7. Un sábado cualquiera

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Un ruido incesante de mi móvil me hizo abrir un ojo, entraba tanta luz por la ventana que lo tuve que volver a cerrar.
El ruido seguía, estire el brazo palpando la mesita hasta dar con el móvil, abrí un poco los ojos para coger la llamada.

- ¿Si?

- Uy ¿estabas dormido?

Jimena tenía la manía de llamarme los sábados a las 8 de la mañana por fastidiar y a estas alturas seguía preguntando si estaba dormido.

- Sí, Jimena, estaba dormido.

- Esta vez no llamo para molestar, te necesito.

Me senté como pude, esto iba para largo, otro sábado madrugando.

Qué mañanero últimamente.

- Patitas tiene que ir a ponerse la vacuna y tienes que venir para cuidar a los demás animales o llevar a patitas al veterinario, no los quiero dejar solos.

- ¿Por qué no va Jorge?

- Se ha ido a Galicia a visitar a su madre todo el finde. ¿Estás libre o no?

- Si – suspiré – me ducho y voy.

- ¡Genial!

Me levanté y me dirigí al baño para dejarme llevar por el agua caliente de la ducha, afortunadamente hoy me encontraba mejor, la fiebre no volvió a subir ni la migraña a aparecer.

Mientras disfrutaba del vapor recordaba el momento en el que le di el dibujo a Elia para su tía.

- Elia – la llamé cinco minutos antes de la salida, ella se acercó.

- ¿Qué pasa profe Fla? – me observaba atentamente con sus grandes ojos azules.

- Quiero que me hagas un favor, pero es secreto eh – me puse un dedo sobre los labios en símbolo de que se quedara en silencio.

- Vale Profe Fla, es un secreto – imitó mi gesto.

- Quiero que le des esto a tu tía – le entregué el dibujo de un clavel que había hecho el día anterior, solo le había añadido el mensaje.

- ¿Qué es? – me preguntó cogiendo el dibujo.

- Es un regalo especial. – Elia me miró y sonrió.

- Vale Profe Fla, se lo daré cuando venga por la noche, así es más sorpresa.

Me costó mucho decidir si dárselo o no, pero tampoco sabía que hacer con él, estaba orgulloso de como me había quedado y si a ella le había gustado el anterior, este le gustaría más.

Salí de la ducha y me vestí con una camisa de flores y unos tejanos negros, Daniel me había llamado el día anterior para ir a comer juntos y no tenía pensado volver a pasar por casa. Desayuné un plátano y fui a picar a la Señora Martínez a casa. Le puse la correa a Totó y lo saqué a dar su paseo mañanero, aproveché para comprar el pan y subírselo a la Señora Martínez que me dio las gracias y seguí mi camino al refugio de Jimena.

- ¿En qué te has entretenido? – preguntó fingiendo enfado.

- Perdón, tenía que sacar a Totó.

Mi amiga me llevó hasta Patitas, me reconoció y maulló hasta que llegó a mi y se paseó por mis piernas, lo cogí en brazos.

- Patitas, hay que ir a ponerse la vacuna – le expliqué como si pudiera entenderme.

Polo Opuesto { Flamantha }Where stories live. Discover now