Epílogo

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Pocas horas después, Los Condes de Derby se sorprendieron al no hallar la compañía de los Barones de Penshurt a la mesa del desayuno. Fue el lacayo del Barón, Oliver, quien en compungido tartamudeo les informó que su señor había regresado a casa sano y salvo, muy entrada la mañana, por lo que aun recuperaba sus fuerzas.

Charlotte y Honoria intercambiaron una mirada de alivio, pero Edward no pareció del todo satisfecho con la excusa concedida, a pesar de lo comprensible que parecía.

A la hora del almuerzo Oliver nuevamente se presentó al comedor para explicar que su señor, conmocionado por los acontecimientos de la noche anterior, tomaría el almuerzo en los aposentos de la Baronesa, Edward ya no estaba conforme. Si bien se abstuvo caballerosamente de emitir comentario alguno ante la reprochable falta de decoro de su primo frente a Charlotte, a su esposa le había bastado echarle una ojeada para adivinar que en realidad tenía mucho que decir al respecto. Especialmente por las muecas de desagrado que se le escapaban cada vez que Honoria o Charlotte bromeaban al respecto.

Cuando se reunieron nuevamente, a esperar la cena en la biblioteca, Edward se paseaba de un lado a otro cual fiera aprisionada, y su esposa supo bien que se hallaba en un dilema. Requería, con urgencia acabar con la escandalosa actitud de Charles. Saltarse las comidas y pasar el día en la habitación de su esposa, con Charlotte viviendo en casa, era sumamente indecoroso. Pero, por otro lado, tampoco podía cometer la desfachatez de intervenir directamente. Ello no haría más que dejar a todos en un incómodo desvelo de la situación.

A la Condesa de Derby le parecía tan divertido el apuro en que se hallaba su esposo que decidió disfrutar de la observación atenta de sus movimientos, adivinando con antelación el modo en que lo resolvería, mientras que Charlotte no se daba por aludida y no hacía más que bromear con el tema, sin notar la incomodidad en el semblante de su primo.

A la mañana siguiente, Edward apareció en el comedor con semblante decidido y esta vez, cuando el joven lacayo de Charles se presentó en el comedor, Edward alzó una mano impidiéndole excusar a su amo.

-Por favor, Oliver, dígale a su señor que hoy ninguna comida será servida en los aposentos- le ordenó, con voz triunfante- Lamentablemente las bandejas se encuentran en pulido.

Honoria casi escupió una carcajada, debiendo llevarse la enguantada mano a los labios para disimular. No sabía si le resultaba más cómica le compleja expresión de Oliver, que comenzaba a sudar de nerviosismo, o el triunfo orgulloso que cruzaba el rostro de su esposo a pesar de la frase simplona que había salido de sus labios.

-No será necesario que me lo repitas, Oliver- bromeó Charles, que en ese momento ingresaba al comedor, con gesto travieso y con su esposa del brazo.

Honoria y Charlotte se pusieron en pie y los recibieron con algarabía. El regreso de Charles a casa no había podido celebrarse por los demás miembros de la familia el día anterior, por lo que aun mantenían el entusiasmo de saberle a salvo. Mientras tanto, Edward rodaba los ojos, declarándose rendido. Al menos el decoro se reinstauraba en su casa. Entre Temperance ofreciendo avergonzadas disculpas por el retraso a la cena, las bromas que no se hicieron esperar sobre la desaparición de los Barones durante el día anterior y Charles con gesto triunfante, recibiéndolas y desviándolas hacia la aventura vivida en Whitechapel, finalmente les relató la historia de lo ocurrido con Madame Cherrybottom y la señorita Smith.

Edward refunfuñó en algunas ocasiones por el riesgo tomado, y gruñó un par de veces, cuando su primo desviaba su narración e incluía casualmente aspectos de esta que no debían ser presentados a las damas, por lo que debía retractarse y reservárselos. Temperance, que ya había oído la historia completa no dejaba de verle intensamente y soltar suspiros en las partes más arriesgadas, mientras que Charlotte y Honoria contenían la respiración y soltaban sendas exclamaciones al oír cada parte.

La Única (Versión Borrador)Where stories live. Discover now