Capítulo 14: Culpa

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ALEXANDER

Una llamada. Una sola palabra. Eso era todo lo que había tomado para que perdiera el control.

Eso fue lo único en lo que pude pensar mientras me enfundaba a mí mismo en mis medias cortas y metía mis pies en las zapatillas entre gruñidos. Siquiera había salido de mi dormitorio, y ya tenía la sensación de que me costaría horrores enfrentarme a aquel día. La melodía de la alarma —la segunda, porque jamás lograba despertarme con la primera— continuaba perforándome los oídos, hasta que tuve las manos libres para apagarla.

La residencia se oía particularmente silenciosa aquella mañana.

Con el estómago revuelto, terminé de atar los cordones con fuerza antes de caminar hasta la puerta del dormitorio. Tenía treinta minutos para llegar a mi próxima clase, y no podía pensar en pasar siquiera uno dentro del mismo espacio que Harmony.

Harmony... por Dios.

Me revolví el cabello y, a cada paso que daba, me sentía aún peor. Sin embargo, una vez que estuve en la sala, solo me encontré a Summer, con su usual melena despeinada de la mañana. Me dedicó su mejor sonrisa cuando me vio llegar.

—Buenos días, príncipe azul.

—Buenos días —murmuré. Me detuve a un paso de la nevera—. ¿Y Harmony?

Su mirada por poco me atravesó.

—Pasó la noche con Bastian. ¿Por qué? ¿Tuviste algo que ver? No ha querido hablar con ninguno de nosotros.

Tragué grueso.

Joder, me sentía como si hubiera pateado a un cachorro. Peor aún. Siquiera quería pensar en lo que había cruzado por su mente, la simple idea me oprimía el pecho. Tenía un pase libre para patearme en la cara y escupirme de paso, si quería. ¿Qué estaba pensando?

Esa respuesta la sabía bastante bien. Claramente, en nada.

Y la peor parte, no había vuelto a dormir. Sabía que la había herido, mas nunca habría imaginado que a ese nivel. Quizá siquiera tuviera que preocuparme tanto, aun así, la culpa me perseguía con cada paso que daba. Tampoco podía quitarme de la cabeza la mirada que me había dado, con sus ojos casi llorosos...

Me sentía como un monstruo.

«Arruinándolo todo como siempre».

Me alejé de la nevera, se me había quitado el apetito. Me despedí de Summer con un asentimiento de cabeza y siquiera me molesté en acomodarme el cabello al salir de los dormitorios.

Siquiera podía enfocarme en Harmony. No debía hacerlo, porque tenía peores cosas por las que preocuparme, cosas como esa llamada que había recibido. No quería ni pensar en llamar a Caelum, primero, porque sentiría pena por mí, y me diría un montón de frases alentadoras que no quería oír. También porque no sabía mantener la boca cerrada, y si él se enteraba, también lo haría Nina.

La quería mucho. Era la única persona en el mundo que, muy probablemente, me conociera mejor de lo que yo me conocía a mí mismo. Sin embargo, eso también funcionaba de ambos lados; y podía anticipar su reacción a lo que iba a soltarle: Se enojaría, se frustraría y quizá hasta volaría hacia Hamilton con tal de verme. No supe cuando eso se había convertido en algo malo, pero no quería preocuparla. Casi sonreí. Preocuparla, como si me hubiera ocurrido algo terrible, cuando la única verdad era que no podía manejar una simple llamada. No, no tenía por qué decirles, ¿Qué sentido tenía? Los molestaría por nada, por algo que no tenía importancia.

Destruyendo al chico ideal (CI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora