Catorce - Final

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El viaje de camino a su casa se le hizo eterno al estar sumamente nervioso. Kaghome manejaba y él solo podía mirar el paisaje con la pequeña Yumi dormida en sus brazos. Suspiro y la miro al sentir como se removía y tomaba su remera entre sus diminutos dedos.

Era tan pequeña y perfecta. Gracias al ángel, parecida a su madre y no al idiota de Kaluga.

-Llegamos – Anuncio la azabache y el peli plata miro hacia adelante. Al concentrarse en la pequeña en sus brazos, el camino se había acortado bastante. Ahora su cuerpo comenzaba a temblar y los nervios hacían meollo en su estómago. No quería bajar – Desea verte con toda su alma – Le aseguro Kaghome, tomando su mano con fuerzas. Él asintió con su cabeza y, con mucho cuidado, le entrego a Yumi.

Bajo del auto y con pasos lentos se acercó a la entrada. Su nuca transpiraba y se sentía como un adolescente que llegaba luego de la hora de acordada. Abrió con lentitud la puerta, se dirigió hacia la sala y allí la encontró, sentada, apretando su pañuelo celeste, pareciendo rezar.

-Abuela – Murmuro con voz leve y la anciana lo miro con sus ojos abiertos, llenos de alegría.

- Mi pequeño – Gimió en un llanto leve y agudo. Estiro sus brazos hacia él e Inuyasha, casi corriendo, se arrodillo a sus pies, abrazándola por la cintura. Pequeñas lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas, mientras sentía como su abuela convulsionaba por el llanto y acariciaba sus cabellos con cariño – Has vuelto, mi niño.

- Regrese, abuela – Alejo su rostro de su vientre, viéndola a los ojos – Discúlpame por todo, por favor.

- Eso ya no importa, pequeño. Tengo aquí conmigo nuevamente – La anciana seco sus lágrimas con cariño y luego apoyo su frente sobre la de él – Por fin los tengo aquí conmigo – El peli plata la miro sin entender que decía, pero cuando la vio mirando hacia su espalda, él también se giró.

Su cuerpo se tensó de sobre manera al ver a ese hombre. Estaba mucho más alto de lo que recordaba, pero su rostro impávido y duro seguía igual.

Se puso de pie para mirarlo fijamente y su boca comenzó a abrirse y cerrarse, sin saber que decir. ¿Qué hacia allí? ¿En qué momento había llegado?

-Eres un maldito egoísta, Inuyasha – Fueron sus primeras palabras, mientras caminaba hacia él y se paraba a tan solo medio metro de distancia - ¿Tu sabes todo lo que la abuela lloro y sufrió en tu ausencia?

- Sesshomaru – Murmuro sorprendido, pero su sorpresa fue mayúscula cuando sintió que su hermano lo tomaba del brazo y lo abrazaba contra su pecho. ¿Qué rayos sucedía?

- Nueve malditos años estuve esperando poder verte, para echarte en cara todo lo que habías hecho mal, todo lo que había ocurrido en estos años y, cuando por fin logro tomar el coraje suficiente para decirte que todo estaba bien, que todo iba a salir bien, me entero de que arriesgarte tu vida por nosotros y te fuiste por propia voluntad con esos delincuentes – El silencio reino mientras Inuyasha tomaba con suavidad la camisa de su hermano. Nunca, jamás, desde que tenía memoria, había recibido un abrazo de su parte y, aunque se quería hacer el fuerte, se sentía muy bien, pero poco duro esa muestra de cariño porque su hermano lo tomo por los hombros, alejándolo un poco de su cuerpo – Jamás vuelvas a hacer algo así. Si vuelve a suceder, me llamas y juntos lo solucionaremos, ¿Me oíste? Perdí muchos años de mi vida por ese maldito rencor como para perder más, ¿Me has entendido? Nunca dejaste que me comporte como un hermano mayor, pero esta vez lo seré. Te prohíbo que te vuelvas a arriesgar así y es mi última palabra – Inuyasha lo miro sorprendido, pero al instante sonrió y asintió con su cabeza. No recordaba alguna vez haberse sentido así con alguien. Por primera vez, desde que su padre había fallecido, se sentía protegido y cuidado.

- Mis niños – Su abuela, con paso lento, se acercó a ellos. Ambos la abrazaron mientras besaban su cabello y sus mejillas – Es como un sueño tenerlos aquí conmigo.

- Nunca volveré a irme, abuela – Murmuro el peli plata.

- Claro que no lo harás – Aseguro Sesshomaru, mirándolo con su rostro de hielo, como siempre – Primero solucionaremos las cosas como una familia.

- Vengan mis pequeños – Llamo la dulce anciana a los amigos de Inuyasha que se mantenían fuera de todo el conflicto – Ustedes son parte de la familia – Aun emocionados, todos se acercaron a ese gran abrazo grupal, riendo por todo y por nada.

Inuyasha miro a Kaghome, al cual le sonreía con algo de vergüenza y no pudo evitar pensar en las vueltas que daba la vida. Había pasado por muchas cosas, pero todo valía la pena si, al final del día, podía estar rodeado de tanto amor como en ese momento.

Tenía amigos que lo querían. Una novia que lo amaba y una familia que lo cuidaba. No podía pedir nada más.

Ah, y una sobrina que, a pesar de conocerla hacia poquito, era la luz de sus ojos.

FIN.-



***

Hola mis bellxs hanyou's! 

Falta un poco de la historia, pero no es historia en si, son unas publicaciones de instagram de los personajes, pero eso lo subire con mas calma. 

Prometo continuar con "La capacidad de la fortaleza". 

Lxs quiero!

Lin! ❤

NO ME DEJES SIN TIWhere stories live. Discover now