XVII

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No les importó cuántas lágrimas derramó ni si sus cuerdas vocales estuvieron por romperse por las tantas veces que gritó suplicante que les dejaran en paz.

Las reglas jamás se rompieron, sin embargo fueron golpeados, encerrados y asesinados uno por uno cuál ganado.

No podía defenderse ni salvar a nadie, se arrastró intentando esconderse mientras escuchaba el dolor de sus familiares. ¿Qué podría hacer?

Después de todo era sólo un niño.

La mañana del día siguiente llegó, Izuku sintió que la cama se había vuelto la más suave y cómoda en la que habría estado jamás

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La mañana del día siguiente llegó, Izuku sintió que la cama se había vuelto la más suave y cómoda en la que habría estado jamás. Algo en su reloj interno le hacía saber que no era día de labores escolares, que era tarde, pero no importaba. Se removía entre las sábanas haciéndose bolita, acomodándose sintiendo el mejor confort, al menos hasta que cayó en la cuenta de que no estaba exactamente en su casa.

Sin salir completamente de entre las sábanas, se sentó y observó la habitación en busca de un rubio ceniza malhumorado sin dar con él. Abrió su boca con  la idea de llamarlo, pero la puerta se abrió causándole un susto con lo que reaccionó acostándose de nueva cuenta envolviéndose completamente con las sábanas.

— ¿Qué eres ahora? ¿Una rata? — escuchó después de cerrarse la puerta. Se movió levemente logrando ver a Katsuki dejando un par de platos tapados y un par de tazas con café, algo que no le tomó importancia, lo que estaba llamando su atención era el aroma que se estaba encerrando en la habitación.

— La cama está increíble — terminó mencionando mientras sonreía gustoso, por un instante su actitud desconcertó a Bakugō ya que parecía haber olvidado todo lo de la noche anterior, se veía demasiado tranquilo, aún así sintiendo que sería de los pocos momentos en que podría quitarse el estrés con el brócoli andante.

Lo observó en silencio unos momentos antes de dejarse caer sobre el churro de sábanas sacando unas suaves risas por parte del menor hasta acomodarse a su lado y abrazarlo, tomó el control del clima para colocar aire fresco que les mantuviera por más tiempo sin problemas en esa posición. Pero el peliverde tenía en mente algo, la curiosidad le era complicada de ignorar.

— Kacchan, ¿Los platos...? — giró un poco su mirada tratando de ver aquello que le llamaba — ¿Es carne? — fue entonces que su estómago rugió y sintió su boca comenzar a salivar más de lo que nunca antes lo había hecho. Por un momento se asustó de aquella reacción extraña en su cuerpo, hambruna, intentó acercarse a los platos, pero los brazos de Katsuki le impidieron moverse — ¿Qué sucede conmigo? — susurró, no era propio de sí dejarse tentar por el hambre.

Había pasado en ocasiones semanas o un mes como máximo sin probar bocado, ya debía de poder controlar un poco su cuerpo. Además, ¿No había comido el día anterior? Su cabeza punzó en dolor y los recuerdos de la noche pasada llegaron clavando en él angustia, incluso se había movido algo brusco por el dolor, sintió el abrazo de Katsuki más fuerte tratando de contenerlo.

Unión por cadenas [KatsuDeku]Where stories live. Discover now