2. Reencuentro

258 16 0
                                    

PDV LOUIS.

El maldito despertador suena. Las 7.
Lo busco sin abrir los ojos, apagándolo.
Suspiro, estirándome y abriendo los ojos, viendo que Marcus no se encontraba en la cama.
Me levanto aún medio dormido, frotándome los ojos.
- Buenos días- dice éste con una toalla envuelta en sus caderas.
- Hola- susurro, mirando al suelo.
Marcus se acerca a mí, envolviendo sus brazos en mi cintura, abrazándome.
- Siento lo de anoche. Otra vez- susurra en mi oído.
Suspiro, correspondiendo su abrazo.
- Está bien- respondo.
Éste se separa un poco de mí, inspeccionando mi rostro.
Deja un pequeño beso en mis labios.
- Estás guapo- dice sonriendo.
Retiro mi mirada de la suya, ocultando la sonrisa que quería salir.
Siempre lo conseguía.
Me vuelve a aproximar hacia él, besándome esta vez un poco más apasionado.
Lleva sus manos hacia mi trasero, apretándolo.
Jadeo, queriendo más. A fin de cuentas, llevábamos tiempo sin tocarnos.
- Dúchate conmigo- susurro entre beso y beso- así no pierdo tiempo.
- ¿Otra vez?- pregunta riendo- ¿Acaso quieres que llegue tarde al trabajo?
Niego con la cabeza, besando su mandíbula.
- Porfa- susurro- solo un rato.
Sus manos son cerradas en puños, y asiente, cargándome y haciendo que llevase mis piernas a su cintura, introduciéndonos en el baño.

***

Después de una larga ducha desayuno rápido, ya que si no llegaría tarde.
Las cosas con Marcus volvían a estar bien. Hasta que volviese a ocurrir lo mismo.
Recojo las llaves del coche junto con mi maletín y salgo de casa.
Marcus y yo siempre habíamos tenido una buena relación, o eso pensaba hasta que descubrí una gran afición suya. La bebida.
Odiaba cuando llegaba a casa más tarde de lo normal debido a que se quedaba con algunos compañeros a tomar "un par de copas".
Yo ya optaba por no decirle nada, ya que era lo mejor.
Según llego al aparcamiento dejo el coche y entro rápido al instituto, buscando los libros de las siguientes clases.
- Veo que a alguien casi se le pegan las sábanas- dice Thomas terminando su café.
- No he oído el despertador- digo algo agitado.
- Nos ha pasado a todos. Relájate hombre, te quedan 10 minutos.
Suspiro, sentándome en la silla.
- ¿Ésta tarde haces algo?
- Am no, ¿por qué?
- Amelie y yo vamos a ir a tomar algo por Street Park, por si querías venir, y así la conoces.
- Esa zona no es un poco peligrosa ¿no?
Thomas carcajea.
- Bueno, mientras no te metas en las callejuelas lo camellos ni se acercarán a ti. Ellos saben a quién persuadir. No somos su tipo- dice sin restarle importancia- además, hay una cafetería donde hacen los mejores muffins del mundo.
Asiento, lamiendo mis labios.
- Está bien, me apunto.
- ¡Genial! Según salgamos vamos allí. Amelie nos estará esperando.
Asiento, incorporándome de la silla y cogiendo los libros.
- Nos vemos en el descanso- digo despidiéndome.
- Que vaya bien- responde sonriendo.

***

- Los cromosomas están compuestos principalmente por DNA y proteínas entre las que están las histonas.
El timbre suena, indicando que la clase ya había terminado.
- Bien chicos, seguiremos mañana- finalizo acercándome al escritorio, recogiendo todo.
Los alumnos se van levantando de sus asientos, cogiendo sus móviles y comida y saliendo, dejándome solo.
Reviso mi teléfono, viendo que tenía una llamada perdida.
Becca.
Marco su número, sentándome.
- ¡Louis!- exclama- ¿estabas en clase?
- Correcto- digo sonriendo- ahora estoy en el descanso.
- ¿Cómo te va? A ver si te dignas a venir a verme.
Río.
- A ver si este fin de semana o el siguiente me animo, que tengo ganas de ver a mi jefa favorita.
A los dos años de irme a Becca le ascendieron a jefa de sala en el bar, y estaba contenta, ya que lo llevaba realmente bien.
Habían sido pocas la veces que había ido a verla, ya que, entre la mudanza, las clases, y Marcus, tenía poco tiempo.
- Mira no me hables, que ayer Arthur me dejó el marrón de despedir a una chica. Lo pasé fatal- dice de seguro haciendo un puchero.
- Bueno, es el precio a pagar al ser jefa. Ya te irás acostumbrando.
- Supongo... y bueno, cuéntame, ¿qué tal con Marcus?
- Oh, bien.
- ¿Solo bien?
- Muy bien, de hecho- digo algo más alegre- tengo que presentártelo.
- Pues sí, estaría bien. Y ya de paso veo vuestro nidito de amor- dice en tono de broma.
- Bueno, hablamos en otro momento, quiero aprovechar y tomarme un café antes de volver a las clases.
- Que te aproveche entonces, amigo.
- Un beso- digo sonriendo.
- ¡Te quiero!- exclama antes de cortar.
Silencio mi teléfono y lo guardo en el bolsillo, saliendo del aula dirección a la sala de profesores, encontrándome con unos cuantos compañeros hablando de sus cosas.
Les saludo, sirviéndome mi café y sentándome.
¿Debería de mensajear a Marcus para decirle que hoy no pasaría por casa al salir del instituto?
Él nunca lo hacía, de hecho, llegaba a la hora que le daba la gana sin avisar, dejándome preocupado en numerosas ocasiones.
Además, lo más probable es que aun así llegara yo antes que él.
- Louis, estás en tu mundo- dice Linda sonriendo.
- Perdona, ¿me decías algo?
- El timbre ya ha sonado, te toca con tercero.
Asiento, buscando los libros y despidiéndome de mis compañeros, encaminándome al aula.

***

Una vez terminado otro día escolar, guardo todo en mi maletín y voy al coche, guardándolo ahí.
- Sígueme con el coche, allí se aparca bien- dice Thomas detrás de mí.
Asiento, metiéndome en el auto y arrancando, esperando a que Thomas saliese del aparcamiento, siguiéndole.
La verdad que desconocía todas estas calles, ya que solo conocía las que rodeaban el apartamento.
Thomas se mete por unas callejuelas un poco solitarias, a lo que yo me pongo al nervioso. Nunca me habían gustado estos caminos.
Salimos a una calle mucho más ancha, donde encontramos bastantes sitios libres para aparcar.
Dejamos los coches uno junto al otro y salimos, encaminándonos hacia donde habíamos quedado con Amelie.
Una chica morena nos mira sonriendo, colocándose bien el bolso.
- Hola, mi amor- dice Thomas dándola un beso, a lo que ésta le corresponde, sonriendo- Éste es Louis, el compañero del que te hablé.
- Encantada- dice dándome dos besos.
- Igualmente- respondo sonriendo- no me habías dicho que era tan guapa.
- Quería sorprenderte- dice éste encogiéndose de hombros, a lo que Amelie ríe cálidamente, algo sonrojada.
- Bueno, ¿vamos a por esos muffins?- dice ésta cambiando de tema.
Asentimos, encaminándonos hacia la cafetería.
Según entramos nos sentamos, indicándole a la camarera lo que queríamos.
- Ya me dijo Thomas que vives con tu pareja, ¿cómo lo llevas?
- Oh bien- digo fingiendo una sonrisa- no pasamos mucho rato juntos debido al trabajo, pero todo bien.
- Eso es lo importante- responde sonriendo- Thomas y yo al principio de la convivencia discutíamos mucho, ya que era, y es, bastante desordenado.
- Ya estamos- susurra Thomas- eso no es verdad y lo sabes. Lo que pasa es que tú eres demasiado organizada.
Oculto una sonrisa, viendo cómo sin quererlo empezaban a discutir.
- A Marcus y a mí nos pasa lo mismo- digo interviniendo, haciendo que me mirasen- yo soy más formal en ese sentido, y él más dejado, pero bueno, intentamos llevarlo bien- digo riendo.
Amelie y Thomas sonríen.
La camarera nos trae nuestros muffins y los batidos.
- Esto tiene una pinta deliciosa- digo oliéndolo.
Nos mantenemos en silencio y empezamos a comer, degustando aquella maravilla.
- ¿Verdad que son los mejores muffins que has probado en tu vida?- pregunta Thomas sonriendo.
Asiente con la boca llena, a lo que Amelie ríe.
Pasada más de una hora, en la que después de comer hablamos, decidimos marcharnos, ya que Amelie tenía que madrugar.
Me despido de ellos y nos metemos cada uno en su coche.
- Mierda- digo recordando que no compré el queso para la cena.
Salgo del coche y busco alguna tienda o supermercado, pero solo diviso un bar, al cual me dispongo a entrar y preguntar.
Observo el local, pequeño y muy de barrio. Simple.
Me acerco a la barra, esperando a que el camarero pudiese atenderme.
Suspiro, mirando a dos hombres que ríen.
La campana de la puerta suena, indicando que alguien más había entrado.
- ¡Hache!-exclama uno de esos hombres.
Me giro, divisando a un hombre alto, con unos pantalones negros y una sudadera con la capucha puesta.
Observo sus botas, familiares.
- ¿Qué tal?- dice éste chocando su mano con la suya.
Esa voz...
El hombre se gira, y el mundo se me viene abajo.
- Harry- susurro, atónito.
Éste se acerca a la barra y le dice algo al camarero, el cual debe de conocerle, ya que le saluda animado.
Trago saliva, nervioso.
El camarero me mira, y le debe de decir que tiene que atenderme, a lo que Harry mira en mi dirección, cambiando su gesto.
Nuestras miradas se cruzan después de tanto tiempo, y el mundo se detiene entre nosotros.
Harry le dice algo rápido al camarero, dirigiéndose hacia la puerta.
Reacciono, caminando hacia su dirección, frenándole.
- Harry- digo, sujetando su brazo.
Éste se para, girándose lentamente.
Suelto su brazo y le miro.
Está cambiado.
Ojeras decoran su rostro. Su pelo se encuentra más o menos como siempre, pero descuidado. Estaba más delgado y vestía ropa ancha.
- Hola, Louis- dice algo seco.
Frunzo el ceño.
- ¿Hola, Louis?- repito- Ibas a marcharte aun sabiendo que te había visto.
- Sí, bueno, cuando no quieres hablar con alguien se hace eso.
- ¿Eres tú el que no quieres hablar conmigo? ¿en serio? Tendría que ser al revés.
- ¿Acaso no sabes por qué estoy así?
- Pues no, la verdad- digo cruzándome de brazos.
- Ya da igual- dice con intención de marcharse, pero vuelvo a detenerle.
- No, dime.
- Te escribí varios mensajes al correo después de bloquear mi número de teléfono, y nunca respondiste- dice serio.
- Cambié de email cuando me mudé- respondo.
- También fui a casa de tus padres y le dije a tu madre que te diese el recado, la cual me dijo que lo haría.
- No me dijo que fuiste a casa- susurro desconcertado.
Harry ríe, negando con la cabeza.
- Qué sorpresa- dice, dándose media vuelta y saliendo del bar, esta vez sin detenerle.
Pienso en todo lo que me ha dicho, demasiado aturdido.
Me acerco al camarero, llamándole.
- Disculpe, ¿el chico con el que estaba hablando viene mucho aquí?
- ¿Hache? Sí, viene todos los días.
Asiento, agradeciéndole y saliendo de allí, camino al coche.
Y sin el queso.

Adore youWhere stories live. Discover now