olvidados, y en ese momento que vió a SeokJin irse para dejarlo solo, supo que debía hacer algo.

Ya no iba a llorar, ya no iba a quejarse, no iba a hundirse en sus lamentos, no. Ya no mas de eso. Se levantó y salió del instituto. Fue a su casa, sacó sus cosas, y dejó todas las tarjetas de crédito que sus padres le habían dado. La servidumbre lo miró confusa.

- Joven Jung, ¿saldrá con amigos?- le preguntó la cocinera la verlo entrar a la cocina con una mochila llena de ropa y una maleta de gimnasio.

- Algo así, Noona- le dijo con una sonrisa y tomando una manzana salió de la que fue su casa por diecisiete años. Le sonrió a la mujer que le preparaba la comida para llevar a la escuela todo ese tiempo, esa fue su despedida.

HoSeok sintió el aire de invierno chocar en su cara. Ese era el primer saludo de la ansiada libertad. El camino iba a ser dificil y complicado. Se tropezaría muchas veces y otras tantas se caería hasta llenarse de tierra.
Sabía que la vida no era tan bonita como sus padres le habían dicho, casarse, tener una carrera, hijos, dinero... para HoSeok era cumplir sus sueños, esa era la vida.
No la de caja de cristal que habían armado sus padres para su hermano, no el plan que habían trazado para él.

Esa tarde, faltó a sus clases y supo que podría cumplir sus sueños.
No iba a fallarle a su hermano y tampoco se fallaría así mismo. Tomó el autobus con el poco dinero que andaba, de las tardes que había bailado frente a la plaza, buscaría un trabajo, estudiaría danza y seguiría bailando en las calles, no importaban las posibles lesiones o las torceduras que tendría en el proceso.

HoSeok sería el ejemplo a seguir de su hermano menor.

Porque los sueños existen para cumplirse...

Bailarín de calleWhere stories live. Discover now