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— ¡Mamá! — lloraba tratando de llegar a ella siendo retenido por uno de los hombres que había llegado a su casa. Reconocía los trajes y los maletines, sabía que eran de la CCG por lo tanto no le fue difícil saber el motivo de la visita y del por qué su madre estaba siendo tratada bruscamente. Su corazón latía, sus instintos seguían sin reaccionar correctamente, pero su razonamiento humano le hacía suplicar por ella.

— Apúrate, tenemos otro caso por atender — replicó el hombre que lo sostenía al otro que mantenía inmóvil a su madre usando un arma que extrañamente le hacía doler más por su aroma.

— No... Por favor... — la madre vio directamente a los ojos a quien sabía sería el que acabaría con su vida, había sólo una cosa en todo eso que no le agradaba. Aceptaba su destino, después de todo sentía que era su castigo por las cosas que había hecho, ¿Habría perdón para una madre viuda con un hijo al qué alimentar? — por favor no le hagan ver esto... Él no tiene la culpa, por favor que no vea...

— Necesita verlo para saber las consecuencias que tiene el romper las normas, además para ustedes ya debe ser normal ver morir a alguien. Malditos asesinos — y sin más su aliento se esfumó en cuanto el arma apretó demasiado su cuerpo en un abrazo descomunal que rompió todo su ser. Tristemente lo último que pudo escuchar fue el desgarrador gritó adolorido de su pequeño hijo.

— Lo siento, Izuku...

Despertó exaltado de su sueño sintiendo su respiración pesada y el sudor en su frente haciéndole sentir el calor del momento

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Despertó exaltado de su sueño sintiendo su respiración pesada y el sudor en su frente haciéndole sentir el calor del momento. No supo en qué momento se había quedado dormido el día anterior, pero al menos podía decir que había descansado un poco.

Estiró sus brazos y se levantó de su cama con la idea de darse un refrescante baño para eliminar el sudor que aún se mantenía en su cuerpo y parte de su ropa. Su habitación era un pequeño desastre que pronto se pondría a arreglar.

El maullido de su gato le hizo detenerse en la entrada del baño de su departamento, el minino había despertado con el ruido de la puerta al abrirse.

— Oh, buenos días — se agachó para tomarlo en brazos y acariciarlo un rato siendo recibido con el cariño que solía darle por las mañanas. Una agradable sonrisa apareció en su rostro siendo la primera de ese día, pero no la última. No había clases, por lo que tenía el resto del día para quedarse en casa con su mascota — entraré a darme un baño y en seguida te daré de comer, ¿Vale?

Volvió a dejarlo en el suelo para disponerse a realizar lo dicho. Bajo el agua de la regadera sintió su cuerpo relajarse y sentir de nuevo las energías que había perdido el día anterior, un viernes para ser precisos.

Inicio de fin de semana en que había ido con su amigo de la infancia a recorrer la ciudad y disfrutar de la noche en una plaza cercana a su hogar, ir a un bar no había sido una opción para ninguno pues preferían recordar lo acontecido. Llevaba años con esa amistad, demasiado que sentían conocer todo al respecto del otro, pero realmente habían cosas que el ajeno desconocía de él.

— Kacchan debe de estar despierto ahora — comentó para sí mismo en cuanto salió del baño y observó la hora en un reloj de pared situado en la sala. Su departamento no era demasiado grande o muy pequeño, era perfecto para sus gustos además de que no estaba demasiado lejos de su escuela.

Tomó su teléfono con la intención de mandar un mensaje a su amigo cuando de pronto éste vibró en su mano dándole un pequeño susto, era una llamada de él.

— ¿Bueno? — del otro lado de la línea se escuchaba una música de fondo, probablemente un instrumental de batería.

Entonces sí estás despierto, ¿Algún plan para hoy? — su voz sonó algo ronca posiblemente por haber despertado recientemente. Su gato subió a un sofá cercano logrando alcanzar su mano en busca de mimos.

— No... Bueno, algo así — rió levemente sin despegar la mirada de su felino, éste no paraba de empujar su rostro contra su mano — pretendía pasar el día en casa junto a Kozu, sabes que ayer lo dejé algo abandonado.

Entiendo, de todas formas la pregunta no era mía. Cara redonda me ha pedido que te lo dijera, aún así saldré con ella y los demás esta tarde, ¿Seguro que planeas quedarte en casa como el holgazán que eres, Deku? — la música se detuvo para ser reemplazada por el fugaz ruido de una puerta abriéndose.

— Sí, sí, completamente seguro. Después me cuentan qué tal estuvo la salida — escuchó un "ni creas" del otro lado de la línea antes de colgarla. Sabía que Katsuki no solía salir demasiado de casa al igual que él, pero también estaba enterado de los planes que tenían entre su grupo de amigos para poder planear una fiesta sorpresa para un tal Kirishima, también amigo de Katsuki.

A la mayoría de ellos los conocía solamente por comentarios triviales que de vez en cuando Bakugō solía decir sin mucha importancia, aunque a quien de verdad había logrado ver en persona era a la mencionada "cara redonda", Uraraka Ochako. Chica que le pareció realmente divertida, pero no podía verla como nada más que una amiga o más cercana a una hermana, su actitud y edad le hacían pensar de esa forma sobre ella.

— Veamos, ¿Te apetece comer el de sabor a atún en esta ocasión? — mostró un pequeño sobre con comida para gato obteniendo un maullido suave que tomó como una aprobación. Amaba estar con su mascota, era la compañía más encantadora que habría podido desear en tanto tiempo.

Una mirada a su sala y logró encontrarse con una fotografía situada encima de un mueble compartiendo espacio con su televisor. Su sonrisa se desvaneció por unos segundos, en la foto se encontraba la cicatriz más profunda y dolosa a la que su alma le costaba más cerrar. La única foto de su familia que pudo encontrar entre las cosas de las pertenencias de su difunta madre.

— Oh, es verdad. Hoy debería de pasar a recoger las últimas cajas — se levantó del suelo en donde se había acomodado para acariciar brevemente a su gato, tomó las llaves de la casa y despidiéndose del felino salió dispuesto a regresar por minutos a su antiguo hogar.

Aquel que tantos recuerdos le traía y que no deseaba dejar completamente atrás, pero comprendía que era lo mejor para poder salir adelante. Aún cuando eso significaba también dejar atrás su pasado y a su madre.

No tardó demasiado en llegar, tan sólo unos veinte minutos en autobús. Colocó la llave de la puerta principal y entró encontrando la casa casi por completo vacía a excepción de dos cajas en el medio de la sala.

Desde lo ocurrido con su madre se había ido a vivir con un conocido de ella a quién él ya conocía. Así hasta su mayoría de edad en que había decidido tomar sus propias decisiones y vivir bajo sus propias reglas y, aunque había dicho que también trabajaría para ganarse sus lujos, el amigo de su madre no le había dejado hacerlo.

"Al menos permíteme apoyarte económicamente en lo que terminas tus estudios, joven Midoriya" fueron sus palabras de despedida en cuanto habían terminado la mudanza.

No deseaba quedarse demasiado tiempo en ese lugar por lo que tan sólo tomó las cajas y, dando un último vistazo al lugar, salió de ahí dispuesto a llegar a jugar de nuevo con su peludo compañero.

Las cajas no habían sido ni la mitad de pesadas que unas que había ido a recoger con anterioridad, pero al menos ya estaba seguro de que eran las últimas. No sentía demasiada curiosidad por lo que sea que traerían dentro, tan sólo las guardo debajo de su cama y ahí las dejó sin intención de interactuar con ellas.

O al menos esa era la idea en un principio. Dejarlas ahí sin saber absolutamente nada de lo que tuviesen dentro por un largo, largo tiempo. No pensaba que en realidad sólo estarían guardadas por una noche hasta que necesitaría de ellas.

Unión por cadenas [KatsuDeku]Onde histórias criam vida. Descubra agora