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maratón 3/3

NARRA JADE

Luego de unos largos y tortuosos veinte minutos, Perrie al fin aparcó el auto.

Miré por la ventana y me encontré con un famoso restaurante, que vi más de una vez en alguna revista.

Perrie bajó del auto rápidamente y se adelantó a abrirme la puerta. Agradecí el gesto con una pequeña sonrisa, que ella gustosa me devolvió.

- Disculpe, tengo una reserva a nombre de Perrie Edwards - le dijo la rubia a un hombre de traje que se encontraba parado justo en la entrada frente a un pequeño mesón.

El hombre miró algo en el ordenador que tenía frente a él y luego nos sonrió amablemente.

- Claro señorita Edwards, sigame por aquí - indicó él, guiándonos al interior del restaurante.

Nos dirigimos a una mesa que estaba situada justo al lado de uno de los ventanales del lugar. Nos sentamos una frente a la otra y, sin poder evitarlo, nos miramos y sonreímos.

- En un par de minutos llegará el garzón que las atenderá, y mientras esperan ¿les gustaría algo de beber? - preguntó amablemente.

- ¿Que nos recomiendas? - preguntó Perrie con una sonrisa coqueta.

Debo admitir que me molestó un poco lo que hizo, y nisiquera se por qué. Tal vez eran ¿celos? No lo sé, pero mi sangre empezaba a hervir.

- Les recomendaría una botella de vino espumoso para ambas - respondió el hombre que al parecer no se inmutó del gesto de la rubia.

Perrie me miró con interrogación, asentí con la cabeza estando de acuerdo con la recomendación del hombre de traje.

- Entonces, vino espumoso será - dijo ella dirigiéndose a él. Este asintió con la cabeza y se retiró.

Empecé a mirar al rededor y en realidad no había mucha gente en el lugar. Supongo que es bastante exclusivo. Luego mi mirada se posó en mi acompañante que estaba concentrada mirándome.

- ¿Que ocurre? - pregunté un tanto nerviosa.

- Nada, es solo que siempre me gustó que llevaras tu cabello al natural - dijo ella con una amistosa sonrisa - En serio, te ves hermosa.

Su comentario hizo que mis mejillas se tornaran rojas. Pero logré controlarlo y la mire con una pequeña sonrisa.

- Gracias, Perrie - dije - Tu también estás hermosa.

Justo en ese momento llego el mismo hombre con una botella dentro de un valde con hielo. Dejó el valde en la mesa, abrió la botella, y vertió el liquido en dos copas de vidrio. Nos miró a ambas y se despidió con una pequeña reverencia al final.

- Que tipo tan agradable - murmuró Perrie, lo suficientemente alto para que yo escuchara.

- Ajá - comenté sin ninguna gracia en mi voz.

¿Que me ocurre? Nisiquera tengo derecho a estar celosa. Ella es mi paciente y punto. Aunque en el pasado hayamos sido algo más, eso ya no importa ahora. Pero debo admitir que sería lindo tener una relación con ella, y no necesariamente amorosa, tal vez amistosa. Sigue siendo muy agradable, de eso estoy segura.

- ¿Te gustó? - la voz de la rubia interrumpió mis pensamientos.

- ¿Que cosa? - pregunté desconcertada.

- El vino - dijo soltando una pequeña risita por mi despiste.

- Ah, está muy bueno - dije antes de volver a tomar un sorbo.

Antes de que pudiera decir algo más, un joven moreno y de pelo rizado se nos acercó.

- Buenas tardes señoritas, mi nombre es Andrew y hoy seré su garzón - dijo con una enorme sonrisa en el rostro - ¿Ya leyeron la carta?

- Eh, no, lo siento - respondió Perrie con una sonrisa cómplice.

- No se preocupen, las esperaré aquí hasta que decidan que se van a servir esta noche - dió un paso hacia atras y se quedó ahí como una estatua.

Perrie empezó a leer su carta y yo hice lo mismo. Estaba decidiendo cual sería el plato que quería, hasta que sentí una mirada en mi.

Volteé la cabeza un poco y sorprendí a Andrew mirándome con una boba sonrisa. Al darse cuenta de que había sido descubierto, bajó la vista pero no sacó su boba sonrisa del rostro.

Me giré de nuevo para seguir viendo la carta y al fin me decidí. Levanté la vista y me sorprendí al ver a Perrie mirándome con algo que no pude reconocer.

- ¿Ya te decidiste, bebé? - me preguntó con una sonrisa, mientras posaba una de sus manos sobre la mía en la mesa.

La miré confundida, y casi al instante se me vino a la cabeza un momento bastante similar a este.

Flashback

- Buenas tardes. Mi nombre es Claud, y hoy seré su mesero – dijo un chico alto, cabello castaño y piel morena.

- Que tal – saludé yo. El chico se quedó mirándome y luego sonrió amablemente.

- ¿Qué les puedo servir? – preguntó sin apartar la mirada de mi.

Miré de reojo a Perrie y pude ver como se removía en su asiento. Estaba incómoda. Luego sentí que una de sus manos agarro la mía por encima de la mesa. La miré confundida, pero ella solo lo ignoró.

Fin del flashback

Sabía lo que Perrie trataba de hacer y, aunque realmente ella no tuviera derecho a hacerlo, la dejé seguir con su teatrito.

Love me baby, please IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora