Capítulo 25

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Las casas de Johnny y Yuta eran muy similares en cuanto a su arquitectura. Ambas parecían haber pertenecido a personas muy ricas y de buen gusto en los 70's, así que ese era el estilo.

La habitación de Yuta era cuya puerta de encontraba en medio del pasillo de la segunda planta.

Entró rápido, se sentó en su escritorio y desbloqueó su teléfono nuevamente.

Iba a llamar a Sicheng.

No. No lo haría. Necesitaba escuchar a su conciencia primero. Y, como el buen chico que era, caminó fuera de su habitación y al fondo del pasillo para hablar con su "conciencia" al respecto.

Por suerte, la puerta estaba abierta.

Dai Nakamoto era un poco menos que todo en la vida del joven.

Trabajaba todo el día y encontraba tiempo para llamar a su hijo durante la tarde, para asegurarse que no necesitara nada. Puede que llegara totalmente cansada y a veces algo decepcionada del desenlace de algún caso, pero siempre estaba de humor para su hijo.

Tan pronto lo veía, se recargaba en automático. Como si fuera el mismo niño de ocho años que le llegaba a la cintura y corría a abrazarla, excepto que éste ya era un chico grande que le sonreía desde la sala y caminaba perezosamente para envolverla con su gigantesco cuerpo (en comparación a la menuda mujer).

Ella era madre soltera. Pero Yuta, gracias a alguna maravillosa deidad, nunca presionó a su mamá con las preguntas incómodas acerca de papá.

Ella fue quien le enseñó a su hijo a jugar futbol, a usar un taladro, a reparar un auto y a conducir. Desde la perspectiva de él, su mamá era más que suficiente. Si alguna vez llegó a pensar en su padre, fue para compadecerse del pobre idiota que había dejado ir a una mujer tan perfecta.

Entró a la habitación arrastrando los pies. Ella leía un libro y no lo miró hasta que el muchacho se hizo un ovillo al lado de su cuerpo para recostar su cabeza en su viente.

Rodó los ojos.

- Bien, olvidé comprar tu cereal. Demandame. Y consigue un buen abogado por que voy a ganarle seguro -

El menor se sentó para mirarla.

- No es acerca del cereal - frunció el ceño - pero sí, cómpralo -  suspiró - tengo problemas de chicos -

Al instante, la mujer hizo a un lado su libro y se sentó frente a su hijo.

- Te escucho -

Ella sabía que a él le gustaba Mark y conocía a Sicheng por que lo había encontrado varias veces estudiando con su hijo en la sala, así que básicamente sólo le estaba contando la historia desde lo que había pasado en la fiesta hasta hacía unos minutos.

- ... y se fue a su casa sonriendo como si mis problemas lo hicieran feliz - bufó - idiota -

La mayor, que escuchaba atentamente, asintió.

- Creo que una parte de ti sabe que John no está feliz por que tú no lo seas - sonrió - sabes que él quiere tener a su mejor amigo y a Mark. El hecho de que te guste el otro niño sólo puede que facilite su vida, y presiento que eso es lo que quieres hablar, ¿no?  -

- Está enojado conmigo - murmuró.

- ¿Y cómo quieres que no lo esté si Mark se la pasaba encima de ti frente a él - estiró su cabello.

El otro apenas se quejó.

- ¿Debería llamarle? -

- No hasta que hables con Mark para decirle que se terminó, y si él lo toma bien, irás con John y le dirás que tiene el camino libre. Si tu conciencia se siente tranquila, entonces sí, buscarás al otro chico, lo invitarás a salir y luego lo traerás a casa para que pueda interrogarlo -

Change my mindWhere stories live. Discover now