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A pesar de que algo en su corazón le decía que JiMin se había ido, se levantó con la esperanza de verlo en la sala o en la cocina o con Pequeñín o donde fuera. Solo quería encontrarlo dentro de su apartamento.

Cuando puso un pie en la sala, Pequeñín empezó a ladrar y saltar como loco. JungKook caminó hacia él y lo alzó. Empezó a acariciarlo, pero el cachorrito se removió entre sus brazos, así que JungKook lo dejó en el piso.

Pequeñín corrió hacia la entrada del apartamento y empezó a ladrar y a rasguñar la puerta.

Eso fue suficiente para confirmar lo que su corazón le decía.

Inmediatamente, JungKook sintió como sus ojos se aguaron y tragó grueso.

— Ven, Pequeñín. — dijo JungKook con la voz quebrada, y el cachorro corrió hacia él. Lo alzó de nuevo y caminó hacia el sofá. — Tienes que ayudarme a no llorar.

JungKook se interrumpió al ver en la mesa uno de sus libros con una nota junto a la botella de jarabe para la tos. Bajó al cachorro y lo dejó sobre el sofá.

Con manos temblorosas tomó la nota sintió como un par de lágrimas escapaban al leer.

Gracias por salvarme la vida y por darme los mejores días de mi vida.

Te deseo muchos éxitos con tus libros, señor Jeon JungKook.

Por favor no me busques, no te merezco.

JungKook sintió una mezcla entre enojo, tristeza y angustia, estuvo a punto de hacer un puño la nota y botarla, pero su corazón no se lo permitía.

Sentía como su cuerpo ardía de enojo hacia JiMin, por decir que no se merecía a JungKook.

Sentía enojo hacia la vida, por su maldita necesidad de provocar que él se consumiera en soledad.

Sentía enojo hacia sí mismo, por no haberle dicho antes a JiMin de su trabajo.

Sentía enojo hacia Hwasa, por haberlo impulsado a ilusionarse.

Se levantó apresurado del sofá y caminó hacia su habitación, Pequeñín corriendo detrás de él.

Tomó su celular y marcó el número de su llamada más reciente.

— Hol-

— ¡Te lo dije! — exclamó JungKook interrumpiendo a Hwasa. — ¡Te dije que huiría! ¡Maldición, te lo dije!

— ¡JungKook! — exclamó Hwasa preocupada al escuchar la respiración agitada del ojinegro. — ¿A qué te refieres?

— A JiMin, Hwasa, ¡¿a qué más?! — exclamó JungKook y se dio cuenta de lo grosero que estaba siendo. — Mierda, lo siento, no es mi intención hablarte así pero, ¡el muy idiota se fue! ¡Ni siquiera me dejó explicarle! Se fue y ahora está en la calle y... ¡¡Mierda Hwasa, está en la calle solo y enfermo y no se llevó el maldito jarabe y-!!

—¡¡JungKook!! — exclamó Hwasa casi gritando para que el chico le prestara atención. — ¿A qué te refieres con que está en la calle?

— JiMin vive en la calle. — dijo JungKook sin tapujos, ya no importaba que Hwasa se diera cuenta.

Un tajante silencio invadió la llamada y JungKook creyó que se había cortado la llamada.

— Estaré ahí en cinco minutos. — dijo Hwasa seria y cortó la llamada.

(🍒)

Justo como lo esperaba, el timbre sonó cinco minutos después y cuando abrió la puerta, Hwasa entró sin esperar invitación.

Caminó detrás de ella y se sentó a su lado en el sofá.

— Empieza a explicar. — dijo Hwasa y JungKook empezó a contarle absolutamente todo con lujo de detalles.

Hwasa había llegado preparada para darle la reprimenda más grande de la vida por haber confiado con tanta facilidad en un desconocido, pero fue cambiando cada vez más de opinión al escucharlo hablar del ojiazul con la voz quebrada y los ojos brillantes por las lágrimas contenidas.

— Y se dio cuenta antes de que yo le pudiera decir y se largó, Hwasa. Se fue y sigue enfermo y ni siquiera se llevó la maldita botella de jarabe.

— Debemos salir a buscarlo y encontrarlo. — dijo Hwasa cuando JungKook terminó de hablar y el ojinegro la miró sorprendido.

— Creí que me ibas a regañar por ser un descuidado.

— Yo también creía que lo iba a hacer, pero no tiene sentido. — respondió Hwasa con una pequeña sonrisa. — Solo lo conocí por unas horas, pero fue suficiente para saber que es un niño bueno. Y lo quieres, eso es más que suficiente.

— Mira esto. — dijo JungKook y le enseñó la nota que había dejado JiMin. — No quiere que lo busque.

— ¿Y le vas a hacer caso? — dijo Hwasa con una ceja alzada y JungKook no respondió. — Exacto, no le vas a hacer caso. Así que alístate y saldremos a buscarlo. Llamaré a NamJoon para que nos ayude. Si tu chico se fue hace poco entonces no habrá podido ir muy lejos.

— No, no, estoy seguro de que NamJoon tiene cosas importantes qué hacer, no lo llames... — empezó a decir JungKook cuando escuchó a Hwasa decir que llamaría a su esposo, pero la peli negra lo interrumpió.

— Cállate y alístate. — dijo Hwasa muy seria y JungKook sonrió.

La llegada de JiMin a su vida había venido acompañada de un dulce cachorrito y la amistad de una grandiosa chica.

No lo dejaría escapar tan fácilmente.

(🍒)

Hwasa Diosa
NamJoon mi amor, mi vida, mi cielo, mi príncipe mi todo.

Pareja de la NACIÓN, súper si amigas

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