5. Respiro

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—¡Ahí estás, mon chéri! ¡Te estuve buscando por todas partes! —es la profesora Tiedeman, que se acerca regocijadamente hacia nosotros. Yo miro de soslayo a Elio, quien tiene la mano en la perilla de la puerta pero se detuvo al escuchar a Tiedeman.

¡Salut, madame Juliette!  —le responde Elio en su impecable francés. Retira la mano de la puerta y me lanza una mirada rápida.

—No había podido darte el aviso. Mañana hay ensayo de la pieza contemporánea. 7:00 am.

—Vicario no dijo nada en la clase de hoy... —replica Elio.

—No, será un ensayo entre Emil y tú —Tiedeman voltea a verme—. Y también tú, Ofelia; será mejor que vayan a descansar ya.

—Ya nos íbamos —me precipito a hablar antes que Elio lo hiciese.

—Muy bien, nos vemos mañana. Sirve de que ustedes dos se conocen mejor —dice la profesora.

—Pero si Ofelia y yo nos llevamos de maravilla —le responde Elio con una sonrisa burlona que me hizo pensar que en definitiva nunca nos llevaríamos de maravilla. Pero eso no me importó mucho, lo único que quería era que Elio olvidara los murmullos que escuchó y que no se le atravesase la idea de descubrir de quiénes provenían.

Respiré hondo. De la que me había salvado la profesora Tiedeman.

— — —

Jueves, 7:20 am

Juliette Tideman es la profesora de música y danza contemporánea. Es muy amable pero llega a ser muy intensa de vez en cuando. Está en el salón de ensayo con Emil y lo único que escucho son los gritos de Tiedeman exigiéndole más interpretación en su baile.

Elio y yo nos limitamos a esperar sentados en el suelo del pasillo, uno en cada extremo, inmersos en un silencio incómodo, como de costumbre.

—¿Ya no hablas? —me pregunta Elio, atreviéndose a quebrar el sigilo.

—No

—No sales mucho ¿verdad?

—Más que tú, sí. —le digo rápidamente, y nos volvemos a quedar callados, viéndonos las caras.

Se oyen unos pasos acercándose, y Tiedeman abre la puerta, invitándonos a pasar, después aparece Emil, que me dirige una grata sonrisa y me ofrece su mano para levantarme del suelo.

—¡Hola, Ofelia! —me dice en un tono más alegre que el de costumbre, resulta algo aterrador.

—¡Emil! —me restrinjo a decir y sonreírle, Elio entra de inmediato al salón y Emil me habla misteriosamente.

—Tenemos que hablar —dice.

—Que sea rápido.

—Noah despertó del coma —me susurra. Y entonces recordé todo otra vez. Y también recordé que de no ser por el accidente que sufrió, yo no estaría en la orquesta. Y me sentí un poco mal por ello.

—¿Cuándo?

—He oído que anoche, tengo que verlo pero no puedo solo, necesito que me acompañes.

—Está bien, te veo a las 12 afuera de la escuela.

—Bien —susurra.

—Bien —susurro.

No podía dejarlo solo. De todas formas, él había sido muy amable conmigo y ya compartimos bastantes secretos, además de que nos conocimos el mismo día que Noah Elba, el pianista que sustituyo, tuvo el aparatoso accidente.

Agitato//Elio Perlman (Timothée Chalamet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora