VI

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Había pasado una semana desde el fallecimiento del rey Marcus.

Desde entonces, los pasillos del palacio no habían estado más silenciosos y desolados, o al menos, así lo era para Edmund.

Al morir Marcus, el reino había pasado a manos de Edmund al ser él el primogénito heredero al trono. Su coronación fue celebrada a muy pocos días del funeral de su padre, y, al ser de una edad joven sería instruido por el consejero real para poder cumplir con su deber como monarca del Reino Oscuro. Asimismo, debido al fallecimiento del capitán de la guardia, su puesto había sido transferido temporalmente a un guardia que antes poseía un menor rango; eso hasta que se decidiera si el príncipe Quirin estaba listo para tomar dicho puesto. Decisión que recaía en Edmund.

Todo había pasado tan rápido.

Edmund se encontraba afuera del castillo, caminando con la cabeza baja. No estaba seguro si quería continuar con esto, con ser el rey. No se consideraba apto para el trabajo, sentía que sólo era un pobre intento de lo que había sido su padre; Marcus había sido un rey digno de respeto, siempre fuerte y seguro de sí mismo ¿Y Edmund? Él ni siquiera estaba seguro de lo que hacía y algo tan simple como resolver problemas de campesinos o algo de papeleo lo abrumaba. Incluso el consejero real se ofrecía para hacer el trabajo al ver lo mal que le iba. Se sentía como un completo fracaso... Desearía que su padre estuviera allí...

Un leve sonido lo sacó de sus pensamientos. Parecía que venía de entre una formación de rocas. Al acercarse más, pudo distinguir que se trataba del piar de un cuervo bebé. Su ala estaba herida y parecía estar perdido. El pobrecillo piaba con desesperación en busca de sus padres. El pequeño cuervo le recordaba a él: Sólo y sin saber que hacer.

Edmund se acercó al cuervo pero este retrocedió asustado.

-No tengas miedo. No te haré daño- le dijo en voz baja mientras se acercaba, pero el cuervo aún así seguía retrocediendo.

Edmund pronto tuvo una idea y corrió hacia el interior del castillo, poco después regresó con un pedazo de pan y se lo ofreció al polluelo. Este se acercó poco a poco y picoteo el pan. Al ver que no había peligro, pió alegremente y siguió comiendo el pan. Edmund lo tomó en su otra mano y sonrió.

-¿Tú tampoco tienes a tus padres verdad? No te preocupes, tú y yo no volveremos a estar solos- dijo mientras acariciaba la cabeza del cuervo -Necesitas un nombre. Creo que te llamaré... ¡Hamuel! Si, ese nombre es perfecto para tí pequeño amigo- este sólo pió en respuesta.

-¡Edmund!- este volteó al oir a su hermano llamarlo -Te he estado buscando por todas partes-

-¿Por qué? ¿Qué ocurre?-

-¿Acaso lo olvidaste?-

-¿Olvidar qué?-

-¿Es en serio?- exclamó Quirin molesto. Tomó a su hermano del brazo y lo guió -Sígueme-

Al pasar rápidamente por los pasillos Quirin continuó:
-No puedo creer que lo olvidaras. Estuvimos trabajando tan duro para esto y tú lo olvidas. Hermano, hoy es el día de las pruebas finales para ser un miembro oficial de la guardia real, y como tú eres el rey es tu trabajo juzgar si entran o no. Con ayuda del consejero, claro-

Edmund se sintió como un completo tonto ¿Cómo pudo haberlo olvidado? Él mismo había decidido que la prueba aún se haría, pues así lo hubiera querido su padre. Asimismo, Quirin también había pedido presentar la prueba. No creía justo que él no hiciera ninguna prueba para ingresar a la guardia sólo por ser de la realeza.

Al llegar al patio donde se realizaría la prueba, ya todo estaba dispuesto, sólo estaban esperando al joven rey. Y una vez este hubo llegado, las pruebas dieron comienzo.

Edmund observaba el desempeño de los tres jóvenes con atención mientras escuchaba los comentarios del consejero, a la vez que curaba el ala de Hamuel.

Adira y Hector habían mejorado bastante desde la última prueba: Se desenvolvían con más agilidad y, en cuanto a fuerza, ya no estaban en condiciones débiles por lo que pasaron las actividades de fuerza con más facilidad.

Sin embargo, su hermano Quirin no lo hacia tan bien como él esperaría. Estaba muy rezagado y le costaba un poco de trabajo pasar las pruebas. Había estado desanimado en estos días, después de todo, él y Edmund acababan de perder a su padre, y esto afectaba su desempeño.

Al terminar la prueba, el consejero y el rey comentaron los resultados.

-Señor, debo felicitarlo. Su trabajo con esos dos jóvenes realmente dio frutos. Si esta de acuerdo, diría que de han ganado ser parte de la guardia real-

Edmund se sentía muy orgulloso de este logro. Sabía que Hector y Adira podían ser más que sólo ladrones. En verdad estaba muy feliz por ellos dos.

-En cuanto a su hermano, el príncipe... Me temo que su desempeño no fue muy bueno. Tuvo varias fallas y siempre estaba algo rezagado... Su majestad, temo decir esto pero no recomendaría que el príncipe Quirin fuera incluido en la guardia por ahora. Por supuesto, es su decisión majestad-

La alegría del joven rey se desvaneció al oír esto. Por supuesto, él mismo había visto que el desempeño de su hermano había sido pobre y como rey debería rechazar su entrada a la guardia real. Pero... Quirin era su hermano y sabía que, como él, también estaba pasando por momentos difíciles y que esto repercutía en como se desenvolvía. Edmund había pasado días y horas entrenando, no sólo con Adira y Hector, sino al lado de su hermano. Sabía cuanto se había esforzado y cuanto tuvo que soportar para que él pudiera incluir en la guardia a los ex-ladrones. No era justo que ellos tres tuvieran la oportunidad  y su hermano no.

Resuelto y lleno de confidencia, Edmund dio a conocer los resultados de la prueba.

-Viendo el desempeño que han mostrado en esta prueba y tomando en cuenta su arduo trabajo a lo largo del año debo anunciar que...- hizo una pausa dramática -¡Todos pasaron la prueba! ¿Acaso lo dudaron? ¡Hay que festejar...!- volteó a ver la cara de molestia de su consejero -Cierto. Profesionalismo- se aclaró la garganta y hablo de la forma más seria posible -Felicidades reclutas, ahora son oficialmente parte la guardia real. Estoy seguro de que será un honor servir a su lado-

Hizo un saludo y esperó a que su consejero se retirara para salir de su serio estado -¡Sabía que lo lograríamos camaradas! Nuestra celebración será en grande, aprobada por el rey en persona- les guiñó el ojo -¡Venga esos cinco!- Quirin sólo negó con la cabeza mientras chocaba las manos con los demás y reían. Su hermano podría llegar a ser muy entusiasta, pero era una de las cosas que amaba de él, aunque no lo pareciera. 

Hector notó al pequeño cuervo en el hombro de Edmund y preguntó:

-¡Oh! ¿Es ese un cuervo bebé?-

-Oh, si. Olvide decirles. Este es Hamuel, lo encontré hoy antes de venir aquí. Estaba perdido y herido, así que decidí adoptarlo-

-¡Pobrecillo! Debió estar muy asustado- comentó Hector mientras acariciaba a Hamuel.

-Vaya. No sabía que podías ser tan sensible Hector- lo molestó Quirin sonriendo maliciosamente.

-¡No es verdad! Sólo tenía curiosidad, es todo- se trató de defender el chico mientras se cruzaba de brazos.

-Si tú lo dices, chico blando-

Hector miró con recelo a Quirin mientras este se retiraba y Adira rió ante su comentario recibiendo una mirada de molestia por parte de su amigo.

-¿Qué? Tiene razón. Eres bastante blando si se trata de animales- Hector sólo intensificó su mirada y Adira siguió riendo -Vamos chico rudo. No querrás perderte de la celebración-

Hermandad (CANCELADO)Where stories live. Discover now