Capítulo XXVIII

4.9K 333 25
                                    

Pov. Sam

  - Mamá - murmuré.

  Allí estaba Sarah Ward, con sus ojos verdes más apagados de lo normal, su pequeña nariz respingada rodeada de sus muchas pecas. Su pelo rojizo caía en ondas sobre su espalda, algo más largo de lo que recordaba.

  - ¿Es ella? - Jennifer me sacó de sus pensamientos.

  Asentí levemente, y comencé a avanzar hasta ella.

  La mujer susurraba algo sobre una vida perdida y una mente vacía.

  Levantó algo la vista y clavó su vista en mí. Me quedé completamente quieto, esperando a que dijera algo, pero no emitió sonido.

  - Hola - susurré.

  - Hola - dijo confundida. Su voz sonó apagada y rasposa.

  Volvimos al silencio.

  - Mamá... - volví a hablar.

  - ¿Mamá? - repitió.

  - Sí. ¿No...? - Un nudo se formó en mi garganta. - ¿No me reconoces?

  - Disculpa, ¿nos conocemos?

  Si no fuera por los cientos de murmullos a mí alrededor, hubieras oído mi corazón quebrarse en un millón de pedazos.

  - Sí - dije apenas audible. - Sarah, soy yo...

  - ¿Sarah? ¿Ese es mi nombre? - dijo abriendo los ojos.

  Eso fue la gota que colmó el vaso.

  Lágrimas comenzaron a caer furiosamente de mis ojos.

  - Sarah - gemí con dolor. - Sarah Ward, no puedes no recordar a tu hijo.

  - Lo siento- dijo lentamente. - Mi vida es solo una mancha borrosa del pasado. Si fuiste alguien en mi vida, lamento no recordarte. - Me quedé completamente callado, lágrimas mojando mis mejillas.

  - Mamá... - susurré.

  - Mira, si enserio eras mi hijo... Me encantaría recordarte. Pero siempre que trato de recordar algo, una mancha negra aparece en mi mente y cubre mis recuerdos.

  - De veras lo siento, niño. Tu cara me suena algo familiar, pero no recuerdo quien eres.

  Tenía ganas de ir al Castillo de Hades y quemar y destruir todo. ¿Por qué la gente de los Asfódelos perdían su memoria? ¿Qué culpa tenían ellos de ser gente normal?

  - Sam - me interrumpió Jenn. Por un momento, había olvidado que estaba allí. - Sam, vamos.

  No quería irme, pero al mismo tiempo si quería hacerlo. No podía dejar a mi madre allí. Y menos sin su memoria.

  - Yo... - comencé.

  - Te quiero, Sam - interrumpió mi madre. Abrí los ojos con sorpresa. - Estoy segura de hacerlo, o de haberlo hecho alguna vez. Sé que no mientes. Eras mi hijo, y aunque no te recuerde, cualquier madre siente amor por su hijo.

  No pude evitarlo. La abracé. Por un momento creí que mi cuerpo iba a atravesar el suyo, ya que ella era un fantasma, pero no. Sé que probablemente abrazarla no era la mejor opción, pero vamos. Si tú vieras a tu madre luego de dos años, ¿la abrazarías solo le dirías "Hey, mamá. Si tú. Soy tu hijo. ¿Me recuerdas? ¿No? Pues que pena"?

  Mi mamá no reaccionó al instante, pero luego de unos segundos me devolvió el gesto. Se sentía bastante reconfortante, aunque ella no me recordara. Por lo menos no del todo.

La otra hija de Poseidón © Where stories live. Discover now