La herida más profunda

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— Fabián... — Me quedé boquiabierto al ver al hombre en frente de mí. Su mirada seguía dura, pero en su rostro había una sonrisa divertida que me causaba nervios, no era común verlo sonreír.

— ¿Puedo? — Reaccioné en ese instante del trance que me había sumergido.

— Claro, lo siento... — Me tomó unos segundos formular una oración, pero después de luchar contra mi risa y nerviosismo por fin pude decir algo. — Solo me sorprende que tu... Bueno que usted este aquí Licenciado.

— Bueno te fui a buscar a tu cafetería, pero estaba cerrado, aunque me encontré en un semáforo a Josué Arizmendi, me dijo que tal vez vendrías a caminar un poco. Me di varias vueltas buscándote y fue cuando vi que entraste aquí. Solo que me tarde un poco en lo que encontraba un lugar para estacionarme y encontraba valor para entrar. — Empecé a reír sin más al escuchar la última parte de la historia, ya que me imaginaba al hombre fuera indeciso de entrar.

— No me lo creo, ¿Tu nervioso? — Comenté aun riendo.

— Bueno, debes de entender que yo nunca he entrado a estos lugares, además muchos me miraron raro al entrar. —

— Bueno, no los culpo, eres todo un galán y con ese aire de macho que te cargas eres un imán para los asistentes de este lugar. — Dije sonriente, Fabián miraba para muchos lados como si las miradas detrás de él lo estuvieran toqueteando era divertido verlo nervioso por las miradas lujuriosas de otros hombres.

Aunque... Además de mirada lujuriosas, otras miradas lascivas y de enojo veía detrás de mí. En verdad se parecía aquella noche. — Pues serán mejor que miren a otro lado porque yo no quiero nada con ellos. —

— Jaja, no te quejes. Con tu hermano era lo mismo. Siempre que salíamos para tomar una cerveza siempre las miradas de lujuria iban para él y para mi tocaban las miradas de odio. — De repente el chico mesero llegó con las cervezas que pedí y un plato con distintas carnes frías, otro plato con una botana de distintas frituras, dejándome también unos totopos y salsas.

— ¿Algo más que le puedas ofrecer chicos? — Dijo el chico moreno a ambos me quede viendo que Fabián le dijo algo al oído y este se fue solo asintiendo.

— ¿Qué le pediste? — Pregunté curioso.

— Lo mismo que tú. Solo que la botana no la diera después y si no para llevar. — Dijo con poniendo una sonrisa. Negué con la cabeza rápidamente tomé dos cervezas y las abrí con el llavero de Dark Vlader que tenía para las llaves del local. Le pasé una Fabián que gustoso la recibió y ambos chocamos las botellas para después darle un gran sorbo a nuestras cervezas. El sabor amargo invadió mi garganta rápidamente, después me quede mirando al hombre en frente de mí y solo me sorprendí de que después de aquel primer acercamiento donde me daba miedo su presencia ahora me encontraba tomando una cerveza con él y sea de paso riéndonos ambos.

— Por cierto. ¿Para qué me buscabas? No me digas que tratarás de convencerme como tu padre. — Dije de repente, teniendo la atención del mayor, su mirada se desvió un momento, la música aumento el volumen y para hablar teníamos que estar cerca, Fabián se acercó y se puso a un lado de mí, su boca se formó en una sonrisa algo temerosa, pero al final dio un gran suspiro.

— No. Yo, quería invitarte una cerveza. — Dijo un poco avergonzado pero mi sorpresa fue mucha.

— ¿En serio? — Puse una mirada filosa, no creía en sus palabras, obvio.

— Si, quería saber cómo te encontraba después de lo que sucedió con mi padre. La verdad no... No he estado tranquilo desde esa vez, por eso quería ver como estabas y pues veo que estas bien. — Con un gran sorbo a su cerveza, se veía que Fabián trataba de buscar palabras que decir.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora