Capítulo 28

2.5K 195 74
                                    

Ingreso a la editorial después del horario de almuerzo, y Mariana, la chica de la recepción llama mi atención.

—¿Qué sucede?— pregunto.

—Para que no te lleves una sorpresa, tienes visita, ha venido alguien a verte, y está esperándote en tu oficina.

Entorno los ojos con confusión. Quiero preguntar quién es pero el teléfono suena y Mariana debe atender. Decido no molestarla, de todas maneras ya veré con mis propios ojos de quien se trata. Me despido de ella con un saludo de mano, y me dirijo al segundo piso.

¿Pero quién? ¿Adrien? ¿Karen?... tal vez Aarón. Pero no, él también trabaja a esta hora, y a menos que haya faltado directamente, no puede tomarse el tiempo de venir hasta aquí. 

Como no tengo muchos conocidos que puedan venir a visitarme a mi lugar de trabajo, la intriga crece conforme avanzo por el pasillo.

Llego a la puerta de mi oficina, y en cuanto abro, su voz chillona, burlesca y cantarina me recibe…

—Sorpresa.

***

—¿Qué estás haciendo aquí? — suelto.

Marla está sentada en mi silla muy cómodamente, con las piernas cruzadas y la barbilla en alto. Me mira con una sonrisa falsa, más falsa que las lentillas de ojos claros que solía usar mi ex mejor amiga del instituto.

Cierro con cuidado la puerta y me acerco unos pasos al escritorio.

—¿No vas a darme la bienvenida Elizabeth?

Ruedo los ojos y apoyo mis carpetas con fuerza en el escritorio, demostrándole que estoy molesta. ¿Viene a mi lugar de trabajo y tiene el descaro de seguir diciendo mal mi nombre?

—No sé a qué has venido, pero voy a pedirte amablemente que te retires. Tú y yo no tenemos tema de conversación, así que no quiero que te quedes quitándome tiempo, que no me sobra.

—¡Vaya que carácter! ¿Lo has tenido siempre o… te ha costado desarrollarlo?

Achino los ojos y cruzo mis brazos. Marla  se está burlando de mí. No tengo ninguna duda.

—No es asunto tuyo, ahora por favor…

Se pone de pie con ímpetu.

—No voy  a irme hasta que hayamos aclarado un par de asuntos.

Sus ojos marrones me ven con desafío.

—No tengo nada que aclarar contigo.

—Sí, sí tienes Elizabeth… mira, pareces una chica inteligente, con un futuro prometedor. Tienes un empleo, tienes una carrera en pleno auge… sería terrible que perdieras lo que tienes, sólo por un amor que… no podrá ser.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué quieres decir?

Marla sonríe. Suspira, y se acerca a mí.

—Veo que el amor te ha vuelto un poco más lenta— se burla, y añade—, te lo diré más claro, para que lo puedas comprender: Adrien regresará conmigo, y con su hijo. Al lugar donde pertenece.  Si tú sigues metiéndote en nuestro camino, yo me encargaré de hacer de tu vida una miseria.

—¿¡Qué!?—espeto. No puedo contenerme y me echo a reír.— ¿pero quién crees que eres? Estás loca, has visto demasiadas telenovelas. Por favor Marla, ya déjate de pavadas, y sal de mi oficina, y déjame en paz.

A lo último mi risa se ha esfumado. De verdad me preocupa su salud mental.  Comienzo a darme cuenta de lo loca que está.

—Está bien, no voy a quitarte más tiempo, sólo quería advertirte sobre las consecuencias. Deja de ser un estorbo entre Adrien y yo, y yo dejaré de ser un estorbo para ti, de lo contrario… bueno, sabrás que lo que he dicho no ha sido una pavada. Tengo como hacerlo, puedo hacer que te hundas.

Aún lates en mí | CompletaWhere stories live. Discover now