parte tres

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—¡¿Acaso quieres matarme?! ¡Porque eso es justo lo que casi haces!–exclamó su mejor amigo golpeándolo repetidas veces en el brazo a modo de reclamo.

—Oh vamos Tae, he estado en situaciones peores.

—¡Y siempre termino siendo el que tiene el corazón en la mano! Maldito idiota, que suerte que te enseñé todo lo que sabes–hizo un puchero que Jungkook terminó acariciando con una sonrisa.

—Ajá, si claro sabelotodo, vamos ya–rió.

—¡¿A dónde vas ahora?!–se quejó, observando como el menor se dirigía hacia la ambulancia que atendía al recién rescatado.

—Le estoy diciendo, tenía el paso del semáforo, yo no fui el que se equivocó...–habló el rubio, en su intento desespero de explicar la situación.

—¿Número de identificación?–le preguntó el policía, dejándolo desorientado.

—Pero si se lo acabo de decir...–murmuró, soltando un leve puchero.

—Oh, si, es cierto–continuó escribiendo.

—Bien, entonces le decía, yo iba derecho y él me chocó, yo no...

—Tranquilo chico, si lo que dices es cierto saldrá en las cámaras de seguridad, no hace falta que me expliques nada.

—Pero-

—Estaremos en contacto.

—Espere señor... ¡Espere! Ni siquiera me escuchó–murmuró, soltando un suspiro pesado una vez que el policía lo abandonó.

Jeongguk, aún con una sonrisa tonta después de ver ese pequeño puchero, se acercó, tendiéndole un vaso de agua.

—¿Estás bien?–le preguntó con delicadeza.

El rubio lo miró desorientado, sin responder.

—¿Eres Park Jimin, verdad?–de nuevo no obtuvo respuesta–paso por esto todos los días, ¿sabes? Las personas tienen miedo de no sobrevivir, pero no debes preocuparte, solo debes confiar en nosotros–concluyó con una sonrisa brillante.

Jimin lo observó expectante y soltó una risita, la primera del día.

Jeongguk casi se desmaya.

—No seas tan creído, después de todo, es tu trabajo–respondió, mirándolo fijamente, el castaño parpadeó un par de veces ante la sorpresa.

—Si, supongo que lo es...–murmuró, ahora siendo él el que se encontraba desorientado.

—¡A un lado, muévete, tenemos que irnos!

Sintió los empujones de los paramédicos y supo que su momento había sido jodido. Lo corrieron a un lado la calle para cerrar las puertas de la ambulancia y llevarse al chico hacia el hospital más cercano.

Dejando al menor al menor con una sonrisa embobada, que no tardó en convertirse en una mueca llena de enojo al caer en cuenta de las palabras de su pequeño y para nada amable rubio.

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⏰ Last updated: Feb 29, 2020 ⏰

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the flu ➳ kookminWhere stories live. Discover now