Capítulo 8

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Nunca, en todo el tiempo que llevo viviendo en este apartamento, he tenido problemas con alguien; jamás estuve en la necesidad de ir hasta la residencia de algún vecino a quejarme por algo. Nunca.

Sin embargo, esta mañana, me siento en la necesidad de levantar mi trasero de mi silla, e ir hasta la puerta de mi querido vecino y pedirle que por favor baje el volumen a  la música, porque necesito corregir unos manuscritos para mañana.  Debido a que dicho vecino que esta con el volumen de su equipo de música  hasta el tope, es Adrien, no sé qué hacer. No quiero ir hasta su apartamento, y tocar su puerta. Pero no lograré terminar con esto, si la música sigue sonando tan fuerte.

Doy un bufido, y me llevo ambas manos a la cabeza ¿Qué nadie le dijo que no puedes poner música a todo lo que da si vives en un apartamento?

Aarón ingresa al cuarto, y volteo a mirarlo, es evidente la frustración en mi rostro.

—¿Quieres que vaya yo a pedirle que baje el volumen de la música?

Frunzo al ceño, al oírlo, y sonrío un poco. Desde la pelea de ayer es la primera vez que me dirige la palabra; parece que Aarón es del tipo de persona que cuando se molesta contigo, simplemente decide ignorarte.

—No, déjalo así— murmuro.

Cierro el archivo, me levanto de la silla y me acerco a él. Me mira de brazos cruzados, completamente serio.

Estiro mi mano para acariciarle la mejilla, y sorpresa, no me rechaza. Observo sus ojitos azules, y no veo ya ese enojo que vi ayer, ahora en su lugar hay… ¿Arrepentimiento?

—Lamento lo que pasó ayer— me dice— Me lo he tomado mal, pero sé que no tienes la culpa de lo que pasó con el ascensor.

—¿Creíste que yo era la culpable de eso?—inquiero algo ceñuda.

Niega con la cabeza.

—Me he puesto un poco celoso, Liz. No podría soportar que volvieras a él, aún después de todo lo que te ha hecho.

Trago duro, y me muerdo el labio inferior, agachando la mirada. De verdad no quiero volver a él, estoy luchando contra la corriente ahora mismo, me siento arrastrada hacia el pasado desde que él ha aparecido. Debería poner un stop a todo, porque algo dentro de mí me dice que me traerá problemas, sí, por más que ayer misma le aseguré a Aarón lo contrario. Me contradigo constantemente, ya no sé qué hacer. No sé qué hacer con esta confusión que amenaza con volverme loca.

La música que viene de la residencia de Adrien sigue sonando.

—¡Por favor que mal gusto musical que tiene!— exclama Aarón.

No puedo evitar reír por lo bajo, nunca tuvo buen gusto musical, eso lo puedo certificar.

Aarón se acerca más a mí, y me da un estrecho abrazo, sellando así la reconciliación.

Siento como si el peso que llevo sobre los hombros, se aliviase un poco. Necesitaba un abrazo de él, algo que me diga que todo está bien. Dormir juntos, en la misma cama, sin ni siquiera mirarnos o decirnos una sola palabra, me generó una angustia mayor de la que creía poder soportar.

Después de que Aarón sale del cuarto, intento retomar con los manuscritos, leo y releo, pero no puedo concentrarme. Por más que relea las mismas  líneas una y otra vez, mi mente se dispersa con la letra y el boom boom de la música que viene de en frente.

Yo sabía que esto pasaría
Que tú terminaría amanecida en mí cama
Después de esta noche todo se te olvida
Y si quieres otro día, a cualquier hora me llamas

Aún lates en mí | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora