Dos

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Al terminar las clases volvió a su casa caminando con tranquilidad, mientras apreciaba el estilo de vida tranquilo y sencillo que llevaban casi todos los habitantes de allí. Todo muy diferente a lo que vivio en sus años de juventud.

Si, lo sabia, hablaba como un viejo pero el haber vivido tanto, el haber quemado tantas etapas en su vida, lograba que su mente funcionara distinto de los demás. Aunque no eso no el agradaba nada.

Al llegar a su hogar pudo ver a su abuela chalando animadamente con otra señora que, sabia gracias a ella, era su vecina. Kaede fijo sus ojos en el jovencito, el cual saludo con una de sus manos. La dulce ancianita despidió a su vecina para caminar hacia su niño y abrazarlo tiernamente. Agradecia a Kami-Sama el haber logrado que su pequeño nieto estuviera entre sus brazos nuevamente.

-¿Cómo fue tu primer dia de colegio, pequeño? – Con suavidad tomo su brazo para comenzar a caminar hacia dentro.

- Muy bien, abuela. Hice nuevos amigos.

- Lo sabia. Eres un niño muy lindo, mi pequeño – Con una sonrisa apretó una de sus mejillas, escuchando un quejido de su parte – Entremos. Tengo tu merienda preparada.

- Seguro. Tengo hambre – Ambos llegaron hacia la cocina, donde la ancianita lo dejo para que comiera tranquilo. Con paso lento pero seguro fue hacia su despacho, que anteriormente había sido de su amado esposo y tomo su teléfono. Como todos los días, era hora de llamar a su terco nieto mayor.

Espero pacientemente hasta que se escucho como contestaban del otro lado de la línea.

-Abuela – Su tan característica voz fría y sin sentimientos le generaba un calorcito en su pecho. Su hijo siempre había dicho que, de los dos, Sesshomaru era el que mas se parecía a él. Inuyasha, por el contrario, tenia la ingenuidad y alegría de Izayoi.

- Mi pequeño, ¿Cómo te encuentras?

- Muy bien. Estoy terminando de preparar unos papeles para la presentación de mañana.

- No te esfuerces mucho, mi niño.

- Lo se, abuela. No te preocupes que estoy comiendo bien y hace mucho que no tengo una recaida anémica.

- Lo se, cariño, pero no puedo evitar preocuparme por ti, lo sabes, ¿No?

- Si, abuela. Lo se. Pero no tienes que hacerlo. Kagura se encarga de que coma bien, como es debido en tiempo y forma. Ambos salimos a trotar cada mañana y llevamos una vida saludable, no tienes que preocuparte.

- Si, cariño. Disculpa a esta anciana – Se burlo con una sonrisa, riendo levemente.

- ¿Cómo se encuentra?

- Bien. Hoy fue su primer dia de colegio. Me dijo que hizo amigos nuevos.

- ¿No notas nada raro?

- No. Pasa todo el dia en casa. Sale únicamente para ir a al colegio y a su trabajo...

- El cual no necesita...

- El cual no necesita, pero dice que eso le hace bien. Que lo ayuda a no pensar – Un silencio se apodero de la línea, mientras Kaede esperaba que su nieto diga algo.

- Es un estúpido – Murmuro, y la anciana pudo escuchar un gruñido que escapaba de su garganta.

- Lo es, pero es tu hermano. ¿Sabes lo mucho que sufrio cuando tu madre fallecio casi en sus brazos? Tu apenas te había mudado a Estados Unidos para poder estudiar en una prestigiosa universidad, pero él quedo solo con tu madre, la cual no le prestaba atención. Con solo 9 años quedo completamente desamparado, cariño, haciéndose cargo de su madre. No puedes culparlo – Un nuevo silencio se formo en la línea.

NO ME DEJES SIN TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora