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Arriba la fecha marcha con normalidad. El bar está lleno, un éxito.

La segunda banda está terminando su set y la gente se acumula debajo del escenario, en la barra, en los sillones de los costados y esquinas, y se esparcen por las mesas de madera restantes del centro del lugar. Gritan, bailan, moshean.

Ocupo largo tiempo sirviendo y tomando bebidas. En el intervalo que se producía entre la tercer y la última banda me ví obligada a musicalizar el lugar ya que en ese momento nadie más se encontraba tan aparentemente libre como yo. Que no lo estaba, desde luego.

Mi trabajo es simple, me permite ser detallista en ciertos aspectos que en otros desde luego, me sería imposible. Pero también suele ser maliciosamente caótico.

Y en este instante preciso podia palpar la creatividad que te permite trabajar en un gigante bar underground, dentro de las limitaciones de una camarera, reitero.

Entonces, en aquel instante de rienda suelta me puedo dar el lujo de que las casi 300 personas presentes escuchen mi cd favorito de toda la vida, al menos por unos minutos y yo me inspiraría a tope para preparar un manhattan tras otro sin parar, todos ganaríamos.

"STRANGEWAYS, HERE WE COME" es el cd que pongo en cola hacia los parlantes y por un rato todos estábamos embriagándonos tras un compás angelical.

Vuelvo enérgica, bailoteando y cantando. Intercambio palabras con los clientes mientras bebo y desempeño mi actual tarea de coctelera.

En un instante de paz, observo mi maltratado dedo, cuya yema me ardía de a ratos. Quito con mucha delicadeza el calco que Nick me había regalado y observo el logo de su banda, con letras color celeste y una tipografía estilo vintage. El pequeño sticker está algo manchado con mi sangre, ya coagulada de un color bordó. Lo guardo en mis bolsillos del delantal.

Me dirijo al baño del personal y busco lo que necesito dentro del botiquín de primeros auxilios para no dejar que la herida vuelva a sangrar o se me ensucie. Al salir, se había acumulado un bulto de gente sedienta en mi puesto; aunque no estaba yo sola ocupándome de los tragos, pero el lugar parecía estar cada vez más lleno.

Sirvo un trago tras otro, agarro botellas de cerveza de la nevera, las destapo y las despacho. En medio de la vorágine laboral en la que me encontraba absorta, de pronto alguien se dirige a mí y me sobresalto. Estaba terminando de preparar un tea sour, mezcla de jugo de limón y bourbon, y sin perder la concentración levanto la mirada.

-Te cambiaste el sticker- comenta, sin mirarme.

-Sí, te agradezco el placebo. Te devolvería el calco pero ya esta cubierto de sangre seca-comenté, a modo gracioso.

Rió entre dientes y me miró, luego alzo las cejas observando el paredón lleno de botellas y las neveras a mis espaldas. -¿Podrías darme seis cervezas?

𝘵𝘩𝘦 𝘨𝘳𝘰𝘶𝘱𝘪𝘦 𝘣𝘪𝘣𝘭𝘦 - 𝘫𝘶𝘭𝘪𝘢𝘯 𝘤𝘢𝘴𝘢𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘢𝘴Where stories live. Discover now