𝗛𝗶𝗽𝗼𝗰𝗼𝗻𝗱𝗿í𝗮𝗰𝗮

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Recorrimos los 5 bloques que separan el bar de nuestro departamento en el centro de Nueva York. Éramos una gran manada estruendosa. La mayoría llevaban botellas en la mano. Unos pasos detrás de mí, que iba primera algo adelantada al grupo, la oigo a Madison hablando por su celular, probablemente invitando a más gente.

Eran cerca de las 2 a.m. cuando llegamos a nuestro edificio, el quinto piso de una torre color gris pálido. Abro la puerta con pereza, entro y siento que todo el grupo me sigue, sumidos en ruidosas conversaciones y risotadas.

Hay dos ascensores y tras llamarlos, yo me dirijo a las escaleras.

Hay algo que hasta ahora no aclaré pero que para quien sea que este interesado en saber que ocurrirá en mi narrativa más adelante, soy, para ponerlo de manera clara, algo adicta en forzar mis estímulos aún cuando sé que estoy visiblemente débil.

Por eso tomo la desición de subir 5 bloques de escalones aunque realmente estuviese exhausta - y con pocos reflejos, a esta altura no haría falta aclarar esa cuestión pero igualemente lo hago - probablemente es un mecanismo que elaboré todos estos años de insomnio; quizás sólo busco agotarme al máximo para así conciliar un descanso.

Comienzo a subir. A mitad del primer bloque veo por el rabillo de mi hombro como un grupo se une a mí. Me giro y veo a la banda siguiendo mi trayecto.

-¿Tu vives aquí también verdad?

El que venía primero, con la cabeza cubierta de rulos ásperos, me observa con sus ojos saltones bien abiertos.

-Así es-comento, y los observo a todos, Julian iba último- pero podrían subir por los ascensores.

-Lo habríamos hecho pero tu amiga y todos sus amigos ya los han ocupado-aclara Fab, un par de escalones más debajo.

Les dedico una mirada complaciente y continúo guiándolos, mediante una aclaración de que nos dirigíamos hasta el piso número 5. Por lo tanto Fabrizio y el chico que me había preguntado hace instantes si vivía aquí -quien supe que se llamaba Albert segundos despúes- se adelantaron un poco de mí.

Pegado a mis pasos iba Nikolai y detrás, los faltantes.

Ibamos subiendo en forma de espiral, por casi ya el tercer piso y Nikolai se me adelanta a medida que mi agotamiento me reduce a bajar la velocidad piso tras piso.

Nick bufó en mi nuca, parecía molesto porque su grupo había decidido utilizar las escaleras. De pronto un ringtone de llamada inunda el pasillo y al girar lo veo a Julian respondiendo y deteniéndose a pies de la escalera.

-No lo esperes-comenta Nick al pasar junto a mí continuando el trayecto, ya ingresando al cuarto piso.

Veo a Julian desapareciendo por el pasillo pero aún sus murmullos rebotan por las paredes generando un eco que oigo pero no comprendo.

Fabrizio, Albert y Nikolai ya están en la puerta, aguardando a que Madison les abra.
En ese momento yo subo junto a Nick. Detrás de mi puerta se oye un barullo contundente de gente alocada.

Me aproximo a buscar mis llaves y me acerco a la puerta rozando un poco a los chicos, ya que estaban acumulados oyendo todo lo que sucedia dentro. Cuando abro y los dejo pasar antes de ingresar yo, me detengo unos momentos mirando hacia la escalera que da al piso de abajo. Pero nadie viene.

-Bonito edificio-comenta Nick, el último en pasar.

Lo miro por un momento y le agradezco el comentario, luego entro junto a él.

-Yo escogí el edificio, Madison el apartamento-agrego.

-También es bonito-comenta él mirando con pereza el pasillo y sus alrededores.

𝘵𝘩𝘦 𝘨𝘳𝘰𝘶𝘱𝘪𝘦 𝘣𝘪𝘣𝘭𝘦 - 𝘫𝘶𝘭𝘪𝘢𝘯 𝘤𝘢𝘴𝘢𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘢𝘴Where stories live. Discover now