Capítulo 28 (Muestra)

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Capítulo 28

Aurora Flecher

Las lágrimas recorrían mi rostro y por más que las limpiaba, de nada servía.

Sali de aquel edificio con el corazón en la mano, el alma se me quería salir del cuerpo. Como pude tome un taxi, porque ni la cara de mi chofer quería ver.

Mi cerebro no había podido procesar toda aquella información. Todos los malos sentimientos se encontraban en un solo órgano, el corazón.

La tristeza y la humillación eran los ingredientes principales del plato que me habían servido.

Jugaron con mis sentimientos como si yo fuese un títere, como si por mis venas no corriera sangre, como si no tuviera un corazón y sentimientos, como si fuera una persona.

¡Como si no valiera nada!

–¿Esta bien, señorita? ¿Necesita ayuda con algo? – Pregunto el taxista al ver como dejaba escapar mi dolor y sollozos.

-No, no estoy bien y gracias por brindar su ayuda, pero no creo que usted me pueda ayudar en este caso – Las palabras salieron de mi entrecortadas.

Me quede observando una de las ventanas, como si mi vida dependiera de ello, como si eso mejorara mi ánimo.

Luego de llegar a casa, darme una ducha y meterme en la cama, pasó por mi mente llamar a mis padres, pero luego abandoné la idea al ver la hora, probablemente estén en la empresa y puede que no me contesten. El sueño se había ido, al igual que mi apetito. Alexander no había regresado a casa y, la verdad, no creo que esta noche regresase.

El cansancio físico era tan intenso que ni siquiera me digné a recorrer la casa. Según había escuchado, el lugar fue redecorado unas dos semanas antes de que Alexander y yo nos uniéramos en matrimonio, así que este viene siendo nuestro hogar.

La habitación era bastante agradable y, curiosamente, era de mi gusto. Una cama grande, al estilo y tipo matrimonial, se encontraba en medio de la estancia; un gran balcón, a su derecha; con paredes que iban de los colores más claros hasta los tonos más oscuros; un baño perfectamente equipado con artículos de las marcas más conocidas, clóset con las prendas y ropas llegando a superar los millones de dólares.

En resumen, tenía lujos, dinero, una vida que desde afuera todos la miraban, admiraban y calificaban como perfecta, pero no, no lo era. Era y es todo una auténtica mentira, un negocio.

Es increíble cómo cambiaron las cosas en unos cuantos meses, cómo todo pasó de ser algo sencillo a un infierno frío, doloroso y cruel. Después de todo, ¿puede ser esto peor?

Como todas las mañanas, estiro los brazos esperando encontrar el cuerpo de Alexander, pero me llevé la hermosa sorpresa de solo sentir el lado izquierdo, frío y solitario.

Los rayos del sol se filtran a través del gran balcón, consiguiendo que me levantara desganada, a la vez que mi molesto celular vibraba sin detenerse.

Entré al lujoso baño, cepillé mis dientes, hice mis necesidades, luego me metí en la ducha. Al salir, coloqué mis respectivas cremas, me peiné, me maquillé y me vestí.

Tomé uno de mis bolsos, luego salí de la habitación, bajé las escaleras que me llevaron al primer piso. Estando ahí, corrí hasta la cocina, saludé a los empleados y solo tomé dos manzanas verdes y luego salí de la casa.

Me alejé un poco del lugar donde me encontraba y luego tomé un taxi (unos veinte minutos intentando descifrar un acertijo escrito en un pedazo de papel, el cual hace un tiempo solía llamarlo «juego para niños» y mírenme aquí, con la cabeza a punto de explotar por un juego). Guardé el pedazo de papel culpable de mi leve dolor de cabeza en mi bolso, antes de salir del auto que se encontraba estacionado en el frente de la casa de mis padres. Le extendí unas monedas al taxista, y este las aceptó gustosamente, para luego bajar del auto y despedirme.

Me Casaré Con El Magnate  [1] (YA A LA VENTA EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora