El amor es un secreto que los ojos no sabe guardar

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CAPITULO 1

El amor es el mayor secreto que los ojos torpemente no saben guardar



BIIP BIIIP BIIIIP

Moví la mano perezosamente en busca de mi celular para apagar la tan ruidosa alarma, mientras hacía esto podía escuchar desde mi cuarto el sonido de mi madre cocinando, el padrino viendo las noticias y mi hermana pequeña bañarse, así es, desde mi habitación se podía escuchar todo eso, debido a que existían dos razones, la primera es que mi cuarto era el único que no tenia puerta en la casa debido a la remodelación que estaban haciendo y segundo, las paredes desafortunadamente eran demasiado delgadas. Pero regresando al hecho de mi "encantadora mañana", apague la alarma y me senté un rato en la cama, checando un poco mis mensajes, aunque seamos sinceros solo tenía abierto dos chats, uno correspondía a mi mejor amigo desde la primaria Miguel, o como todos le decíamos Mangel, este chico que a pesar de todo seguía a mi lado; y en el otro chat, el cual siempre trataba de ignorar, correspondía al tipo que conocí desde kínder, Guillermo, apodado como Willy, un tipo que no se cansaba de hostigarme, me acosaba y molestaba por todo, desde lo que usaba hasta por lo que comía, pero de lo que más le encantaba molestarme era por mi peso, y eso se debe a que soy una persona con una complexión tosca, por no exagerar y decir que soy obeso, aunque sí lo soy.

- ¡RUB, YA ESTA EL DESAYUNO CARIÑO!

- ¡VOY!

Le termine de contestar el mensaje a Mangel diciéndole que lo vería donde siempre para poder ir juntos como siempre a la escuela, eso de ser compañeros de clase era algo genial; dejé mi celular en la mesa de noche, sin darme cuenta que había abierto por accidente el chat de Willy. Me dirigí a mi baño y me di una ducha rápida, para después de salir del baño verme al espejo y apretar mis lonjas – maldito gordo – me susurré a mí mismo frente al espejo de cuerpo completo que había en mi baño y es que antes la casa era de una familia que tenía solo niñas, por lo cual además de que mi cuarto es rosado y tiene adornos algo infantiles para mi gusto, los baños tenían espejos de cuerpo completo.

Salí del baño para ponerme con rapidez el uniforme de la secundaria Karmaland, ¿vaya nombre para una escuela tan prestigiosa y de élite, no creen? Al terminar de "arreglarme", como última parte de mi vestimenta me puse mi gorra negra, usar esta ya me había dado bastantes problemas en la escuela con respecto a la vestimenta, pero ya después de tanto uso los mismos maestros se cansaron de decirme algo por esta. Agarré mi mochila y celular, notando que había otro mensaje y solo decía "MALDITO GORDO, UNA COSA ES QUE IGNORES MIS PUTOS MENSAJES, ¿¡PERO AHORA TUVISTE LOS COJONES PARA DEJARME EN VISTO!? ¡TE LAS VERAS CONMIGO EN LA ESCUELA CABRÓN!" Rápidamente guarde el celular en la mochila y baje a la sala, estaba algo asustado, pero ya sabia que ignorara o no los mensajes, ese tipo me molestaría, así que ya me daba un poco igual.

- Cariño, desde hace media hora que me dijiste que bajarías, ya se enfrió tu comida.... – Comentó mi madre preocupada viéndome desde la cocina, mientras terminaba de preparar los almuerzos para todos.

- Tranquila.... No tengo mucho apetito.

- Ostia hijo, no empieces a dejar de comer, tienes que comer bien para seguir sano – comentó el padrino, quien terminaba de tomar su típica taza de café negro.

- ¿te sientes mal? – susurro mi hermana sentada a mi lado, a lo cual solo le sonreí de vuelta, negué con la cabeza para que no se preocupara y acaricie sus suaves cabellos castaños.

Entre Dulces y Juegos [RUBEGETTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora