Yuna y Lia caminaban por el bosque, tratando de adentrarse lo más posible para así separarse de su pueblo natal. Ya era bien entrada la noche y ambas notaban tanto el cansancio como el sueño.
—¿Podemos parar? Me duelen los pies —se quejó Lia.
—El lugar donde había pensado acampar está un poco más adelante, pero si ya no puedes más podemos pasar la noche aquí.
—¡¿En mitad del bosque?!
—Por supuesto, ¿dónde si no?
—Menuda nochecita me espera —dijo Lia en tono desesperado.
—No digas eso, mi tienda de campaña es súper comodísima. Ya verás, te va a encantar.
—Eso espero, Yuna, eso espero.
En poco tiempo Yuna ya había montado la tienda y ambas entraron junto a sus pokémon.
—Es pequeña... y hace frío —se quejó Lia.
—¿Quieres que te abrace? uwu
—Si quieres...
—Vale :D
Yuna se arrastró como una oruga en su saco de dormir, hasta que se acurrucó contra Lia. Pasados unos minutos las dos se durmieron.
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Unas horas más tarde un ruido hizo que Surskit se despertara, y este avisó rápidamente a su entrenadora.
—¿Pasa algo, Sindu? —preguntó mientras se frotaba los ojos con sueño.
El Surskit se dirigió a la entrada de la tienda, así que Yuna hizo ademán de abrirla, pero antes de que saliese a ver lo que tenía a su compañero tan agitado, un misterioso pokémon entró a toda velocidad en la tienda.
—¡Uaah! —exclamó Yuna exaltada.
El pokémon se posó sobre Lia, quien dormía ajena a la situación.
—Cuidado, Lia —llamó Yuna con cuidado para no espantar a la criatura—. Tienes una cosita sobre ti.
—¿Qué tengo qué? —contestó esta entre bostezos antes de fijar su mirada en el pokémon sobre ella—. ¡AHHH!
—¡No grites, vas a asustarlo! —regañó Yuna alzando el tono de voz.
—¡Eso ahora no importa! ¡Quítamelo de encima, Yuna, quítamelo!
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