Capítulo 1

1.5K 114 15
                                    

Hazel está recogiendo sus cosas para irse a casa, cuando un compañero le dice que la esperan en el despacho de recursos humanos, lo que provoca que el estómago se le encoja y el corazón empiece a latir más deprisa. En esa cadena de televisión, donde lleva trabajando casi siete años, desde que empezó como becaria, que te llamen de recursos humanos, un viernes a última hora de la tarde, solamente puede significar dos cosas; un despido o un ascenso. Y, después de haber comprobado que allí los ascensos únicamente estaban reservados para los empleados de género masculino —política de empresa de un dueño misógino, retrógrado y aburrido de tan rico que era—, sus posibilidades quedan reducidas a una sola. 

Cuando Lisa, la técnico de sonido con la que mejor se lleva de toda la plantilla, se cruza con ella por el pasillo y ve la cara de preocupación de su compañera, le pregunta:

—¿Estás bien, Hazel?

—Me han llamado de recursos humanos —responde Hazel con resignación.

—¡OMG! ¡No puede ser! ¿Crees que...?

—¿Qué otra cosa puede ser? 

—¡Joder! ¡No! Entonces, ¡van a despedirnos a todos! —exclama Lisa alarmista —:El viejo se jubila, va a poner a su hijo al mando y seguro que quiere renovar toda la plantilla para contratar a tías buenas a las que prometer un ascenso a cambio de sexo.

—¿Va a poner a su hijo Daniel al mando? —pregunta Hazel incrédula —:¡Pero si no tiene ni idea de cómo funciona una televisión!

—Sí, pero es el hijo del dueño... Y ya sabes cómo ha utilizado esa condición para ligar durante todo este tiempo. No quiero ni imaginar qué hará a partir de ahora, siendo además el jefe de todo esto...

—No creo que necesite hacer uso de sus influencias para ligar. El chico no está nada mal. Si no fuera tan gilipollas, la verdad es que es monísimo...

—¡Y guarrísimo! No es tan machista como su padre pero, como dice mi abuela, "de raza le viene al galgo", y considera a la mujer como una criatura que ha venido a este mundo para complacerle. No me extrañaría nada que nos despidiera a todas las que no cumplimos con su canon de belleza. Tú aún tienes alguna posibilidad, porque estás buenísima, pero a mí, ya verás como no tarda en darme el finiquito.

—Pues, de momento, a ti no te han llamado un viernes por la tarde desde recursos humanos... Si tus augurios se cumplen, me temo que yo voy a ser la primera.

—O quizás te quiera proponer algún tipo de "acuerdo" —dice Lisa, entrecomillando esa palabra con sus dedos —:¿Y si te pide que hagas algo a cambio de mantener tu puesto de trabajo?

—¡No digas eso! Como me proponga algo así, me voy directa a ponerle una denuncia, ¡pero antes le pego una patada en los huevos!

—Hazel, ¿puedes venir un momento? —dice Remedios asomando la cabeza desde el despacho de administración. Y, antes de que Hazel se encamine hacia allí, Lisa le desea buena suerte y le pide que pase por el plató 1 antes de irse, para que le informe de todo lo ocurrido.

Reme (o Creme, como la llamaba todo el mundo por una coletilla que utilizaba constantemente y de un modo a veces abusivo), tiene preparados unos folios sobre su mesa, que le muestra a Hazel en cuanto esta entra por la puerta.

—Tienes que firmar aquí, aquí y aquí. Esta copia es para ti, esta me la devuelves firmada —le explica entregándole un boli y haciendo unos pequeños puntos en los lugares que le ha señalado para firmar.

—¿Así? ¿Sin más? ¿No me vais a dar ninguna explicación? —pregunta Hazel atónita, sin leer nada de lo que pone en los papeles que sostiene entre sus manos.

Directo hacia tiWhere stories live. Discover now