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Así que mi madre y yo vivimos juntos en la casa de mi abuela durante un tiempo; mi madre ganaba un poco de dinero limpiando casas y lavando la ropa de gente del pueblo en ella lavadero que hay detrás de la casa de la abuela.

 Por las noches me llevaba con ella a dar un paseo por el pueblo y nos encontrábamos con sus amigos y hablábamos con todos y era divertido.

Una noche, cuando estábamos paseando, un hombre se acercó a mi madre, sonriendo muy alegre. Dijo: 

-¡Qué guapo es tu chico! ¡Se parece mucho a ti!

Y luego me compró un caramelo y se quedó hablando con mi madre un rato.

Al poco tiempo, cada vez que salíamos de paseo nos lo encontrábamos y se venía con nosotros. Después, una noche invitó a mi madre a un baile, y desde la noche del baile mi madre empezó a dejarme en casa cuando salía. Seguramente porque quería estar sola con él.

Y, de repente, un día me dijo que se iba a casar con aquel hombre que habíamos encontrado en la calle.

Se iba a ir a vivir con él, pero yo no me podría ir con ella porque él no me quería. Él quería una familia, pero quería niños que fueran hijos suyos, y, además, no tenía dinero para mantenerme a mí.

Y aquel mismo día, mi madre se fue de la casa de la abuela para ir a vivir a casa de mi padrastro, que tenía una casa con una sola habitación

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Y aquel mismo día, mi madre se fue de la casa de la abuela para ir a vivir a casa de mi padrastro, que tenía una casa con una sola habitación. No tenía cama, así que él y mi madre entraron en casa de la abuela y desmontaron la cama en que habíamos dormido ella y yo y se la llevaron a su casa. La abuela no estaba en casa cuando ellos se llevaron la cama; es casi seguro que ella no les hubiera dejado que se la llevaran.

Cuando se estaban llevando la cama yo les seguí hasta la carretera, pero mi madre me dijo:

-Tú quédate ahí, Juan. 

Así que yo me volví a casa. Después que se fueron, yo no supe qué hacer, así que anduve de acá para allá por la casa todo el día hasta que volvió la abuela y le enseñe la habitación en que había estado nuestra cama.

Se puso muy seria y dijo:

-Así que ahora no tienes cama.

Yo me eche a llorar. Ya es bastante malo no tener padre ni madre, pero no tener un sitio donde dormir es todavía peor.

Cuando dejé de llorar, le pedí a la abuela que me dejase dormir con ella, pero me dijo que no.

-Tengo que trabajar muchísimo - me dijo -. Y necesito descansar. Demasiado tiempo he tenido que dormir con niños. Los niños dan patadas.

-Yo no doy patadas - le dije.

-Eso dices tú ahora, pero cuando estés dormido darás patadas - dijo la abuela.

Vio que yo iba a empezar a llorar otra vez.  

-Espera un momento - dijo -. Vamos a prepararte algo.

El lugar más bonito del mundoWhere stories live. Discover now