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Sábado. Estaba emocionada, me había cambiado la playera tres veces. No tenía nada que se pudiera ver "formal", ya me imaginaba a Ana llegando con un bonito vestido y yo pareciendo un vago. Pero bueno, lo mejor era que me conociera como realmente era.

Cuando llegué al lugar donde había acordado con Ana, noté que hablaba con Lourdes, no me acerqué de inmediato, sólo miraba, más allá ví a Irene y poco después Lourdes se fue junto a ella.

Entonces la observé con detalle. No se parecía en nada a la chica que vestía de sastre todos los días en la universidad. Y creo que se me escapó un suspiro al verla así, seguíamos pareciendo diferentes, pero seguramente algo teníamos en común. Me apresuré a enviarle un mensaje.

—Ellas hacen bonita pareja.
Pd: estoy atrás de ti

Giró lentamente y recorrió el pasillo con la mirada, hice lo mismo y me topé con su mirada cuando volví a ella.
Mi teléfono vibró y me apresuré a ver si la respuesta era suya.

—Eres esa skate?

No pude evitar sonreír ¿tanto se me notaba que patinaba? Volví a mirar a mi alrededor y se me ocurrió algo.

—Error, soy el man de al lado

Noté una mirada de susto, sonreí divertida.

—Está casado, señor 😑

Miré al hombre a mi lado, no soltaba su teléfono ni la mano de la mujer que lo acompañaba. Volví a ella y sonreí, era divertido. Finalmente me acerqué y extendí mi mano.

—Claudia Salazar

Tomó mi mano.

—¿Slytherin?

Ésta chica era un sueño.

—Slytherin

Ella sonrió ¡qué bonita sonrisa!

—Y no estoy casado

Agregué guiñándole un ojo, después de hablar un poco y de haberle sacado sonrisas me sentía más segura de mí misma.

—Ana...

—Ponce. Lo sé. Un gusto conocerte

—Sí... Ammm igualmente

Ahora ella era la que parecía insegura.

—Tranquila, de verdad no estoy casado y no pertenezco al lado oscuro, jamás me uniría a–quien–tú–sabes

Quise ser divertida para que se relajara, ella rió.

—De todos modos Voldemort puede reclutarte

—Shhh

Miré a todos lados, escandalizada.

—No digas su nombre

Le susurré y ella volvió a reír. Deseé escuchar su risa siempre.

Nos sentamos junto a Irene y Lou, fue allí cuando Ana se enteró que nos conocíamos muy bien. Y yo me enteré que a ella le gustaba mucho la Coca-Cola como a mí, al menos ya teníamos algo en común. Hablamos un largo rato hasta que nuestras amigas se fueron.

—Entonces... ¿Porqué me invitaste?

—Porque quería conocerte. Quiero conocerte... Si tú quieres

—No tengo problema con que nos conozcamos

—¡Genial!

Estaba feliz. Muy feliz. Trataba que nuestras citas fueran divertidas. Nuestra segunda cita fue en el cine, vimos una película animada que nos hizo reír, comimos pizza y le mostré mi tatuaje, lo admiró, incluso tocó la piel con suavidad.

—Me gusta. No te asombres si un día te muerdo

—Puedes morderme lo que quieras

Dije sonriendo de lado, me miró de inmediato, sus mejillas estaban sonrojadas. Pensé que al ser hermana de Lourdes estaría acostumbrada a ese tipo de comentarios.

—¿Te incomoda?

—Eh... No. Sólo me tomó desprevenida

—Descuida, es broma. Creí que responderías como lo hace tu hermana

—¿Mi hermana? ¿Cuál?

—Lourdes ¿no es tu hermana?

—No

—¿En serio? Pensé que sí

—¿Qué te hizo pensarlo? No tenemos ni los mismos apellidos

—Cuando ella nos habló de ti nos dijo que eras su hermana. Y al saber tu apellido creí que era porque tenían padres diferentes

Ana rió divertida.

—Bueno, somos hermanas de corazón. Y padres diferentes sí tenemos, al igual que madres diferentes

Rió de nuevo.

—Lo siento. Disculpa mi ingenuidad

—No te preocupes

—¿Tienes hermanos de sangre?

—No ¿y tú?

—Tampoco

Al menos no iba a lidiar con los celos de los hermanos y sobrevivir las amenazas.

Para nuestra tercera cita la llevé a patinar conmigo. El lugar estaba vacío.
Le expliqué cómo debía pararse en la tabla, pero cayó sentada en el pavimento, con una sonrisa divertida en mis labios me acerqué para ayudarle.

—Creo que esto no es lo mío

—¿Y qué es lo tuyo?

—Las películas. Pero... Me gustaría ver cómo lo haces tú

—Te puedo enseñar, no se aprende a la primera, a veces hay que caer

Le mostré algunas piruetas, hasta que llegaron Maricela y Antonio, los presenté, pero ella no parecía muy cómoda, talvez porque Antonio tenía el descaro de mirarla de la forma en que lo hizo. Finalmente nos fuimos, para tranquilidad mía y quizás también de ella. Otros días vimos películas, salimos a caminar y muchas cosas más.
Cada día sentía que me gustaba más, que me enamoraba de ella, bromeabamos, me entendía, era muy interesante y me contaba historias que sucedían en sus clases.
Chateábamos hasta noche, al estar de vacaciones. Podía tomar su mano cuando salíamos o besar su mejilla o ella la mía. Pero... Siempre hay un pero. Un día, cuando el momento parecía oportuno, cuando nuestros rostros terminaron cerca, quise besarla, lo intenté, creí que sucedería cuando ella no apartó su rostro, pero en el último momento me evitó.

—¿Qué sucede?

—Lo siento, no me siento lista

Me desilusioné, pero preferí darle espacio.

—Está bien, descuida

Me miró con pena.

—Ana, me gustas mucho, pero quiero que estés lista y segura

Apartó la mirada y sólo dijo "gracias". No sé porqué a veces sentía que detrás de esas reacciones había algo más, porque había pasado lo mismo en la primera vez que tomé su mano o besé su mejilla.
Sólo esperaba que al final sí me aceptara y no sólo me ilusionara de que sí podría suceder algo entre las dos. Yo realmente la quería.

Salazar ¿Slytherin?Where stories live. Discover now