Capítulo 30

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Carlos nos estaba acompañando a Marina y a mí a casa. Nadie dijo ni una palabra durante todo el trayecto, simplemente caminábamos en silencio por la orilla de la carretera. Revisé mi móvil por cuarta vez desde que le envié ese mensaje hace menos de cinco minutos tras muchos intentos fallidos de que me contestara al teléfono, "Nat llámame por favor". Sabía que no iba a contestar pero aun así tenía que intentarlo.

Intenté comprender qué era lo que había llevado a Natalia a dejarme esa nota y por más vueltas que le di no me lo podía explicar de ninguna manera. Todo estaba bien ayer, al menos hasta después de hablar con su tía. Ahí tuvo que ser cuando do todo se torció. ¿Pero qué podría haber pasado para que me hubiera dejado de aquella manera? ¿Cómo había podido destrozarme de esa forma?

Cuando llegamos a la puerta de nuestra casa Carlos se acercó con cuidado a mí para darme un abrazo, como si al tocarme pudiera romperme.

—Llámame con lo que sea ¿vale? —Me dijo con cariño antes de dejar un besito en mi frente y despedirse de Marina.

Entramos las dos juntas por la puerta principal, ni siquiera había pensando en que le diría a mi madre tras no pasar la noche en casa cuando se suponía que no podía salir. No estaba para lidiar con ella ahora.

—¡Alba Reche! —Dijo cabreada. —¿Donde has estado toda la noche? Si te digo que no sales, no sales y mucho menos si es para ver a esa chica que...

—Vale mama. —La interrumpí con la voz rota, a punto de llorar de nuevo. —No tienes que volver a preocuparte por Natalia. Me ha dejado. Espero que estes feliz mientras yo me siento como una puta mierda.

No le di tiempo a que respondiera antes de irme con prisa a mi habitación. Me tumbé en la cama boca a bajo intentando, sin existo, no empezar a llorar. No podía parar de preguntarme por qué había ido y solamente había dejado esa nota. "No quiero seguir con esto", "lo mejor será que te olvides de mi", "la motera con la que no te debiste cruzar", esas frases se habían quedado grabadas en mi cabeza y no podía parar de repetírmelas. ¿Tal horrible era lo nuestro que desearía no habernos conocido? No entendía nada.

Oí como alguien abría la puerta, solo esperaba que no fuera mi madre.

—Soy yo. —Era mi hermana. Me di la vuelta en la cama secando con mi mano las lagrimas que tenía en el rostro. —¿Quieres hablar?

—No. —Contesté en un susurro.

—Vale pues me voy a mi habitación. Si quieres algo avísame.

—Espera Marina. —La detuve antes de que se marchara. —¿Te quedas conmigo?

—Claro...

Se sentó a mi lado en la cama y yo apoyé mi cabeza sobre sus piernas mientras ella me acariciaba el pelo. no se en que momento me quedé dormida pero recuerdo despertarme con la voz de mi hermana hablando con alguien por teléfono.

—No, ahora está dormida... Ya, no lo se... Mejor que te lo cuente ella... si, en cuanto despierte le digo que te llame...

—¿Con quién hablas? —Pregunté incorporándome en la cama.

—Mira, ya esta despierta, te la paso —Le dijo a la persona que estaba al otro lado de la línea antes de darme el móvil. —Es Miki.

Hola Reche. —Me saludó. —¿Cómo estás?

—¿Sabes algo de Nat? —Pregunté sin rodeos.

Por eso te llamo... Si quieres en cinco minutos estoy en tu casa.

—Sí, sí, claro. Vente. —Accedí.

Vale pues te veo en un ratito.

Marina se quedó conmigo hasta que Miki apareció.Me saludó con un largo abrazo, luego ambos nos sentamos en la cama.

Runaway || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora