El buen viaje

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A pesar de que el primer viaje no fue muy placentero ni revelador e incluso me hizo pasarlo mal, no me dejo un trauma, por el contrario entendí lo que había hecho mal y me quede con esa espina de que tenia que hacerlo en el día y salir al exterior, pero el LSD no es una droga que se pueda consumir un día y luego al siguiente volver a hacerlo, el cuerpo crea tolerancia inmediata a la substancia y por lo tanto hay que esperar un mínimo de 1 semana para poder volver a sentir los efectos.

Aun así seguí fumando marihuana en los días posteriores y algo que si que note es que los viajes de cannabis cambiaron abruptamente luego del LSD, eran mas fuertes y mucho mas introspectivos, al punto que me vi obligado a moderar mucho mas mis dosis para evitar llegar mas lejos de lo que quería. Una técnica que usaba era una vez hecho el porro le hacia unas pequeñas marcas con un lápiz separándolo en 3 partes, de ese modo subconscientemente cuando llegara a esa marca me detendría y sabría que había consumido un tercio del mismo y tendría un control mucho mayor de cuanto debía fumar para llegar a que punto,  en ese momento con 1 tercio (unos 0.3g) ya era suficiente para llegar a un viaje bastante potente.

Pasada 1 semana del primer cuarto de blotter decidí comer otro cuarto pero esta vez de día, lo hice el 14 de diciembre a las 10 de la mañana, bastante temprano, y tengo que decir que esta vez fue una experiencia absolutamente distinta e infinitamente mejor que la primera.

Ese día decidí medita antes de consumir nada, llene mi mente de pensamientos positivos y me repetí a mi mismo que todo iba a salir bien, comí el cuarto y espere 1 hora para que los efectos empezaran a surgir, y luego de eso fui a caminar por las cercanías, el lugar donde vivo es una zona bastante pacifica, hay varios parques infantiles y plazas de deportes, uno de ellos tiene unos murales pintados y desde otro se puede ver un rió y una montaña a lo lejos, primero fui al parque desde el cual se ve el rió y me quede sentado un rato mientras la droga empezaba a hacer efecto, esta vez pude reconocer mucho mas rápido la sensación, de nuevo empezaba a sentir esa especie de irealidad, como si mi cuerpo se volviese una especie de títere, casi como estar soñando despierto, la vida real en ese estado es de hecho difícil de diferenciar de un sueño.

Pero lejos de sentirme mal era como si la luz del día me empezara a llenar de un optimismo y una felicidad que nunca antes ni en el viaje mas intenso de marihuana había sentido, no se trataba de euforia o éxtasis, era mas bien como un bienestar tremendo, me sentía a gusto y todo a mi alrededor pareció hermoso,  miraba las plantas, las nubes y el rió, y me sentía maravillado hasta con la cosa mas insignificante, encima era un día soleado y la brisa del viendo chocaba contra mi rostro de manera muy gratificante, me quede ahí sentado como por 1 hora, y luego decidí ir a caminar.

Empece a darle vueltas al barrio en círculos, y lo rodee un total de 3 veces, en las cuales cada vez iba elevándome mas y mas, para la primera vuelta las calles que había recorrido miles de veces parecían nuevas, los colores y las texturas se intensificaron muchísimo, las plantas, los carteles en las calles y el cielo parecían brillar saturados de una intensidad que estaba seguro que nunca tuvieron, los arboles y la hierba nunca habían sido tan verdes.
Para la segunda vuelta todo en mi campo de visión empezó a hondear como si me encontrase metido bajo el agua, los objetos parecían alejarse y acercarse erraticamente y mi cuerpo parecía estirarse y encogerse, los sonidos se escuchaban distorsionados, casi como si hubiera un eco que se difuminaba espectralmente en cada cosa que escuchaba, para ese punto me era imposible no sonreír, era vergonzoso porque de vez en cuando pasaba a la par de alguien y mi sonrisa estúpida hacia parecer que me estaba burlando o quien sabe como me veía desde la perspectiva de los demás, mis pupilas estaban sumamente dilatadas, lo se porque lleve conmigo un espejo de bolsillo, y mi mente se perdía cada vez mas.
Para la tercera vuelta ese mar de colores empezó a oscurecerse, me costaba cada vez mas caminar, perdía el rumbo y dejaba de entender hacia donde me dirigía, porque estaba ahí y que estaba pasando en general, llego un punto en que me dio miedo seguir afuera porque podía caerme o no ver un carro, así que decidí ir al parque de los murales.

Creo que rompí mi cerebroWhere stories live. Discover now