Cinco

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LLAMADA TELEFONICA

-Jefe, encontré al perro.

- ¿Dónde se encuentra?

- Aquí, como lo había predicho. Tiene algunos problemas con un joven. Hace unos pocos días se cruzaron y termino en el hospital con unas costillas rotas.

- ¿Mi perro termino en el hospital? La falta de entrenamiento lo esta volviendo lento, eso no me gusta – Suikotsu callo al escuchar eso, no sabia que tan conveniente seria decirle que paso eso porque Inuyasha defendia a una joven. Conocia demasiado bien a su jefe como para saber que tomaría cualquier medida para que Taisho vuelva y no deseaba involucrar a nadie en eso - ¿Quién es?

- Otaka Bankotsu.

- Averigua todo lo que puedas. En breve me tendras allí para arreglar cuentas.

- Si, señor.

***

Dos semanas pasaron desde lo ocurrido y, aunque Inuyasha se sentía casi por completo curado, aunque su abuela aun seguía algo paranoica, casi no dejando que vaya solo al baño. Cada minuto lo cuidaba y solo le permitia dejar la cama para poder bajar al comedor a la hora del almuerzo y la cena.

Ya estaba totalmente aburrido de eso.

Por suerte, esa misma tardes sus amigos irían de visita y, de paso, para llevarle las tareas hechas en esos días.

Al llegar su abuela les llevo unas ricas tartas junto con un té. Tomaron asiento en el juego de sillones que el peliplata tenia en su alcoba. Dada la intimidad, aprovecharía para contarles su pasado. No deseaba esconderles mas lo que era.

-Me alegro que hayan venido a visitarme, pero tengo que hablar con ustedes – Sus tres amigos lo miraron atentamente, dejando de lado tazas y postres.

- ¿Sucede algo malo? – Pregunto Kaghome, sumamente preocupada por el rostro serio de su amigo.

- Yo... - ¿Cómo decirles lo que ni él sabia? ¿Cómo decirles que no, cuando su pasado era tan oscuro como la santa inquisición? No queria mentirles mas, pero su cuerpo temblaba levemente de solo pensar que se enojarían con él y no volverían a ser sus amigos. Desde hacia poco lograba experimentar lo que era la verdadera amistad y gracias a ellos no había recaido nuevamente en su vida de excesos. No deseaba que lo dejaran, pero tampoco podia mentirles mas – Eso lo decidirán ustedes.

- Me asustas un poco – Admitio la pelinegra mientras se enderezaba en el sillón donde estaba sentada.

- ¿De que deseas hablar?

- De mi pasado – Un silencio se cernió sobre ellos mientras Inuyasha intentaba recuperar fuerzas de donde no tenia – Tengo un pasado muy oscuro. Demasiado para mi gusto y, a pesar de que se que probablemente me odiaran luego de esto, son mis amigos y no quiero mentirles mas.

- ¿Cómo te odiaríamos? Ni que hubieses asesinado gente – Bromeo Miroku, pero por su cuerpo corrió un escalofrio al ver la mirada seria de Inuyasha, el cual no reia ni daba señales de que lo que acababa de decir de verdad fuera mentira.

- Cuando tenia tan solo nueve años asesinaron a mi padre delante mio al confundirlo con otro hombre – Con solo esa frase todos palidecieron, pero no hicieron comentario alguno – Mi madre entro en un pozo depresivo del cual nunca pudo salir. Yo ciudaba de ella como podia, mi hermano se había ido a estudiar al extranjero y, para no preocuparlo, tan solo le había dicho que nuestra madre se encontraba bien. No queria mantener contacto con nadie, tan solo queria estar solo, o rodeado de personas que no me conocieran, asi que me uni a una pandilla muy peligrosa. La 48-07, la banda mas peligrosa de Hong Kong. Tan solo mi madre me separaba de la locura de la que me rodeaba a diario pero cuando fallecio, mi antiguo "yo" fallecio junto con ella. Gracias a mi habilidades natas de pelea y supervivencia fui subiendo de rango, hasta convertirme en el protegido de Naraku, el líder – Un nuevo silencio se hizo presente ya que hablar sobre esto se le estaba tornando mas difícil de lo que creía. Sus lagrimas corrian por su rostro sin quererlo. Recordar a sus padres siempre le hacia daño – Al encontrarme solo y, aun sabiendo que mi abuela me buscaba con desesperación, al igual que mi hermano, me fui a vivir con el líder. En esos años fue que mi persona toco fondo. Porbe drogas blandas y duras, lo que me mantenía perdido la mayoría del tiempo para no pensar en mis padres. No tenia tiempo para pensar en mi dolor – Con fuerza limpio las lagrimas de sus ojos, pero agacho su mirada, no soportaría ver la cara de asco y temor – Una noche me enviaron a asaltar un local. Como yo era de los mas rapidos estaban seguros que no me iban a atrapar. Nunca contaron con que estaba tan drogado que mis sentidos no estaban al 100%. Esa misma noche me arrestaron, enviándome a un reformatorio con la promesa de que al cumplir 18 años, me vendría a vivir con mi abuela – Un nuevo silencio se hizo presente. Tenia ciento de cosas mas que decirles, pero por ahora era suficiente. No tenia fuerza suficiente para seguir – Ahora ya saben la verdad de mi pasado. Son libres de hacer lo que quieran. No los culpo si llegan a temerme – Tiro su cabeza hacia atrás, cubriendo sus ojos con su brazo. La angustia lo mataba y solo queria que se decidieran a irse o a quedarse.

NO ME DEJES SIN TIWhere stories live. Discover now