Primera Parte

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 —¿Estás seguro de que esto funcionará?

—Confía en mí.

—¿Cómo sabremos el alcance de su efectividad?

—Descuida, me encargué de comprobarlo yo mismo, tuve que masturbarme 18 veces para saciarme.

—No necesitaba saber eso, Mineta...

—¡Oh, Vamos! sé que estas igual de emocionado que yo, Kaminari.

—Bueno... si... — Admitió el rubio con un ligero rubor en sus mejillas.

—Entonces ¿Estás listo? — Pregunto el pequeño levantando el brazo formando un puño.

—Si ¡Hagámoslo! — Exclamó Kaminari imitando el gesto de Mineta para luego chocar sus puños.

Ambos jóvenes se encontraban en plena madrugada en la cocina de los dormitorios de UA. Habían acordado hablar a esas horas para idear un plan y no ser descubiertos.

Pero lo que no sabían era que cierta persona se había despertado esa noche y para volver a conciliar el sueño decidió ir a la cocina para beber un vaso de leche, quien, al percatarse de la presencia de dos personas dentro de la cocina, se quedó delante de la puerta, oyendo con detalle lo que estaban planeando hacer sus compañeros.

—Tks, repugnante — Murmuro para sí mismo antes de dar media vuelta y caminar rumbo a su dormitorio.

Bakugou se dejó caer en la cama, dio un largo suspiro, si haberse despertado lo había molestado, haber oído la conversación del rayitos y del cabeza de uva lo había molestado aún más.

Por lo que pudo entender, básicamente Mineta había conseguido una especie de afrodisiaco, con el cual, junto con Kaminari, planean obsequiarles galletas a las chicas, galletas que obviamente contendrán dicha sustancia, todo con el fin de lograr ver a sus compañeras en un estado de deseo sexual e intentar aprovecharse de esa situación.

A Bakugou no podría importarle menos lo que hagan sus compañeros, sin embargo, fue testigo del delito que están por cometer, y aunque no quiera admitirlo, siente que debe hacer algo, siente lastima de sus compañeras, tener que soportar individuos asquerosos asechándolas le repugnaba bastante, hasta se siente agradecido de haber nacido hombre, pero, aunque lo intente no puede ignorar la situación, su orgullo no se lo permite.

Y tampoco es que quiera ser el héroe de sus compañeras ni nada, no, simplemente pensó que no es correcto y que si sus compañeras ya les resultaban bastante molestas e irritantes cuando están normales, no quiere ni pensar lo molesto que sería verlas en un estado "no normal".

—Me deberán una, malditas.

[...]

El rubio fue nuevamente a la cocina, notó que Mineta y Kamianri ya se habían marchado de allí, pudo divisar sobre una mesa una bandeja cubierta por un pañuelo blanco, con una pequeña nota que decía: "Para las chicas"

Lentamente quitó el pañuelo y observó las galletas que había en aquella bandeja, por su forma, color y textura podía asegurar que eran galletas oreo, y que probablemente el afrodisiaco se encontraba en los rellenos de crema.

El joven suspiró, tomó las galletas en sus manos y comenzó a hacerlas explotar.

Una vez que se deshizo de cada galleta, se le ocurrió algo, algo que podía hacerle quitar su mal humor.

Salió de la cocina y fue directo a unas de las máquinas expendedoras que había por los pasillos, donde efectivamente había paquetes galletas oreo, una ligera risita escapó de sus labios.

Afrodisíaco || KacchakoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ