Capítulo 2

350 28 3
                                    


Era el segundo día que nos veíamos y créeme si te digo que no lo olvidaré. Recuerdo cuando completamente avergonzado y sonrojado, me dijiste que no tenías nada planeado para nuestro encuentro, pues pensaste que yo te diría lo que tenías que hacer. En ese momento me entraron unas enormes ganas de abrazarte y acunar con mis manos esas lindas mejillas tuyas. Sí, esas que estaban teñidas de carmín cada vez que sonreía mientras miraba directamente tu ojos. Siempre fuiste tan tímido que me entraban ganas de protegerte.

Pero claro, esa tarea tu querías que la hiciera otra persona.

Asentí, y te lleve a mi tienda de ropa favorita. Puede que en ese momento pensaras que no me daba cuenta de que te costaba seguir mi paso y de que tenías que correr un poco para no perderme entre la multitud; pero no es así, yo sí me daba cuenta, por ello siempre miraba de reojo hacia atrás, para asegurarme de que todavía estuvieras a mi lado.

Cuando llegamos a la tienda te encogiste en ti mismo y bajaste la mirada con tristeza. Yo no entendí el por qué de tus acciones; por ello, primero pensé que había hecho algo malo y te sentiste mal por mi culpa, pero rápidamente eliminé esa idea al darme cuenta de las miradas de las personas que se encontraban en la tienda. Todos te miraban mal, te juzgaban seguramente por tu forma de vestir y, por lo tanto, te hicieron sentir mal. En ese momento sentí como mi corazón se oprimió, yo conocía perfectamente esas miradas, yo también las recibía. Prejuicios por mis tatuajes y mi estilo de chico rudo, aunque en el fondo yo no fuera para nada así.

Sentí ganas de abrazarte, pues tu, al contrario que yo, eras sensible y se notaba que te sentías incómodo en aquel lugar. Suspiré y miré mal a todas las personas que tenían su mirada clavada en ti, y justo como pensé, con temor, todas ellas dejaron de mirarte para volver de forma poco disimulada a hacer lo que estaban haciendo antes. Al menos mi aspecto de chico malo servía para algo.

Yo sonreí y me acerqué a ti sin invadir tu espacio personal, cosa que en realidad me hubiese gustado hacer, te llamé e intenté esbozar la mejor sonrisa que pude, una que salía directa de mi corazón. Me alegro de que te hice sentir mejor, pues sonreíste también, aunque claro, con un sonrojo en tus mejillas.

Siempre tan tímido...

Una vez comenzamos a mirar ropa, o más bien, yo comencé a mirar ropa para ti, me di cuenta de que evitabas mi mirada. Eso me causó confusión pero no le di importancia, cogí algunas prendas que pensé que se verían bien en ti y te las dí. Noté en tu rostro que no te gustaron, solo hacía falta mirar tu atuendo de aquel día para saber que no te gustaba el estilo de ropa que había en aquella tienda, no iba contigo; sin embargo, tu tan solo asentiste, yendo al probador sin rechistar con la ropa que había elegido. Yo me quedé sentado en el pequeño banco, preguntándome porqué estabas dispuesto a ponerte ropa que no te agradaba.

Cuando finalmente saliste con el modelo elegido, pensé que me iba a desmallar ahí mismo. Mierda, eras como un dios griego, bueno, mejor dicho, coreano. Esos pantalones ajustados resaltaban tus hermosas piernas, tus muslos rellenos pero malditamente atrayentes, y ese jersey dejaba a la vista tu hermoso cuello, permitiendo al fin que pudiera ver mejor el tono ligeramente bronceado de tu piel. Mentiría si te dijera que eso no me hizo caer más por ti.

Fue ahí cuando descubrí que quería morder, lamer y besar esa parte de tu cuerpo... Tu cuello era adictivo para mi.

Estaba tan perdido en mis fantasías lujuriosas que tardé en percatarme de tu incomodidad. Lo entiendo, te estaba comiendo con la mirada, pero no podía evitarlo. En ese momento, tu eras un pecado para mi, algo que no podía tocar, pero quería hacerlo. Por ti Taehyung, iría al infierno y cometería el peor pecado del mundo si con ello pudiera permanecer a tu lado.

Siendo tu mismo  |  KookTae - TaeKookWhere stories live. Discover now