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Sólo había una cosa que, a veces, me hacía sentirme un poco triste, y era cuando veía que pasaban cerca de mí chicos que iban a la escuela. Yo me pasaba el día sentado entre polvo, manchado de betún, y ellos iban limpios y bien peinados con sus lápices y sus cuadernos camino de clases.

Hay muchos chicos que no van a la escuela porque sus padres quieren que trabaje. La ley dice que todos los chicos tienen que ir a la escuela hasta que cumplan doce años; perola verdad es que en la escuela no hay sitios para todos, así que nadie obliga a los chicos a ir.

La mayor parte de los chicos que trabajan lo hacen en los campos, en las plantaciones de cebolla, así que yo me sentía solo cuando veía pasar a los chicos que iban a la escuela.

Después de un tiempo, empecé a preguntarme por qué mi abuela no me habría mandado a mí a la escuela. Y se me ocurrió pensar en que si me quisiera de verdad me habría llevado a la escuela en vez de tenerme limpiando zapatos.

Quería pedirle que me dejara ir a la escuela, pero me daba miedo decírselo. Temía que me dijera que no. Porque entonces yo me daría cuenta de que no me quería por mí, sino porque estaba ganando dinero para ella. 

¿Y si ella como mi padre y mi madre y mi padrastro, que nunca se preocuparon por mí, y yo me daba cuenta que no me quería y sólo estaba fingiéndolo?

Después acabé por decirme que mi abuela era buena; que ella no tenía la culpa de tener más necesidades de dinero que yo  de escuela; al final decidí que no necesitaba la escuela para nada, que yo solo aprendería a leer.

Preguntaba a mis clientes qué letras eran los que aparecían en los letreros de los carteles; muy pronto ya pude leer: COCA-COLA, BANCO DE GUATEMALA, OFICINA DE TURISMO, y hasta lo que estabdsm,nhuifwa escrito debajo de la foto de San Pablo.

Cuando se me acabaron los carteles de los alrededores, alguien me dio un periódico y los clientes me ayudaron.

Corté el periódico y siempre llevaba una página en el bolsillo de atrás de mi pantalón cuando iba a trabajar. Poco a poco empecé de ser capaz de leerlas casi todas. Cuando no estaba leyendo y estaba solo allí sentado esperando a los clientes me ponía a pensar en qué estarían haciendo los chicos en la escuela, y si mi abuela me querría de verdad, y era como si la vida se parase,  porque todo eso era lo único en que podía pensar.

Y finalmente decidí que no tenía más remedio que hacerlo, quiero decir, preguntarle a mi abuela lo de ir a la escuela. Le pedí a un amigo mío, Roberto, un huérfano que vive en la calle, que me guardase mi caja de limpiabotas, y me fui al mercado para hablar con mi abuela.

Se quedó muy sorprendida cuando me vio porque creía que a aquella hora yo estaba trabajando.

-¿Que pasa Juan? - me preguntó.

Y yo le dije:

-Abuela quiero ir a la escuela.

-¿A la escuela? - me dijo, tan asombrada como si yo hubiera dicho que quería irme a Marte -. No puedes ir.

-¡Sí que puedo! - dije yo -

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-¡Sí que puedo! - dije yo -.Todo lo que tienes que hacer es llevarme.

Yo había pensado que si ella decía que no, yo lo aceptaría, pero no lo hice.

-Eres muy pequeño - me dijo -, sólo tienes cinco años.

-Abuela; no tengo cinco, ¡tengo siete!

Éramos tanto lo que vivíamos con ella, que había perdido la cuenta delos años que yo tenía.

-¿Que tienes siete? ¿Y por qué no me lo has dicho antes? Sois muchos y no puedo acordarme de la edad de cada uno; debiste habérmelo recordado en su momento. ¿Y cuánto tiempo hace que tienes siete años?

Y me preguntó como si sospechase que yo le había jugado una mala pasada cumpliendo siete años.

-Seis meses - le dije.

-¡Y has dejado pasar todo este tiempo sin decirme nada!

-Era tan importante para mí que no podía hablarte de ello.

-¡Justamente porque es importante para ti es por lo que debías haberme hablado de ello! - dijo la abuela -. Tienes que luchar por tus cosas, y no importa si pierdes. Lo importante deberás es que no dejes nunca de batallar por conseguir lo que de verdad quieres. Desde luego - continuó -, hablo de cosas importantes, no de algo como agua caliente o electricidad. Bueno, y si ya es verdad que tienes siete años, debes ir a la escuela. Tendrías que haber estado yendo desde ya hace mucho tiempo.

El lugar más bonito del mundoWhere stories live. Discover now