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Capítulo 3. Autodestructivo.

Pasillos blancos eran aquellos que podían vislumbrar aquella chica vestida de cuero, aquella cuya sonrisa mordaz podía traer el mismísimo invierno a Tierra sin pensarlo de nuevo. Rojo era aquél cabello que colgaba sobre su cabeza, dando una impresión sangrienta a cualquiera que la viera. Quizás era muerte después de todo y jamás se había dado cuenta de que la bestia que veía en el espejo era realmente cierta, que los rasguños que sufría por la noche eran totalmente ocasionados por ese animal que vivía en ella. Monstruo o máquina, todo daba igual, solo sabía que estaba hecha para matar.

Escuchó ruidos en una de las habitaciones, como si u recipiente de fino cristal hubiera dado un beso mortal al suelo, fragmentando su estructura en mil y un pedazos desérticos. No tardó en darse cuenta de que era un laboratorio lo que se encontraba entre aquellas paredes de coloridos colores violáceos y una chica con rostro dulce del otro lado. Notaba como lentamente sus manos temblaban en forma de nerviosismo, gritando la carencia de experiencia que tenía trabajando para aquella agencia de profesionales soldados.

— Uhm, ¿Puedo ayudarte?— Se atrevió a intervenir la pelirroja, dándose a notar desde el umbral de la puerta con una sonrisa de amabilidad de su parte.

— No fue mi intención llamar la atención aquí.— Se lamentó la chica de delgada anatomía con una sonrisa apenada, doblando sus rodillas para alcanzar los fragmentos en el suelo, teniendo cuidado de no cortarse en pleno acto. La pelirroja le observó con cuidado, analizando el cabello negro que ella tenía de forma lacia, pensando si le había visto pero las respuestas quedaban vacías.

— No te preocupes, todos hemos sido nuevos en estos.— Imitó la acción de la chica, ayudando con los trozos pequeños que habían quedado más alejados de aquella escena.

— Gracias por comprenderme.— Murmuró la chica con una sonrisa extendida, dejando ver aquellos hoyuelos que tenía. Buena era el aura que la pelirroja percibía cuando se trataba de aquella chica de grandes ojos espectrales.

— Mi nombre es Natasha.— La espía habló una vez que la última pieza había sido tendida al contenedor de basura, dejando en claro su acento ruso.— Creo que te vi el mes pasado cuando iniciaste aquí y hablamos un poco, si mal no recuerdo.

— Bernie.— La chica le miró con pretensiosa mirada, analizando su rostro como si de fina porcelana se tratara. Finalmente su expresión se relajó mientras tomaba un taburete y se sentaba.— Y sé quién eres, eres mi nueva jefa.

— Preferiría el término de colega.

La chica asintió mientras se disponía a salir de la habitación con un asentimiento, parecía un tanto ocupada pero eso no impidió a la pelirroja el hecho de acercarse con pasos rápidos y seguirle el paso, después de todo no le vendría mal un poco de apoyo en aquella agencia llena de soldados de acero.

— Hey, Bernie. Si necesitas algo, por favor no dudes en pedírmelo.— Dijo de forma cordial mientras veía de reojo a la chica, siempre manteniendo su mirada al frente, a los montones de personas que se aglomeraban de forma imprudente.

— ¿Bromeas? Necesito más suministros en el ala médica, más equipo médico, ayuda quizás. Ésta misión no será tan fácil, y no sé si podré con todo yo sola.

— Debiste haber tenido eso hace tiempo, creí que Fury te lo habría dado conociendo la misión. Pero yo me encargaré de eso.

— Sí, supongo que no nos dan tanta importancia después de todo. Pero debería irme ya, Natasha.— Susurró la pelinegra desviando su atención al reloj que colgaba de su delgada muñeca. Dando a entender que ya era hora de que se fuera a seguir trabajando, o quizás otras cosas estaban en mente de ella.

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⏰ Last updated: Apr 12, 2020 ⏰

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ᴛʜᴇ ᴏᴛʜᴇʀ ᴡᴏᴍᴀɴ─ ᴍᴀʀᴠᴇʟ✵Where stories live. Discover now