Soy caos por y para ella

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Sin duda no se cansaba de admirar a la chica de cabellos azabache

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Sin duda no se cansaba de admirar a la chica de cabellos azabache. Podía notar como le gustaba pasar su tiempo libre en las fronteras de su aldea siempre admirando el más allá. Ha decir verdad no era capaz de entender qué era lo que le tenía atada a su pueblo, el porqué simplemente no se iba de ahí si tanto lo deseaba.

Muchas veces estuvo tentado en tomarla de la mano y llevársela para complacer los deseos de ella... y los de él, por supuesto, porque él se moría de ganas de hacerle compañía a esa mortal de ojos llamativos.

—¿Sabes que Zeuz te tiene prohibido andar tan cerca de los pueblos humanos?— aquella voz rompió el escenario de encanto que presenciaba. Regresó molesto su mirada hacia aquella inconfundible pero irritante voz: Plagg, un sátiro que siempre hallaba la oportunidad para llamarle la atención.

Siempre se preguntó el porqué ese bastardo siempre andaba siguiéndolo, cuidándolo, si era más que claro que no le agradaba en lo absoluto. En algún momento le gustó imaginar que Afrodita lo había mandado para cuidarlo; pero la realidad es que Plagg también desaparecía por largos periodos y después regresaba con él, así que lo dudaba,

Y a decir verdad, empezó a ser más feliz sin sus filosos comentarios de "Hasta los mismos sucios mortales te evitan", "si la diosa del amor no te quiere ¿Quién lo va a hacer?", "Chloe sólo te busca porque es una ninfa, a ellas les gusta seducir por naturaleza". Se sentía bastante molesto con su regreso.

—Ahora persigues mortales. Que idiota.— mencionaba encaminándose a él. Adrien sólo rodó los ojos y siguió contemplando a la chica. Plagg alzó una ceja asombrado por el comportamiento: si hubiese sido cualquier otro día Adrien le hubiera gritado o hubiera seguido insistiendo en que se aleje, sin embargo ahora mismo estaba demasiado empedernido en aquella mortal a la que no le veía nada de especial.

"Busca que tenga a alguien. Estar sólo por milenios le puede hacer daño." Estúpidos dioses y sus órdenes tontas. Tomó aire.

—¿Por qué no haces posesión con ella? Es una joven virgen de buen gusto, exquisita para cualquier dios o mortal. Deberías tomarla antes de que alguien te gane.— era fácil decirlo para él, pero la verdad es que Adrien nunca le interesó nadie, ni mucho menos enfrentar rivales amorosos utilizando ese poder que tanto aborrecía. Plagg tenía razón, era una chica que a ojo de cualquiera no se escapaba, además de que ya le conocía un pretendiente que constantemente la estaba buscando. Era seguro que esa mujer terminaría desposada pronto.

Y no es que eso realmente le preocupara. Tener un amorío con cualquier mortal era superfluo para un dios como él; pero a ella eso le causaría muchos problemas, y eso lo que él menos deseaba.

En ese tiempo mirándola había aprendido que ella adoraba las orquídeas, así que siempre se las arreglaba con Chloe para colocar una en los campos a los que ella frecuentaba. Le gustaba verla sonreír con esa suavidad que sólo ella podía, con esa libertad, con sus dulces pómulos rosados siendo acariciados por él mismo viento y esos labios carnosos con textura aterciopelada que deseaba probar.

She's mine (Greek AU Marichat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora