Un hombre condenado a muerte acepta someterse a un experimento sin hacer preguntas a cambio de salvar su vida.
Lo que no sabe es que su vida va a cambiar por completo con un final lleno de lujuria.
Los capítulos extras son opcionales, El propósito...
Lorena decidida caminó hacia uno de los inversionistas mas importantes del medio y se paró frente a el. Agarró su cabeza y con fuerza lo besó todo el tiempo que pudo hacerlo.
Mientras las personas se sorprendían por la escena Ana camino hacia atrás algo confundida y agitada, pues no estaba segura que era lo que tenía que hacer pero el aprecio que le tenía a Lorena hizo que valga la pena su riesgo.
Ana caminaba lo mas rápido que podía con sus altos tacones mientras los toda la atención de guardias e inversionistas se iba hacia Lorena. Ana estaba fuera de la mansión y en el lugar solo estaban los valet parking del evento.
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Ana con confianza se acercó a uno de ellos y fingiendo ignorancia y destapando toda su sensualidad pregunto.
¿Es tu Lamborghini ? - Ana cruzaba sus brazos para resaltar sus pechos mientras se mordía un dedo intentando seducir al nervioso joven de 18 años.
- eeh, nnnsi, ¿quiere dar una vuelta?... nena - El joven se apoyaba torpemente sobre el vehículo.
- Si, pero yo manejo. - Ana coqueteaba y al mismo tiempo se dejó llevar por el auto.
Ana con una sonrisa y un guiño abrió la puerta del auto deportivo y se subió en el asiento del conductor mientras escuchaba susurros entre los valet parking del lugar. Ana no podía dejar de disfrutar aquella sensación de deseo hacia ella con una delatadora sonrisa.
Ana regresó a ver aquella mansión sabiendo que estaba escapando un algo que deseaba y disfrutaba, pero no quería defraudar a su amiga. Ana en su cabeza pensaba excusas para regresar como. " me atraparon" o " no pude salir".Ella era un experimento casi perfecto y sus deseos eran como una droga, una droga que te da placer sin importar las consecuencias y su cerebro creaba disonancias para justificar sus actos.
Ana agarró la manija de la puerta dispuesta a salir pero el valet parking llamó su atención al abrir la puerta del super auto para subirse en el.
- Listo, vamos. - El valet parking se había cambiado su chaleco con una costosa chaqueta que había conseguido.
Ana al regresar a ver reconoció aquel Lamborghini, pues era el super auto de Adrian. El mismo auto que fue ensamblado a medida para el magnate traficante. Ana estaba sentada en su propio auto, estaba sentada en el puesto donde Adrian llevaba a todas las hermosas mujeres que conoció en su vida.
Adrian amaba su Lamborghini, y ahora sus manos femeninas recorrían el volante recordando aquellos momentos, y una voz pasaba por su mente.
- Recuerda quien eres.
- Recuerda quien eres.
- Recuerda quien eres.
Un destello de recuerdos convirtieron las femeninas manos de Ana, en las masculinas manos de Adrian agarrando el volante mientras conducía a mas de 200 kilómetros por hora en una carretera frente a un ocaso. El retrovisor reflejaba una pronunciada barba y al otro lado se encontraba una hermosa chica.
